Laila (libro 1. Serie Renacer)

Parte II. Una Nueva Vida

X.

Al mismo tiempo, Laila despertó asustada por un ruido en la habitación; la somnolencia repentina en la que había caído horas después de llegar a la cabaña y de su primer encuentro con Grimm, se desvaneció al sentir como la cama crujió cuando éste se sentó a su lado.

— Hola bonita — le sonrió — ¿Cómo dormiste? — Ella lo miró sin decir nada — pareces molesta conmigo, ¿La sopa no estuvo buena? Sé que la cocina no es mi fuerte pero vamos… —comenzó a acariciar su pierna.

— Necesito ir al baño — ella murmuró, con voz queda.

— Sí, entiendo… una linda mujercita como tú tiene necesidades que atender soltó sus ataduras  levántate, y no pienses en escapar, o me obligarás a lastimarte.

Su tono severo hizo que Laila olvidara todo intento de huir, ya que si antes le pareció que al hombre le faltaba un tornillo, ahora estaba segura de ese hecho. Al entrar al baño, el hombre la miró de una manera tan lujuriosa que la hizo temblar.

— ¿Podría… dejarme un instante a solas? — Ella titubeó.
— No. Harás lo que sea, frente a mí.

A la creciente sensación de temor, se le unió la humillación de verlo frente a ella en esa situación; al tener las manos atadas, Grimm tuvo que encargarse de su short. Laila se agitó nerviosa, apenas sintió el roce de los dedos fríos del hombre abriendo el botón y luego quitándole su pantalón corto fue tirado hacia abajo junto a su ropa interior, por fortuna, su blusa era larga, y eso le permitió mantener su pudor intacto, para mayor frustración de él.

— ¿A qué se supone que estás jugando? — Gruñó, y ella cayó sentada en el inodoro.

— ¿De qué habla? — Laila preguntó, asustada y con genuina confusión.

— No juegues conmigo, niña —la tomó del cuello, con su mano sana— así como te quiero para mí, también puedo acabar con tu vida en un segundo. Termina de orinar para que pueda llevarte de regreso a la cama, tengo que regresar a la ciudad o sospecharán de mí, y no puedo permitirlo.

Mientras, las horas pasaron lentamente para Damian, que continuaba aturdido luego de su charla con Luzen. Optó por saltarse las clases de ese día y fue hasta la dirección, donde le pidió a la secretaria de turno, ver el expediente de ambos chicos. Ella se perdió un momento en el estante de archivos y regresó con dos carpetas amarillas llenas de papeles, luego se las entregó y él se sentó en una de las sillas aparte, para revisar el primero de ellos.

— Colin Martínez; veinte años… su dirección, su familia… oh vaya, fue adoptado cuando tenía cuatro. Parecen buenas personas —dijo mirando una foto familiar— no han de ser conscientes de la clase de hijo que tienen.

Al avanzar con la lectura, descubrió que tanto Colin como Terrance habían sido expulsados de la universidad por verse involucrados en violentas peleas y tráfico de sustancias estupefacientes en el campus. Terrance parecía tener un mejor futuro académico, por lo menos hasta el año anterior, cuando sus calificaciones comenzaron a bajar y los reportes sobre enfrentamientos con sus profesores y otros alumnos se hicieron cada vez más frecuentes. Aprovechando que la secretaria no lo miraba, Damian sacó du teléfono y le sacó varias fotografías a los documentos, y después los devolvió.

— Muchas gracias.

— A la orden. — La mujer le sonrió cortésmente.

Al finalizar la lectura, abandonó la instalación y salió de la universidad, ya que con esa in tan importante, no podía quedarse callado. Durante el viaje de regreso al apartamento de sus padres, no pudo parar de moverse en el asiento del taxi; tal era su inquietud que se ganó varias miradas nerviosas del conductor. Al detenerse, bajó del vehículo tras lanzar unos billetes al chofer que cubrirían más allá de la tarifa estimada, luego entró al edificio y subió todo el tramo de escaleras a grandes zancadas, quedando exhausto apenas estuvo frente a la puerta de los Breuer.

— Damian… — Claire abrió la puerta, y lo miró, desconcertada — ¿Sucedió algo más?

— Sé quién… se la llevó — dijo, tratando de recuperar el aliento.

— Ven, hijo. Pasa adelante — le tendió la mano, y él la tomó.

Una vez en el interior, él comenzó a relatar lo que descubrió en los documentos de los dos ex alumnos; Claire escuchó atentamente, absorbiendo toda la información, hasta que los detalles de cada pelea y de los ataques a varias chicas produjeron en ella una reacción de horror visceral, llevó sus manos a su estómago como si la hubiesen golpeado muy fuerte, y él la sostuvo como pudo, preocupado por su seguridad.

— Señora Breuer… ¿Se encuentra bien?

— El teléfono — lo señaló, sobre la pared — pásamelo.

— Enseguida — él se movió rápidamente y volvió con el aparato, para llamar a Hanz.

— Claire, aún estoy en la estación.

— Ya sabemos quién fue… de hecho, son dos personas — dijo mirando a Damian, que solo asintió.

Una vez que tuvieron los datos, y ayudados por las fuerzas policiales, comenzaron la búsqueda de ambos chicos. No Fue fácil, pasaron todo ese día y parte del otro interrogando a sus conocidos hasta llegar a Terrance, que lucía demacrado y agotado, el efecto inequívoco del consumo de sustancias.

—¿Sabes por qué estás aquí? — Uno de los detectives preguntó.




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