Laila (libro 1. Serie Renacer)

Parte I. La Niña y el Ángel de la Muerte. (Especial de Halloween).

IV.

Esa tarde, él decidió llevarla a dar un paseo por el bosque cercano a su casa para distraer sus pensamientos del tema de Ashley; acababan de llegar a un hermoso claro cuando escucharon ruidos de ramas al romperse y gruñidos provenientes de un animal salvaje.Al estar cerca de una ciénaga, era común encontrarse con todo tipo de especies, desde las inofensivas zarigüeyas hasta enormes y peligrosos reptiles. Por instinto, Luzen protegió a Laila colocándola entre su cuerpo y un árbol como bloqueo a un posible ataque que viniera de otras direcciones. Escuchó una voz familiar que la hizo relajarse al darse cuenta de que se trataba de Anthony junto a sus amigos, Edward, que estaba de peor humor que nunca y Matthew, al que dejaron absuelto luego de comprobar que su accidente había sido algo aislado.Los tres, al parecer habían salido de cacería.

—¡Idiota! —Edward gritó—se supone que vinimos a cazar un caimán, no a ser su cena.

—No es mi culpa; Anthony es el que casi hace que esa cosa nos mate a todos— Matthew se quejó.

—Disculpen, estoy algo distraído—Anthony respondió en tono plano.

—¿Está permitido cazar aquí?—Luzen miró a Laila.

—Sí… Desafortunadamente —ella murmuró— pero odio eso.

Al encontrarse con el grupo, el sentimiento posesivo del recolector de almas golpeó con fuerza en su pecho, llegando a cubrir aún más el pequeño cuerpo de Laila, y así evitar que los chicos la miraran demasiado, sabía que esto era algo irracional para un ser que no tenía sentimientos humanos, y sin embargo, la influencia de la jovencita junto a él, parecía ser más poderosa que cualquier cosa.

—¿Qué hacen aquí? Esta es una propiedad privada— Luzen anunció en tono firme.

Estamos en pleno bosque, no le pertenece a nadie—Matthew contestó en un bufido, cargando la escopeta en el hombro.

—Pues no, Luzen tiene razón, este terreno del bosque le pertenece a mi casa— Laila expresó con disgusto.

—Desde que este pelo de puercoespín llegó, te has vuelto muy habladora—Edward se inclinó hacia ella—veremos qué tan valiente eres cuando tu novio se marche de vuelta a su país, en ese instante te las verás con nosotros, ¿Verdad, Anthony?

—Vámonos, muchachos. Todavía tenemos que desollar al caimán y repartir lo que le toca a cada quién —Anthony ignoró a Laila y a Luzen y pasó a su lado.

—No te olvides de la loba que matamos—Edward sonrió con malicia— será un buen trofeo para la pared de mi casa.

—¿Una loba en Nueva Orleans? —Laila preguntó, alejándose de la protección de Luzen— aquí nunca antes se había visto esa especie, además no pueden matarla ¿Qué pasa si tiene crías?

—Eres realmente estúpida—Edward dijo, fastidiado, de los tres chicos, él era el que menos soportaba a Laila— ya está muerta, si tiene o tuvo crías, las encontraré, las disecaré y te las traeré como recuerdo.

En ese instante, el lagarto de más de tres metros que el trío había cazado momentos antes, movió su cola en un fuerte latigazo que lanzó a Matthew al piso con un golpe seco y las enormes fauces estuvieron a sólo unos pocos centímetros de alcanzar su pierna. Todos se sobresaltaron menos Luzen, Laila gritó, Edwardfue rápido con el arma y disparó de nuevo a la cabeza del animal, asustando a los pájaros en las copas de los árboles, pero todo volvió a la calma momentos después.

—¡Maldita cosa! —Matthew gruñó.

—No puedes dispararle de nuevo, lo arruinarás—Anthony respondió con calma.

—¿Acaso estás ciego? ¡Trató de atraparme! —Matthew gritó, furioso de haber sido asustado por un animal muerto.

—Seguramente fue un auto reflejo, vámonos de una vez— Anthony se alejó, seguido de Edward, arrastrando al caimán por la cola.

Una vez que estuvieron solos, Laila se volvió a ver a Luzen, notando una expresión divertida en su rostro que la hizo menear su cabeza de lado a lado, en un gesto reprobatorio.

—¿Tú hiciste eso? ¿Le devolviste la vida al caimán por un momento para que atacara a Matthew?

—No sé de qué estás hablando —Luzen miró sobre el hombro de ella.

—Tus métodos son un poco extremos, pero ya me estoy acostumbrando a ellos—ella lo abrazó— muchas gracias por defenderme, pero la próxima vez hazlo de una forma menos letal ¿Sí?

—Soy un recolector de almas, la muerte es lo único que conozco—la sostuvo de la cintura.

—No; eres Luzen Krauss; el serio, aunque amable estudiante que vino de Alemania y que todos piensan que es de intercambio, además de ser el chico dulce y protector que fue capaz de conocer a mis papás y salir vivo de todo su interrogatorio —Laila rió suavemente— aquí eres un humano normal, y lo serás por los próximos dos meses que nos quedan.

—¿Quieres ir a buscar a la loba? Puede que no la salvemos a ella, pero si tiene cachorros, por lo menos podremos evitar que terminen igual que su madre.

—¿Harías eso por mí? O bueno ¿Lo harías conmigo?

—Por supuesto, sabes que haría cualquier cosa por hacerte feliz.

Tomados de la mano, Luzen y Laila comenzaron a buscar rastros de la cacería, encontrando rápidamente huellas ensangrentadas en el húmedo pasto que se alejaba de la ciénaga y se internaba aún más en el profundo bosque. A pesar de tener un poder limitado, Luzen pudo sentir la energía débil de la madre loba. Guió a Laila hasta una madriguera bien escondida, donde el enorme animal yacía bloqueando la entrada, a ambos no le quedó la menor duda de que habían encontrado lo que buscaban.




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