Las 4 reglas de amar a Sierra

Capítulo 4

Leah

- Bueno, ya estamos aquí y tú te ves fenomenal. 

Mari dice dulcemente con una sonrisa, me siento halagada por su comentario y me sonrojo ligeramente. A pesar de que, cada vez que me arreglo para una fiesta, me dice ese tipo de cosas. Siempre es muy cariñosa.  

Le echo un vistazo a la chica bajita. Ella está vestida con un suéter, porque obviamente tiene frío, y unos jeans negros. Sin embargo, se ve muy bonita aun si no es un conjunto como el que yo estoy usando. 

Me muero de frío en realidad.

- Espero se diviertan chicas.- dice la mamá de Mariana desde el asiento del conductor y se va conduciendo en su camioneta blanca. 

Nos despedimos de ella con la mano y nos movemos hacía la entrada de la casa. Tocamos el timbre y nos abre la novia de Matías, que apesta horriblemente a alcohol y que viste con su típica minifalda roja. 

- ¡Chicas! ¡Pasen! - nos dice efusivamente tambaleándose un poco. 

Apenas ponemos un pie en la casa del desgarbado chico y cerramos la puerta, la chica (que irónicamente es la inteligente del salón) se va a besar a su novio, que se encontraba sentado en una mesita comiendo un gran sándwich, con una pasión digna de la película 50 sombras de Grey.

Las dos nos estremecemos al ver la escena, creo que nunca nos acostumbraremos a ver esas escenas, y nos sentamos en uno de los pocos sillones vacíos que logramos encontrar. La fiesta está llena de adolescentes tomando y bailando de forma explícita al son del pésimo reggaetón que suena en las bocinas de la casa de Matías. La letra que suena es prácticamente insoportable y no tiene ni una pizca de sentido, pero aun así mi pie se mueve al ritmo de la canción. 

No tengo oído musical después de tantas fiestas como estas. 

- Dios, estas fiestas apestan.- dice Mariana casi gritando para que la escuche a pesar de nuestra cercanía.

- Dímelo a mí. Estas fiestas solo son excusas para tener sexo, es más mira.- comienzo a señalar ciertas parejas que parecen estar a punto de hacer un hijo frente a todos. Mariana ve a las parejas y se sonroja de la vergüenza, ella siempre es tan inocente.- siempre es así. Créeme, es horrible ver todo esto. Porque a la semana siguiente tienes que fingir que no los viste prácticamente follando. 

- ¿Te pasó eso alguna vez? -pregunta Mariana aterrorizada. Ella solo ha ido a unas cuantas fiestas alrededor de nuestra adolescencia. Y en realidad eran quinceañeros donde todos permanecían con ropa y decencia, especialmente.

- Mierda sí. - digo mientras niego con la cabeza y los miles de recuerdos desagradables de gente teniendo sexo oral en el baño me pasan por la cabeza.- por eso nunca voy al baño aunque me esté orinando. Nunca sabes lo que encontrarás en este tipo de fiestas.

- Pensé que no estaría tan mal al ser la fiesta de Matías. Ya sabes, el chico es bastante sano y amable, además su novia es la inteligente del salón.

- Eso no te lo niego, Mariana. Pero la fiesta fue organizada por la mejor amiga de los dos: Dafne, que es una fiestera total. Aunque también es una gran amiga.- digo con una sonrisa, recordando cómo una vez en una fiesta me divertí con ella y su grupito de amigos.

Recuerdo ese día. Era la fiesta de la odiosa Alessandra y yo estaba muy disgustada con todo lo que estaba sucediendo. La fiesta, que en realidad pintaba de ser una en la que iba a haber alcohol y sexo como casi siempre, terminó siendo un mercado de drogas. Y sí, todos terminaron drogados. 

Aunque tuve ganas de irme, no podía porque era el chofer de Sierra quien se supone que nos iba a llevar a las dos a nuestras respectivas casas. Así que sentarme como idiota viendo como mis compañeros gastan su vida era mi única opción.

Sin embargo, su grupito de amigos, al ver que era una de las pocas que no estaba fumando marihuana como si fuera un simple cigarrillo, se acercó a mí y comenzamos a charlar animadamente.  Al ver que en sí todos compartíamos el desagrado a la clase de fiesta en la que nos habíamos metido, nos fuimos de esa casa y huimos a Ball's. Un restaurante de comida rápida abierto las 24h que tiene también un montón de juegos.  Y a pesar de que no los conocía, fueron tan amables y me divertí un montón con ellos. 

Fue una experiencia tan bonita. Aunque tuve que seguir fingiendo de todas maneras.

- Vaya, que bueno que no sea así. Los rumores decían que era una caprichosa total.

- Nah.- niego con la cabeza.- lo dicen porque es rica nada más. Y porque tienen envidia de que su novio sea el único rubio de la escuela. 

Mariana se ríe un poco.- No es solo porque es el único rubio, Leah. Fred es bien guapo.- dice suspirando, con una cara un tanto soñadora. 

- Guapo y despistado. Dafne le tiró cien mil indirectas de que le gustaba y él estaba en su cuarto viaje astral.

Mariana rompe en carcajadas y me contagia la risa. Formamos una melodía prácticamente, hasta que se rompe porque ella se queda callada de repente. La miro y veo que su mirada se ha quedado en un punto fijo del lugar, intento ver qué está mirando hasta que finalmente me doy cuenta.

Sierra está vestida con un pequeño short, como si el frío en esta casa no existiese, y con una camiseta de tiritas de color negro. Lo que le permite al idiota de su novio prácticamente tocarla sin ningún impedimento alguno. 

Se están dando un beso francés, lo puedo ver a pesar de que se encuentran al fondo en una esquina junto a un lindo florero, y frotándose como dos animales en celo. Sé que es prácticamente imposible, pero desde aquí escucho sus gemidos a pesar del alto volumen de la canción que no logro reconocer.

Me paro de mi asiento y comienzo a acercarme para reclamarle. Lo he hecho anteriores veces, he separado sus besos con sus antiguos novios con estúpidas excusas. Y le he reclamado fuertemente por estar besándose de esa manera con alguien que no soy yo, su novia. No esos chicos que ella finge gustar. 




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