Laila (libro 1. Serie Renacer)

Parte III. La Estrella que Brilló con Luz Propia en el Firmamento.

II.

Después de almorzar juntos, Laila regresó a su casa y Charles se marchó, ya que debía hacer otras diligencias. Por la noche, llamó a sus amigos y los invitó a tomar unos tragos, Ace respondió de inmediato, acordando verse en El Fénix Rojo, donde su antiguo jefe los recibiría con los brazos abiertos. Damian por otro lado, fue más difícil de encontrar, pero al final accedió a salir. Al encontrarse después de tanto tempo, el caluroso abrazo ni las bromas se hicieron esperar, ya fuera por los nuevos tatuajes de Ace, o por la apariencia de estrella de cine de Charles, por no mencionar la apariencia desaliñada de Damian, que lejos de hacerlo lucir mal, le daba un aire de chico malo que atraía aún más la atención.

—Hermano, hace mucho que no sabía nada de ti —Ace saludó a Damian— ¿En qué andas? ¿Te casaste con Laila o por fin le dejaste la puerta abierta a otros mortales interesados como yo lo estuve?

—No, ella y yo estamos separados —Damian murmuró entre dientes.

—Ah ¿En serio? Es una lástima… si mi francesita no me hubiese atrapado ya, no dudaría en ir por ella.

—¿Entonces las cosas con Zellin van en serio?

—Tan en serio como pueden ir, tomando en cuenta que ella aún está estudiando a distancia, pero no será para siempre.

—¿No les parece un poco raro que las parejas quedaran entre nuestro grupo de amigos? —Charles preguntó, y Damian alzó una mano, para pedir las bebidas.

—No, es más bien todo lo contrario, se veía venir que, en algún momento, terminaramos involucrados.

—¿Qué fue lo que pasó con ustedes? Me reuní con ella esta mañana, pero no quise preguntar.

—¿Hablaste con Laila? —Damian lo miró, sorprendido.

—¿Sí? Creí que ustedes se mantenían en contacto constante.

Damian meneó su cabeza—La última vez que hablamos frente a frente fue hace unos… tres meses, cuando rompimos nuestra relación por completo, ahora sólo nos limitamos a uno que otro mensaje ocasional, pero nada más.

—Hermano, eso ha de ser horrible para ti cuando has estado prácticamente obsesionado con esa chica desde que la conociste —Ace comentó, dándole un largo sorbo a su trago.

—Sí bueno, “obsesión” no es la palabra con la que describiría lo que siento por Laila, pero tampoco puedo obligarla a estar conmigo si no se siente cómoda.

—Y es por eso, amigo mío, que eres considerado como un maldito príncipe encantado, un chico dorado.

Damian frunció el ceño al escuchar esa frase, que pareció reconocer de alguna parte—No soy nada de eso, sino una persona común y corriente.

—Debes darte más crédito —Charles palmeó su hombro—eres mejor de lo que crees.

Durante el resto de la noche, los tres siguieron bebiendo y conversando, poniéndose al tanto de sus vidas. Damian logró relajarse con unos tragos más, y pasada la madrugada salieron. Por otra parte, en el Reino de los Muertos, Luzen miraba hacia la escena con cierta irritación. Todavía le costaba creer que Damian, que de alguna manera había sido elegido para completar el proceso de curación en la vida de Laila, ahora estuviera separado de ella y haciendo su vida en otro lugar, podía sentir el dolor de ella, y otros cambios por los que atravesaba su cuerpo y que cambiarían su vida en cuestión de meses, haciéndolo sentirse envidioso de ese privilegio del que Damian gozaba al vivir en el mundo humano. Se encontraba tan inmerso en sus pensamientos que no notó la presencia de Skylar, que se acercó a él con un raro brillo en sus ojos oscuros.

—Hola... Hermanito, te ves de muy mal humor, ¿Algo ha pasado con tu preciosa humana, que te tiene tan afectado?

—¿Qué quieres, Skylar? —Luzen preguntó, fastidiado.

—De querer, nada... Sólo me preguntaba qué le vio ella a ese niño dorado —se encogió de hombros —es decir, que estuviera contigo, aunque no era de mi agrado, de alguna forma lo vi venir, tomando en cuenta tu... predilección por las almas débiles y depresivas.

—¿Cuál es tu punto? —Luzen la miró, con una ceja arqueada.

—Mi punto es... que deberías deshacerte de él —lo miró también— ¿No te parece que es sólo un estorbo? Quieres a la chica sólo para ti ¿No? Entonces hazlo... Compórtate como lo que eres y mátalo —susurró en su oído, para después alejarse—sé que lo deseas, igual que quisiste matar al anterior, aquel de quién ella se enamoró.

—Anthony —Luzen murmuró, como llevado por la cadencia hipnótica de la voz de su hermana.

—Sí, él burló la muerte una vez, pero ella no tendrá ese privilegio dos veces ¿O sí? —Sonrió con malicia, sabiendo que su manipulación estaba funcionando— sabes que ella no merece ser realmente feliz; vino al mundo para sufrir, y tú, hermanito —golpeó ligeramente su pecho—puedes ser el que le produzca la dulce tragedia a la que está destinada.

Al momento de separarse, ella besó la mejilla de Luzen justo en la comisura de sus labios, y el efecto de su mensaje tóxico pareció extenderse como un potente veneno en el cuerpo del otro. Él no reaccionó, sólo se quedó en silencio y pensativo, hasta que su rostro se torció en una angustiosa mueca de dolor que captó el interés de Skylar por la manera súbita en que su engaño se deshizo ante sus ojos.

—Lu...

—Estás loca —Luzen siseó, y la alejó de su lado—te equivocas por completo; Laila no nació para sufrir, sino para brillar, y si él la ayudará a hacerlo, entonces no tengo por qué oponerme. De todas formas, el alma de ella, me pertenece, es un juramento que ambos hicimos y que pretendo mantener. Sé que ella piensa de la misma manera.

—Luzen... Eres dolorosamente ingenuo —Skylar suspiró fastidiada.

—Supongo que eso sucede, cuando te enamoras de alguien, de verdad.

—Bueno pues, si tú no lo haces, entonces yo sí tomaré su alma —anunció, desplegando un par de alas grises enormes y alzó el vuelo.

—¡Skylar, no lo hagas! —Saltó hacia adelante, para detenerla.

Pero fue muy tarde. Para el momento en que él estuvo en el aire, buscando a su hermana, ella ya estaba fuera de su alcance dentro del mundo humano. Ambos eran ahora exiliados del inframundo, ya que después de ese escape precipitado, regresar sería un acto suicida, ya que Hades no permitiría que sus ahora, hijos pródigos, volvieran a casa luego de desobedecer su regla principal. Skylar volaba desorientada en la oscuridad de la noche, buscando frenéticamente la esencia pura de Damian alrededor, pero sus agudos sentidos se vieron bloqueados por otras energías oscuras y perturbadas.




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