Me encontraba otra vez, en la madrugada de un domingo, viendo con la linterna de mi celular la hoja que me había entregado Sierra el viernes en la escuela, en medio de la clase de física del profesor Sebastián.
Esta vez no me había escrito lo que le tenía que decir a Jackson, el mejor amigo del "novio" temporal de Sierra, ni cómo actuar o qué tontería debía decir como era costumbre, a pesar de que me parezca algo muy tonto.
En el papel arrugado se podía apreciar su fina caligrafía, que obviamente había aprendido porque le encantaba el lettering. Además, también se podía oler el aroma de su lapicero favorito, algo simplemente maravilloso. Ajusté mis lentes de lectura y, por quinta vez en la noche, por torturarme a mí misma, leí lo que decía.
Las cuatro reglas de amar a Sierra
Primera regla: No hagas espectáculos si la ves besándose con un chico.
Segunda regla: No trates de besarla en ningún lugar público ni en su propia casa.
Tercera regla: No la invites a una cita.
Cuarta regla: Acepta que no saldrá del closet y no la obligues a que lo haga.
Y como siempre, tendré que seguir lo que me diga al pie de la letra porque la amo. Y este sentimiento siempre me hace cometer estupideces.