Lamperi

۝ CAPÍTULO 1 ۝

 

 

Cadeyha — Victhorya

Primavera, 2026

Reviso de nuevo la computadora y el monto que marcaba mi cuenta en el banco seguía siendo el mismo como hace dos minutos.

Cero

¡Dice cero!

Absolutamente no me quedaba ningún centavo de todo mi capital para mi restaurante. 

Tomo mi pelo entre mis manos frustrada por lo que veo, es una clase de sueño realista ¿Cierto?

El jalarme los mechones duele fuertemente, pero no, no lo es, los mechones rojizos caen en mi rostro, las aparto de mi vista ante el dolor de cabeza que me provoca echarle una mirada a mi cuenta.

Porque fui tan tonta, debí hacerle caso a Raysa

Es una broma ¿Cierto?

Mi celular suena y lo tomó rápidamente revisando el mensaje entrante

Raysa

He ido al banco y sí Lara, él sacó el dinero ya vi las cámaras de seguridad, fue ayer tipo tarde nomas, falsificó nuestras firmas diciendo que le dimos un poder para que retiré todo de un saque, siendo socio de la cuenta, no dudaron en darle todo, mierda fue cuando nos quedamos con los de Luz y Bienestar y no respondimos las llamadas. 

Estoy de ida al restaurante no hagas nada por favor, espérame Lara

Dejo con fuerza el celular en la mesa y golpeó mi puño en ella, pero no puedo quedarme con los brazos cruzados, mi cabeza crea una y mil escenas de cómo lo voy a matar cuando encuentre a ese grandísimo hijo de su madre.

No señor, él no se salva de esto que nos ha hecho.

Lara

Estoy saliendo, te veo luego

Meto el celular a mi cartera y cierro la computadora para salir de mi estudio.

Maldición Jairo

Deje la computadora en su lugar y salgo de mi despacho pase por la cocina viendo como todos se mueven de un lado a otro para cocinar antes de que se abra a medio día, si no lo encuentro estamos perdidos.

— ¿Señorita...? —  Me detuve al escuchar a Juan, el cocinero principal del restaurante que manejo.

Me gire y trate — bueno fingí — de verme serena a lo que estaba pasando mientras las manos me picaban del miedo que me estaba dominando — junto a la rabia y enojo — por completo, y no era nada bueno.

Jairo ¿Cómo pudiste hacerme esto?

¡Puto!

—  La carne no ha llegado, así que mandé a Lía a comprar con lo que había ayer, lo que... Nos dejó — suelto un suspiro lleno de cansancio. Ahora como les explico todo el pututo que hizo Jairo, al menos teníamos eso guardado y no lo deposité a la cuenta.

—  Está bien... Veré que ha pasado, volveré en un rato por favor, estas a cargo — asiente no muy convencido de mis palabras, aunque ya tienen aires de que sí, ha pasado algo muy grave como para que hoy, no haya hecho ningún puto chiste de costumbre.

Cuando quise salir del local, golpeé a alguien con mi cabeza en su pecho.

Trate de no quejarme — aunque fue mi culpa — y me aleje de la persona diciendo un simple "lo siento".

Camine hasta llegar a tomar el taxi en la esquina de la calle.

— Por favor al barrio Sandoval, calle 68 — el taxista asintió y arrancó — ¿Podría acelerar? Por favor — Y solamente dijo un simple sí.

Morirás Jairo

.....

Mi celular no ha dejado de sonar y los mensajes que medio leí eran de Raysa que me advertía que no hiciera nada y que no sea muy impulsiva, después me dijo que me haría alcance — rindiéndose de insistir a pararme— pero que me quedara quieta.

Error grandísimo

— Llegamos señorita — Levantó la mirada y si, estamos en el vecindario de Jairo, saco los billetes de diez y le pagó al chófer, me bajó apresurada del taxi y corro hacía la casa de sus padres donde aún vive el gran mantenido de 25 años.

Toque el timbre repetidas veces, toque y toque y nadie salía.

Empecé a golpear mi puño en la puerta de madera y está ni se inmutaba a ser abierta, no voy a esperar sus ganas de nadie.

— ¡Sal Jairo! — grité a tiempo de que nadie salía.

Empecé a patear la puerta desesperada y tocando a la vez el timbre.

La gente que pasaba — incluso los vecinos — murmuraban y cuchicheaban entre ellos para saber quién era la chica quien golpeaba con brutalidad la puerta

Pero ignore todas las voces hasta que, por fin, la puerta es abierta.

La hermana mayor de Jairo, Joysi me miraba soñolienta, tenía los ojos hinchados y el pelo totalmente chipado

— ¿Y Jairo? — Dije directamente mientras me sobaba la mano con que golpeé fuertemente la puerta, sí que fui muy brusca. Ella limpia sus ojos y levanta los hombros, quitando importancia — ¡El maldito de tu hermano me acaba de robar! ¡Dime dónde putas está! — Grité desesperada mientras me tomaba los pelos agitada.

Ella me miró, y después dio pasos atrás. Sus ojos se abren comprendiendo quién soy.

Su mano lentamente iba a la puerta a querer cerrarla

De golpe, con una fuerza que no se dé donde poseo, detengo con una de mis manos la puerta, ella forcejea a querer cerrarla, sus nervios la delatan y eso me hace enfurecer más — ella sabe — mueve su mirada de un lado a otro intentando aún cerrar la puerta.

— ¡Habla ya! —  Y sí, me estoy descontrolando, a tal punto que pateé la puerta, haciendo que esté golpeé con fuerza la pared de concreto del interior de su casa dejándola abierta— mira Joysi... — Acomodé mi pelo todo alborotado por el viento y la apunte — Habla de una vez antes...

— ¡Auxilio! — Grita ella mientras tapaba su rostro, queriendo aparentar temor a mí.

La gente se acercaba, veo las intenciones de querer detenerme de una vez, pero no se las daría tan fácil... No a ellos.

— Si... ¡Auxilio señores! —Grite con sarcasmos, me giró para mirarlos y escuchar los "sollozos" de Joysi — ¡Llamen a la policía porque voy a denunciar a esta familia por robo! — grité al tiempo que apunté con mis manos a la casa de Jairo — Acaban de robar todo mi dinero... ¡Sorprendentemente Jairo ya no está! Raro... ¿No? — Hablo. La gente se tapa la boca sorprendidos por lo que dije.




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