Laila (libro 1. Serie Renacer)

Epílogo.

Ese mismo año, durante la víspera de la Nochebuena todos se sentían muy emocionados. Desde su reconciliación con Damian el anuncio de su embarazo, la vida de Laila no hizo sino mejorar; avanzó en sus estudios con la ayuda de sus profesores, a la par de su terapista, que seguía guiándola y aconsejándole en los días en que sentía sus miedos volver con fuerza, esta vez impulsados por la llegada inminente de su primer hijo.

Damian también se sentía ansioso por los cambios que su familia sufriría en solo unos meses, pero por otro lado, algo dentro de él le decía que confiara en sus instintos, y que todo saldría bien. Para la cena familiar, acordaron que las tres familias —los Daniels, los Breuer y los Sherwood—se reunirían en la casa de la pareja, que no tenía nada que envidiarle a una de esas que adornaban las revistas.

El hermoso árbol de navidad brillaba con luces parpadeantes mientras esferas de diferentes colores le daban un resplandor mágico, en el piso, se extendía una alfombra de decorados llamativos, provenientes de los regalos que cada quién había agregado a medida que llegaban, captando la atención de los más pequeños, que estaban inquietos de conocer su contenido.

—¿Otro Shirley Temple? —Damian se acercó a ella, y la abrazó por la espalda.

—Me consientes demasiado —Laila se volteó y volvió a abrazarlo, descansando su cabeza sobre su pecho—ah… ese sonido siempre me reconforta cuando estoy nerviosa.

—¿Ese sonido? —Él la miró, confundido por un instante.

—Los latidos de tu corazón —ella lo miró también, con un suave sonrojo en sus mejillas— siempre ha tenido ese efecto en mí.

—Es lo mismo que tu sola presencia, hace en mí—Damian respondió, acariciando su rostro.

—Más empalagosos y les caen hormigas—Milo comentó, para molestar a Laila— además, están aplastando a mi sobrina.

—Vamos Milo, no seas fastidioso—Dylan lo reprendió, causando algunas risas entre sus familiares—es cosa suya si quieren producirnos un ataque con tanta dulzura.

—Gracias Dylan, eres de gran ayuda—Laila puso los ojos en blanco, y Damian sonrió.

—No puedo evitar ponerme así, cuando su hermana, realmente significa todo para mí.

Después de la cena, todos se reunieron alrededor del árbol y comenzaron a seleccionar y abrir los regalos, que iban desde las cosas más cotidianas para las chicas, como cosméticos y accesorios, a una Tablet y un reproductor de música moderno, para los más exigentes de la casa, como premio por sus altas calificaciones en sus estudios y comportamiento casi perfecto. Al final, solo quedaba una pequeña caja, colgando de una de las frondosas ramas, era de color azul claro con un listón plateado, y una gran L adornaba uno de los lados, haciendo alusión a su dueña.

—Este es de mi parte —Damian murmuró en su oído, antes de extenderse y tomarlo—lo escogí cuidadosamente, espero que te guste.

—Damy… —Laila musitó, sin apartar los ojos de su pequeño regalo.

—Ábrela —él rió ante su gesto— no te morderá.

Con manos temblorosas, Laila tomó la caja de las manos de él y levantó la tapa con tanto cuidado, que la sala se llenó de risas por un instante, ella se sonrojó aún más y se quejó, mientras su madre, su tía y la madre de Damian, la observaban ansiosas, sobre todo la primera, que pellizcaba levemente el brazo de su marido. Una vez que la curiosidad venció, Laila miró al interior, y sus ojos se llenaron de lágrimas al encontrar el anillo más perfecto que había visto en su vida; era una pieza única, hecha a la medida, con un hermoso diamante, cuyo color parecía mutar de manera inusual, como si su interior estuviese hecho por una sustancia líquida o una energía viva, todos esperaban la reacción de ella, pero fue Damian quien habló, al ponerse de rodillas, delante de ella:

—Nunca he sido bueno con las palabras, más bien tiendo a ser un poco tosco, pero de verdad quiero que sepas como me siento— comenzó a decir, y ella lo miró atentamente— hace ya seis años que estamos juntos, y están representados por los seis pétalos de la flor, hemos pasado por altos y bajos muy intensos, nos hemos apoyado y amado, aunque no siempre hemos estado juntos físicamente. Tú me ayudaste a ser el hombre que ves hoy ante ti, me convertiste en una mejor persona, más seguro de mí mismo, más cómodo con quién soy y más feliz, es por eso que esta noche especial, frente a toda nuestra familia, quiero pedirte que me acompañes en una nueva etapa, en otro viaje intenso y alocado de vivencias, que complementaremos con el nacimiento de nuestra hija—dijo, acariciando su vientre, y ella sonrió—Laila Marie Daniels, ¿Quisieras acompañarme en ese nuevo camino? —Preguntó suavemente— ¿Quieres ser mi esposa?

Segundos después, el único sonido en la habitación fue el de los villancicos en el reproductor familiar, la atención estaba ahora centrada en Laila, que se mantenía completamente quieta y callada, alternando su mirada entre el rostro de Damian y el anillo que reposaba en su regazo. De pronto, un suspiro salió de sus labios, junto a ligeros sollozos que le dieron la entrada a gruesas lágrimas de emoción.

—¡Por supuesto que sí! —Ella exclamó entre el llanto y la risa, y lo abrazó, Damian, lleno de alegría, la alzó con cuidado en sus brazos y selló su petición con un dulce y tierno beso.

—Te amo tanto —Susurró.

—Yo también te amo —Laila le respondió entre murmullos— más que a nada en el mundo.

Cuando le colocó el anillo en su dedo anular, Laila frunció suavemente el ceño, formulando una pregunta algo obvia en su cabeza, luego la pronunció en voz alta.

—Damy… ¿Cómo sabes la talla que uso?

—¡Yo se la di!—Mina exclamó, entre más lágrimas efusivas.

—¿Por qué no me sorprende? —Laila meneó su cabeza, haciéndolos reír a todos, que se acercaron a llenarlos de besos, felicitaciones y buenos deseos.

Mientras tanto, a muchos metros de ahí, dos figuras aladas observaban la escena con un mismo sentimiento llenando sus corazones: de nostalgia. Luzen apretó el collar de Laila en su mano, y los puntiagudos pétalos se marcaron en su palma, al mismo tiempo, el arcángel Michael miraba satisfecho la escena desplegada ante él, ya que el más testarudo y desconfiado de sus aprendices había encontrado el amor con una joven humana, después de creer que estos seres estaban llenos solo de odio y maldad.




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