Laila (libro 1. Serie Renacer)

Parte I. La Niña y el Ángel de la Muerte.

V.

Durante el fin de semana, ella se encargó de sus quehaceres tanto de la escuela como de los cachorros, estar con ellos era muy divertido mientras miraba como sus personalidades se iban desarrollando poco a poco; Ivory era enérgico y juguetón, mientras que Shadow era más dulce y le gustaba acurrucarse a su lado y dormir mucho más que a su hermano, a Laila le fue imposible no apegarse a ambos de igual manera, y sus padres estaban encantados de verla tan contenta. El lunes siguiente, al final de la primera clase, Luzen miró a Anthony, sintiendo el enojo crecer en su interior, pero sabía que no podía hacer nada sin antes haber conversado con Laila sobre eso, ya que no quería molestara de nuevo.

­—¿Qué quieres que haga con él? —Preguntó.

—Nada, ya hablamos de eso, Luzen… No lo lastimes, por favor—le pidió.

—Huh… Aún lo amas. —Espetó irritado y se levantó— sigues haciéndolo, aun cuando él fue el causante de tu muerte.

—Él no es como Ashley o Edward, simplemente reaccionó a la situación. —Dijo a la defensiva.

—Como quieras—Luzen se alejó de ella— no lo lastimaré, aunque eso no impide que le dé un buen susto… ¿O eso tampoco me lo permites? —Laila lo miró con desaprobación¾ no te preocupes, mantendré fuera de peligro a tu príncipe azul.

—¡No es mi príncipe azul! —Ella espetó, frustrada por su actitud.

—Y yo soy una frágil florecilla silvestre. —Luzen bufó, cruzándose de brazos.

—No seas así. —Laila se acercó a él y separó sus brazos, acurrucándose en su pecho.

—Ya te dije, no le pasará nada. —Dijo en un tono más suave, sin poder resistirse a su dulzura.

—Gracias. —Besó su mejilla suavemente y lo miró desde su pequeña estatura— no necesito un príncipe azul, cuando tengo un caballero oscuro que me protege de todo el que quiera lastimarme.

—Mataría y moriría por ti, sin dudarlo. —Dijo acariciando su rostro.

—Lo sé, y es por eso que te quiero tanto. —Descansó su mejilla en su mano.

Poco después ambos se separaron y ella se dirigió a su siguiente clase, Luzen por otro lado salió de la escuela y comenzó a caminar hacia el bosque como ya se había vuelto costumbre, pero esta vez seguía un rastro entre el suelo y los arbustos del lugar.

A pesar de su promesa a Laila, él sentía que debía hacer algo para drenar la ira que ahora sentía en contra de aquel que consideraba su rival en el amor. Esa idea lo hizo detenerse sobre sus pasos y apoyarse sobre un frondoso árbol; como recolector de almas nunca pensaba demasiado a la hora de quitarle la vida a alguien, simplemente era parte de su trabajo pero desde el momento en que conoció a Laila la balanza se movió un poco hacia un lado y él dejó de ser neutral.

Al atardecer se topó con Anthony mientras éste regresaba a su casa, era una cabaña que parecía cómoda y acogedora, con un amplio estacionamiento y un estanque en la parte de atrás donde seguramente los animales se reunirían a beber agua y comer algunas frutas silvestres, de día lucía como un lugar idílico, pero de noche podía ser peligroso y sobre todo muy aterrador.

—Me parece que no eres de los que se asusta fácilmente como tu amiga—dijo mientras lo miraba hablar con su madre y sonrió— por eso debo pedir refuerzos, directamente desde el inframundo.

Después de dibujar un portal en el suelo y de una invocación apenas audible, apareció ante él una enorme y aterradora bestia de tres cabezas independientes y feroces; Luzen había invocado a Cerbero, el sabueso que custodiaba la puerta del Reino de Los Muertos. El perro demonio, naturalmente feroz, se mostró inusualmente amistoso ante la presencia del recolector de almas, que no dudó en acariciarlo, evitando sus enormes fauces.

—Hola, querido amigo, tengo un trabajo para ti—dijo palmeando el lomo del animal.

—Anthony cariño, ¿Puedes ir a recoger un poco de leña? Hace frío—escuchó decir a la madre de Anthony.

—Si mamá, iré enseguida. —Dijo el muchacho, tomando un hacha y una cuerda para atar los leños.

—¿Ves a ese chico? —Luzen susurró y Cerbero se movió agitado— él es tu presa; cázalo, pero no lo mates—el sabueso infernal gruñó, fastidiado— si, lo sé, es un tanto aburrido de esa manera, pero no puedes hacerlo; sólo... Hazle sentir terror, y un poco de dolor.

Fue así como comenzó el juego del gato y el ratón por el bosque; Anthony no tenía idea del plan que acababa de fraguarse a sus espaldas,caminaba despreocupadamente por el terreno que conocía desde que nació con las herramientas sobre su hombro, su cuerpo atlético le permitía encargarse de las tareas como cortar la leña para la chimenea y otras actividades físicas que él disfrutaba.

Pronto sintió unos pasos detrás de él, miró a los lados pero no había nada, se encogió de hombros al pensar que se trataba de algún ciervo u otro animal pequeño, muy comunes en la zona y siguió su camino mientras el perro de Hades le seguía de cerca. Varios minutos después llegó a un claro donde había varios troncos a medio cortar, puso la cuerda en el suelo y con el hacha comenzó a cortar trozos de leña. De camino a casa, elquiebre de unas ramas unos metros más adelante hizo que Anthony tirara los leños recién cortados y empuñara el hacha a modo de arma defensiva.

—¿Quién está ahí? Salga ahora mismo.




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