Después de meses de vagar por varias ciudades y enfrentarse a la inseguridad en cada una de ellas, Eldric y Lira finalmente lograron ver las majestuosas murallas de la capital del reino. La ciudad era un espectáculo aparte, con altas torres que se elevaban hacia el cielo y calles empedradas que palpitaban con la vida de los ciudadanos. Al entrar en la capital, la pareja sintió una mezcla de alivio y esperanza, deseando dejar atrás los horrores que habían experimentado.
Con parte de la riqueza que habían acumulado a lo largo de sus aventuras, Eldric y Lira decidieron comprar una pequeña casa, que también funcionaba como taller de herrería. Era el refugio que Eldric necesitaba para olvidarse un poco de las batallas y del doloroso pasado. El taller, con sus hornos humeantes y herramientas de metal, se convertiría rápidamente en un santuario para él.
Con el amor entre ellos floreciendo, Eldric y Lira a menudo hablaban sobre el futuro. En una noche tranquila, mientras observaban las estrellas centellear sobre la ciudad, Lira expresó sus sentimientos sobre la vida que habían llevado juntos. "Superamos tantas dificultades", dijo ella, mirándolo a los ojos. "No podemos permitir que el miedo al futuro nos impida vivir plenamente. No tener hijos es una decisión sabia, pero eso no significa que no podamos comprometernos el uno con el otro".
Estas palabras resonaron profundamente en Eldric. Sabía que Lira era su compañera, la persona que siempre había estado a su lado, y la idea de oficializar su unión comenzó a tomar forma en su mente. "Quiero pasar mi vida contigo, Lira. Casémonos", respondió él, con una sonrisa que iluminó su rostro.
En una ceremonia íntima y sencilla, rodeados de algunos amigos y conocidos que hicieron a lo largo de sus viajes, Eldric y Lira se casaron. La alegría y el amor llenaban el aire, y ambos se sentían preparados para enfrentar cualquier desafío que la vida aún les tuviera reservado. Con un intercambio de votos sinceros, prometieron apoyarse mutuamente en todas las circunstancias, reafirmando el vínculo que ya era fuerte entre ellos.
Pasaron los meses y Eldric comenzó a profundizar en el aprendizaje de la herrería, descubriendo cómo moldear metal caliente en formas con las que siempre había soñado. Aprovechó el poder del Vérium que pulsaba en su interior, utilizando el calor para aumentar la eficiencia de su trabajo. El sonido del martillo golpeando el metal resonó a través de las paredes del taller, un sonido que se convirtió en una nueva melodía en su vida. Lira, a su lado, apoyó a su esposo en su nuevo viaje, ayudándolo con las tareas del día a día y alentando su talento.
Con el tiempo, Eldric se convirtió en un maestro herrero, conocido por sus armas de excepcional calidad. Su fama creció y la gente venía de todas partes para ver sus creaciones. Usando la riqueza que habían adquirido, Eldric decidió forjar un arma única para sí mismo, algo que solo él podía usar. Buscó los mejores metales disponibles en la región, estudiando cada uno de ellos para asegurarse de que la sinergia con sus poderes fuera perfecta. Las llamas que brotaban del horno bailaban a su alrededor mientras trabajaba, y con cada golpe de martillo, el arma tomaba forma.
Además de su propia arma, Eldric también quería hacer algo especial para Lira. Sabiendo que siempre había sido una excelente arquera, decidió forjar un arco único que no solo era hermoso sino también extremadamente eficiente. Puso tanto esfuerzo y pasión en la creación del arco como en su propia arma, dando forma a la madera con precisión e incorporando encantamientos que mejorarían la fuerza y la precisión de Lyra. Al verla empuñar el nuevo arco por primera vez, Eldric sintió un inmenso orgullo, sabiendo que esta arma representaba no solo su habilidad como herrero, sino también el amor que sentía por su esposa.
Para financiar sus creaciones y satisfacer sus necesidades, Eldric comenzó a vender las armas que había forjado anteriormente. Con cada venta, su nombre se hizo más conocido y acumuló una riqueza que le permitió invertir aún más en sus nuevas producciones. Con las ganancias, no solo compró mejores materiales, sino que también equipó su taller con herramientas de mayor calidad, lo que le permitió trabajar de manera más eficiente y crear armas aún más impresionantes.
Finalmente, después de días y noches de intenso trabajo, tanto su espada como el arco de Lyra estaban listos. La espada de Eldric era larga y con un filo tan afilado que podía cortar el aire. El mango estaba adornado con símbolos que representaban su viaje y su profunda conexión con Lira. Su arco, por su parte, era delicado y robusto, con un brillo sutil que prometía precisión en cada flecha disparada. Mientras empuñaban sus nuevas armas, ambos sintieron el flujo de energía entre ellos, una sensación de poder y determinación. Con estas creaciones en la mano, Eldric y Lira estaban listos para regresar a sus días de aventura, ahora como marido y mujer.
Ambos sabían que el mundo estaba cambiando y que las sombras del conflicto político amenazaban la paz de la capital. Con sus nuevas habilidades y la fuerza de su vínculo, estaban listos para enfrentar lo que viniera después. La ciudad palpitaba con tensiones ocultas, y Eldric y Lyra estarían listos para proteger lo que habían construido juntos.