Las 4 reglas de amar a Sierra

Capítulo 2

Leah

Me revolví incómoda entre la multitud cuando todos salimos rápidamente del laboratorio de biología completamente pegados unos a otros. Era la hora del almuerzo y obviamente todos salían como una manada de elefantes hambrientos hacía el comedor y el patio de la escuela.

Nuestra escuela no era lo suficientemente grande como para tener una cafetería del tamaño de cinco habitaciones como una institución americana, irónico porque teníamos laboratorio y eso es tan poco común en las escuelas del país, así que una buena parte de alumnos tenía que ir a almorzar en el patio de la escuela, que en realidad era una cancha de basketball algo descolorida.

Desde que comencé a estudiar aquí me pregunte qué arquitecto decidió que el diseño de la escuela estaba chévere, pero en fin.

Sierra y yo nos dirigimos hacía la tienda que estaba en el patio para poder comprar un aperitivo, porque, después de todo, ella me prohibió almorzar durante la escuela. Decía que yo siempre traía un gran plato de comida, que obviamente comía, y eso arruinaría mi reputación de chica "delgada". Aunque tampoco es como si yo tuviera alguna queja, no me gusta comer en el suelo lleno de hormigas. Oh y también porque no me gusta la comida sudada, le quita el sabor.

Llegamos a la tienda y Sierra se pidió una galleta Coco Nut y una botella de agua; mientras que yo compré unas rosquitas, ella me permitía comerlas porque eran "naturales", y un café.  Ella pagó por las dos, ya que me debía dinero que le presté una vez.  Mientras esperábamos el cambio, procedí a agarrar los paquetitos de azúcar gratis que me habían dado cuando pedí el café.  De repente, Sierra, que antes estaba observando con malhumor al joven trabajador, vio que le echaba como tres paquetitos de azúcar a mi bebida,  y me dio una cara de desaprobación.

- ¿Qué crees que va a pensar tu novio si te ve comiendo esa cantidad de azúcar? - la miré con extrañeza, ya que había gente detrás de nosotros que estaba escuchando nuestra conversación porque no nos habíamos movido de nuestro lugar. Mierda, apúrense y denle su cambio

Yo sabía que nuestros problemas alimenticios ya eran comentados por muchos, pero nunca los habíamos discutido en público o, por lo menos, habernos recriminado por comer cierta cantidad de algo. El trato, tácito en realidad, era que lo expresáramos mediante miradas de desaprobación.  Aunque lo de "expresáramos" suena a mucha gente, Sierra es la única que lo hace.

Cuando finalmente le devolvieron su cambio y nos movimos de la tienda, logré responderle a Sierra. Porque esta actitud de perros ya me está hartando por hoy, la adoro pero llega al punto más alto de mi límite de paciencia

- Me importa una mierda lo que piense él.- Sierra abrió la boca, pero me le adelanté rápidamente.- dejemos el tema porque créeme, mi amor, no vas a salir ganando.- escupí, con mi auténtica voz. 

Antes de conocer a Sierra, en mi antigua escuela tenía la fama de ser un poco mordaz y sarcástica.  Ello lo tuve que dejar por ordenes de Sierra, pero a veces aparece, especialmente cuando estoy en mi límite. Aunque también, hay veces en la que soy muy poco "agradable" con las personas aun en mi papel de perrito faldero, pero la gente no se da cuenta o lo ignora porque lo dice alguien con voz de ardilla. Y si me lo preguntan, en cierto modo, tiene su beneficio, puedo insultar de frente a alguien y nunca obtengo represalias por ello.

- Dejemos el tema, mi amor.- dice ella con tono de voz y una cara adorable y me relajo inmediatamente. El rubor sube a mis mejillas y la miro con una cara de cachorrito enamorado. Diablos, ella si que sabe como tenerme a sus pies en menos de un minuto.- ¿irás a la fiesta de Matías?

La miro y me rio entre dientes, sé perfectamente que ella sabe que iré. Sin embargo, hizo esa pregunta para aligerar un poco el ambiente y cambiar de tema. No le gusta que estemos peleadas ni enojadas por culpa de la otra. Otro aspecto que amo de ella.

-Por supuesto que sí.- digo mientras abro el empaque de rosquitas, le doy un breve sorbo a mi café tibio. Un sentimiento de calidez se apodera de mi cuerpo, y probablemente no sea por mi bebida.- estaré con Mariana, espero no te importe mucho

Ella rueda los ojos y veo que su delicada y pequeña mano se transforma en un puño, está celosa. Es adorable, que se ponga así siempre me va a resultar adorable.

- ¿Y a Jackson no le molestará que no estés con él? - me pregunta mientras abre su botella de agua con una mueca en la cara. 

Dejamos de caminar y nos sentamos en una pequeña porción de pasto sintético que posee la cancha de basketball. Ella se sienta de piernas cruzadas mientras que yo estiro totalmente mis piernas, ya que llevo una falda. Aun si estoy protegida con una pantaloneta debajo, aún me siento cohibida.  

Quizá porque...no, no, no ahora no Leah. No.

- Jackson, en realidad, no me habla desde ayer.- respondí encogiéndome de hombros. Era una total alegría que ese idiota no me hablara. Gastar mis datos para tener una conversación bien cringe no vale la pena. - si no me equivoco, sus padres lo castigaron. Dudo que vaya.- digo con mi tono de voz de ardilla por la felicidad, porque, Dios, que ese hombre no me hable es como si me hubieran adelantado diez años de regalos de Navidad.

Es cierto que Sierra se consigue novio cada dos meses y yo tengo que seguirle el juego, porque obviamente no puedo ser la mejor amiga solterona, y conseguirme uno también. Por lo cual, alrededor de estos tres años he tenido muchos que, nunca, me gustaron de manera romántica a pesar que también me gustan los chicos. La mayoría de ellos eran guapos, pero sobre todo soportables. Cosa que no pasa con el idiota de Jackson.

Suerte que ya se acaban los dos meses en cinco días. Aunque otra vez tengo que buscar novio, mierda.

- Dios, no suenes tan feliz.- dice ella, mientras se aguanta una carcajada. Sabe que no es normal que use mi tono de voz de ardilla sin que salga forzado, por lo cual se ríe. - seré benevolente contigo, puedes romper con Jackson mañana.




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