El trono estaba polvoriento, como símbolo de una época que llegaba a su fin. El rey, un hombre corpulento con una corona deshonrosa, miró a los intrusos con desprecio. "¿Te atreves a irrumpir en mi casa?", bramó, pero la tremenda inseguridad en su voz era innegable.
—Estamos aquí para poner fin a tu tiránico reinado y restaurar la paz en nuestro pueblo —respondió Eldric, con una firmeza que reverberó por toda la sala—.
La batalla final fue una danza de destrucción y desesperación. Eldric, imbuido de poder, canalizó el Vérium, desatando una ola de energía que devastó a los guardias que lo rodeaban. El entorno estaba envuelto en llamas negras, y las sombras parecían cobrar vida propia, devorando a cualquiera que se atreviera a acercarse.
El rey, al darse cuenta de que la marea estaba en su contra, desenvainó su espada. Pero no había valentía en su ataque, solo miedo. "¡No puedes hacer eso! ¡Yo soy el rey!", gritó, tratando de aferrarse a su autoridad.
—No eres más que un tirano —replicó Eldric, avanzando con una determinación que no podía ser detenida—. Con un golpe final, hizo lo que había que hacer, el peso del reino cayó sobre sus hombros.
La corona del rey rodaba por el suelo, símbolo de su caída. Eldric, respirando con dificultad, se arrodilló y la levantó, sintiendo el peso de la responsabilidad que ahora descansaba en sus manos. Lira estaba a su lado, su mirada decidida reflejaba la nueva era que estaba a punto de comenzar.
Pero a medida que la celebración de la victoria resonaba a través de los muros del palacio, Eldric supo que no era el gobernante que el reino necesitaba. La política nunca había sido su fuerte, y la idea de liderar un reino le aterrorizaba. Miró a Lira, que parecía entender sus pensamientos sin que él tuviera que pronunciar una sola palabra.
"No puedo asumir eso. Necesitamos a alguien en quien podamos confiar, que sepa cómo gobernar de manera justa", declaró Eldric, con voz cargada de determinación.
Así, con la corona en sus manos, convocó a los nobles que se oponían al rey tirano. "¿Quién de ustedes se siente preparado para dirigir este reino? No será fácil, pero es hora de restablecer el orden y la paz", anunció con la mirada fija.
Uno de los nobles, un hombre llamado Thalion, dio un paso al frente. Conocido por su sabiduría y justicia, se convirtió en un aliado de Eldric durante el levantamiento. —Asumiré la responsabilidad —dijo Thalion, con la voz resonante de confianza—. "Juntos, trabajaremos para restaurar lo que se perdió".
Eldric asintió aliviado. Sabía que con Thalion en el poder, el reino estaría en buenas manos. A partir de ese momento, él y Lira dejaron de ser solo luchadores; Ahora también eran partidarios del nuevo orden, dispuestos a ayudar a guiar al reino hacia un futuro mejor.
Con la corona pasando a manos de Thalion, Eldric y Lyra se convirtieron en los guardianes de la paz que deseaban, dedicándose a proteger el reino de las sombras que aún podrían amenazarlo.