Laila (libro 1. Serie Renacer)

Parte I. La Niña y el Ángel de la Muerte.

II

A la mañana siguiente, Laila asistió a sus clases con total normalidad. Se vistió con sus jeans favoritos, una camiseta de Metallica y converse negros, ató su cabello con una cola y delineó sus preciosos ojos color violeta como de costumbre. En la escuela, la miraban no como de costumbre, sino mucho más que antes. Luego del incidente del día anterior, no esperaban verla regresar hasta dentro de varios días, o incluso semanas, aunque ahí estaba, con su familiar semblante pálido y etéreo, pero de alguna manera rozagante.

—¿Qué hace aquí?— Todos comenzaron a susurrar.

Lo que ninguno de ellos sabían, ni siquiera la propia Laila, era que ahora ella tenía una especie de vigilante, un guardaespaldas del más allá que se encargaría de protegerla desde ese día y en adelante. Durante la clase de literatura, su profesor introdujo un nuevo estudiante al grupo, un joven de unos dieciséis o diecisiete años, de cabello oscuro y ojos muy claros; era evidente que se trataba de un chico extranjero, que de inmediato hizo contacto visual con Laila, la cual terminó por sonrojarse notablemente con la media sonrisa que él le dio.

—Guten Morgen—dijo el joven con voz grave, para dar los buenos días; arrastrando un poco la letra R— mi nombre es Luzen Krauss y vengo de Alemania, espero que seamos buenos amigos.

Él sonrió de medio lado, de una manera que se convertiría en su sello característico. Segundos después se escucharon varios susurros aquí y allá, los ojos de Luzen se deslizaron entre el mar de nuevos rostros, localizando rápidamente a Ashley junto a Anthony, y a sus amigos Edward, Elizabeth, y Matthew, los culpables de la muerte de Laila. Su labio superior se elevó de manera imperceptible y un leve gruñido salió de ellos, aunque nadie lo notó. Luego se dijo a si mismo que tendrían su merecido. Se encargaría de castigarlos, a su propio estilo.

—Luzen, junto a Laila hay un espacio vacío, ve a sentarte ahí, por favor —dijo el profesor y señaló el asiento.

—De acuerdo —se movió con confianza hacia Laila.

Al estar tan cerca de él, Laila tuvo la misma sensación de calidez y felicidad que sintió durante su breve encuentro con aquel ángel de la muerte hacía sólo veinticuatro horas. Después de sentarse, Luzen se volvió a mirarla y le sonrió, con una expresión suave en su rostro.

—¿Nos hemos visto antes?— Laila preguntó, frunciendo el ceño.

—En otra vida, tal vez —él susurró.

—¿En otra vida? —Ella lo miró confundida pero Luzen sólo volvió a sonreír, sin contestar a su pregunta.

En ese instante, Ashley se acercó a ellos, rompiendo así la pequeña atmósfera cálida que comenzaba a formarse entre ambos. Era como si de pronto hubiese perdido todo interés hacia Anthony, y ahora no tuviera ojos sino para Luzen, que a su vez no apartaba los suyos dé Laila, pero lo hizo de mala gana al escuchar como la chica rubia de carácter burbujeante trataba de ser amable con él, aunque Luzen ya conocía su verdadera naturaleza.

—Hola Luzen, mi nombre es Ashley —ella le dio una sonrisa perfecta y extendió su mano, estrechando la de él—te doy la bienvenida a la escuela, soy la jefa de la clase, así que si necesitas algo, no dudes en pedírmelo, cualquier cosa—le guiñó un ojo.

Al ver a Ashley, la expresión de Laila cambió a una mueca desagradable; ella no solo era la jefa del grupo sino la instigadora en los ataques a otros chicos en toda la secundaria, no sólo el de Laila. Luzen sintió su incomodidad inmediatamente, por lo que, volviéndose hacia Ashley, habló con un tono inusualmente frío, que Laila reconoció al instante. Era el mismo que había usado con ella cuando se conocieron.

—Gracias, pero no gracias —él respondió y las chicas lo miraron— no necesito nada de ti, que eres solo una niña malcriada e insegura que se aprovecha del estatus que le ha proporcionado la baja autoestima de los demás a su alrededor para pisotear a todos los que consideras inferiores a ti —dijo, en tono bajo— aunque ¿Sabes qué? Aquí la insignificante eres tú, igual que tu grupo de amigos, no son más que recipientes vacíos —miró a Ashley de una manera que la hizo temblar— será mejor que lo pienses dos veces antes de volver a lastimar a Laila de alguna forma, porque no querrás ver enojado a un ángel de la muerte —murmuró, mirando a Ashley.

—¿Un...Ángel de la muerte? —Ashley lo miró confundida.

—De esos que acechan durante la noche en la ventana de tu habitación y cuyas zarpas confundes con las ramas secas de un árbol que tintinean una y otra vez. —Luzen siguió susurrando, asustándola cada vez más— ¿Las has escuchado, Ashley? ¿Has escuchado como la muerte llama a tu puerta cada noche? —Sonrió de medio lado— ten cuidado, podría llevarte antes de que siquiera te des cuenta de lo que ha pasado.

En ese momento, Ashley lo miró con una expresión de horror en su rostro y volvió a su asiento casi a la carrera, Laila también lo miró, con sus preciosos ojos color violeta muy abiertos de la impresión.

—Eso ha sido inesperado… tomando en cuenta que nos acabamos de conocer. No sé cómo es que sabes que he tenido problemas con ella pero… gracias por defenderme —le dijo Laila, aún conmocionada por su ataque feroz y aterrador contra Ashley.

—¿Tan rápido te has olvidado de mí?—El arqueó una de sus pobladas cejas— creo que debí traer mi túnica y mi guadaña—emitió una risita— nos conocimos ayer, a esta misma hora—deslizó un dedo por una de sus muñecas—estuve ahí, contigo.

—¿Luzen? —Ella frunció el ceño profundamente— ¿Eres “ése” Luzen?

—Sí, yo evité que murieras —la expresión de su rostro se serenó—te dije, tengo planes para ti… de todas maneras, no hay muchas personas con un nombre como el mío en el mundo —ironizó.

—¿Planes? —Ahora ella elevaba una ceja—¿De qué estás hablando?

—Hablo de hacerte brillar… como la hermosa estrella que eres —su mirada cristalina, la hizo sonrojar.

—Señor Krauss, señorita Daniels, ¿Me permiten seguir la clase? —Dijo el profesor, golpeando suavemente su escritorio con un libro.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.