Laila (libro 1. Serie Renacer)

Parte I. La Niña y el Ángel de la Muerte.

III

Las semanas siguientes al incidente, los chicos comenzaron otro tipo de rumores acerca de Laila; desde que Luzen ingresó a la escuela, ella sonreía y reía alegremente, todo el tiempo, él la hacía feliz y eso a su vez hizo enojar aún más a Ashley, que ya tenía al chico nuevo, guapo y de aspecto rebelde como su próximo blanco.

Durante su clase de literatura, el profesor les asignó a cada uno escribir un poema dedicado a algún ser querido; algún familiar, una pareja o un amigo especial. Todos emitieron gruñidos y quejidos de desaprobación ante la tarea, a excepción de Luzen y Laila, que de inmediato se dedicaron a escribir. Al terminar, él puso su lápiz a un lado y se levantó, caminando con paso firme hacia su profesor.

—¿Terminaste? —Preguntó el hombre mayor, con un tono amable—puedes pasar al frente y leerlo para todos, como eres alemán podemos corregir alguna falla de pronunciación que tengas.

—De acuerdo —Luzen asintió— mi poema se titula “Hermosa”, y dice así:

“Con sólo una mirada tuya siento ganas de llorar, porque eres tan hermosa. Con un beso tuyo me siento vivo, y solo por un beso podría morir. Con el roce de tu piel ya estoy ardiendo, y por una caricia tuya podría llorar. Con sólo una sonrisa tuya puedo enloquecer, y al mismo tiempo podría morir, porque eres tan hermosa. Mi nena, mi tesoro, eres hermosa. Con sólo escuchar tu voz, siento que el dolor se va, y mi cuerpo se llena de una cálida paz que casi me hace flotar. No huyas de mi porque no puedo vivir sin ti, quédate conmigo y aprenderé a amarte bien, más de lo que ya lo hago. He estado esperando por ti durante mucho tiempo, para que me devuelvas a la vida, porque tú eres la única, mi hermoso ángel, que puede enviarme al paraíso o condenarme al infierno con sólo una mirada.”

Para el momento en que Luzen terminó de recitar su poema, varias chicas suspiraron y otras se sonrojaron ante la adoración que él demostró en cada una de sus palabras, mientras algunos de los chicos bufaron irritados, ya que ninguno de ellos tenía esa habilidad de enamorarlas con palabras o una mirada de sus ojos claros. Sólo Ashley mantuvo su expresión rígida y su lenguaje corporal emanaba una enorme furia contenida, ya que por una vez, ella no era el centro de atención. Todos sabían que él hablaba de Laila.

—Buen trabajo, Luzen… Bastante poético y romántico, imagino que has tenido una amplia inspiración al estar en la flor de la vida y rodeado de jovencitas peleando por tu atención—el hombre mayor suspiró— el amor joven es muy especial.

—Gracias, profesor… Aunque mi musa es una sola chica, y si, ella es muy especial—dijo regresando a las filas y dejando el papel, ahora doblado, sobre la mesa de Laila.

Esto provocó silbidos, gritos y más bufidos. Ahí, frente a toda la clase, Luzen había confirmado los rumores que hace semanas comenzaron a circular en la escuela, Laila era su novia, algo que nadie esperó, aun cuando ambos encajaban perfectamente. Ella sólo sonrió y su rostro se tiñó de un rosa profundo que la hizo lucir radiante, algo peculiar, pero también llamativo.

Después del poema de Luzen pocos llegaron a igualar su belleza, y por último, el profesor dio la clase por terminada. Fuera del salón, Ashley aprovechó la ausencia de él para acercarse a Laila y hacerle saber lo que pensaba sobre su relación con él y el hecho de convertirse de la noche a la mañana en el centro de atención.

—¿Qué crees que estás haciendo? —Dijo con su acostumbrado tono agudo.

—Hhmm… Guardo mis cosas dentro de mi casillero —Dijo Laila, cerrándolo con un ligero golpe seco— ah, siento decepcionarte, pero esta vez he dejado mi diario en casa y ya he guardado mi carta, así que no podrás romperla; querías a Anthony ¿No? Pues ya lo tienes, para ti solita—intentó alejarse.

—¿Crees que porque tienes la atención de un chico extranjero, eso te hará popular? —Ashley se interpuso en su camino—pues no te equivoques, nena… La reina de ésta escuela soy yo y seguiré siéndolo.

—Gracias por su discurso, su majestad—le contestó Laila e hizo una reverencia—es usted muy elocuente, pero ya tengo que irme, un lindo chico está esperando por mí—le sonrió ampliamente, sin perturbarse por sus amenazas.

Cuando Laila trató de alejarse de nuevo, Ashley la tomó del brazo, empujándola con fuerza contra los casilleros; el golpe borró la sonrisa de sus labios y sacó todo el aire de sus pulmones causándole un dolor punzante en la espalda que conocía muy bien; pronto se escucharon los gritos de otros chicos y chicas que las animaban a pelear. Pero, a diferencia de su confrontación anterior, ésta vez Laila pudo defenderse mejor, entre rasguños, tirones de cabello y chillidos de parte de ambas, se escuchó una especie de rugido que hizo separarse a la multitud tan rápidamente como se habían congregado. Ese gruñido gutural pertenecía a Luzen, que ahora se sentía furioso, por lo que arropó a Laila en sus brazos fuertes y protectores y miró su rostro, ahora enrojecido y sangrando un poco, después dirigió su penetrante mirada a Ashley y ella tuvo una vez más, esa sensación de temor que la petrificó en el piso del pasillo.

—¿Qué tan estúpida tienes que ser para seguir molestando de esta manera a Laila? —Rugió en su rostro.

—Yo… yo sólo quería…—Balbuceó, arrastrándose en el piso.

—¿Querías marcarme a mí también como de tu propiedad de la manera en que lo hacen los animales? —Sus ojos mostraban su siniestra naturaleza— tienes suerte de que no acabe contigo aquí y ahora, como casi lo hice con tu amigo.




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