Las amigas de mi novia

Uno

Entre lo indescifrable de dónde empezaba la luz y dónde acababa la oscuridad del castillo, iluminado por la exclusividad de las débiles velas que bailaban con la brisa nocturna, Eron ajustaba las correas de su capa. La larga tela de terciopelo azul marino caía sobre sus hombros, representando su reciente nombramiento como caballero. Era una ocasión que debería haber celebrado con entusiasmo, pero el peso de las responsabilidades aún le resultaba incómodo, y el frío de la piedra bajo sus pies no hacía más que intensificar su nerviosismo. Mientras se miraba en el espejo de bronce frente a él, no podía evitar observar los rastros de juventud que quedaban en su rostro, la suavidad en sus mejillas, la falta de cicatrices que mostraran batallas peleadas. Todavía se sentía como un niño jugando a ser caballero.

Selene, su prometida, se encontraba a su lado, delicada y casi un ángel en la penumbra. Su vestido de seda blanca resplandecía, la tela acariciando sus curvas con una perfección que parecía haber sido tejida por las propias estrellas. Su cabello oscuro contrastaba con la pálida blancura de su piel, dándole un aire incapaz de explicar. Siempre había sido así, una mujer que atraía todas las miradas sin esfuerzo, pero cuya verdadera esencia era muy reservada e insondable incluso para Eron.

Ella lo observaba con una mezcla de cariño y esperanza de conseguir algo. Sus ojos, profundos como un lago en invierno, lo seguían mientras se preparaba para la acción de gracias de aquella noche. Eron, al notar su mirada, sintió una punzada de inseguridad. A pesar de su lealtad persistente hacia ella, siempre había una barrera invisible que no lograba cruzar. Sabía que Selene lo amaba, o al menos eso pensaba. Sus palabras siempre eran dulces, y su compañía, reconfortante. Pero había algo en ella, una quietud calculada, que lo dejaba en vilo. Como si sus emociones fueran tan carentes de errores y controladas con sutileza, que era imposible saber cuándo estaba siendo sincera.

"Esta noche es importante para ambos. Lo sabes, ¿verdad?" mencionó ella en voz baja, rompiendo el silencio. Su voz era como un ruido suave de hojas en otoño, que le resultaba agradable pero que estaba cargado de una extraña gravedad.

Él asintió, pero no pudo encontrar las palabras adecuadas. Las posibilidades de que algo sucediera eran muchas, no solo por parte de Selene, sino de toda la nobleza. Esa noche debía ser única, ya que pediría la mano de Selene, hija del conde más influyente de la región. La ceremonia marcaba el inicio de su vida juntos, una vida que, hasta ese momento, Eron había imaginado llena de amor y compañerismo. Pero las palabras de Selene ahora le pesaban más de lo que debería.

Ella se acercó, acariciando con sus dedos fríos la mejilla de Eron. Él cerró los ojos ante el toque, pero no era un gesto de placer. Era más bien una rechazo por su prejuicio, un intento de aferrarse a algo familiar y reconfortante, aunque lo que sentía en ese momento no era ni lo uno ni lo otro.

“Siempre me has sido fiel. Y por eso sé que lo serás hasta el final. Pero hay cosas que debes aprender, mi querido Eron. Cosas sobre este mundo, sobre nosotras.”

Eron abrió los ojos, sintiendo el peso de sus palabras pero sin abrazarlas del todo. Sus manos bajaron a los costados, tensas, mientras intentaba descifrar el significado oculto en los ojos de su prometida. Selene era alguien incapaz de entender, había sido así, pero esta noche, surgió un matiz nuevo en su tono, uno que lo inquietaba de manera distante.

"¿Nosotras?" preguntó, sin poder evitar que la confusión se filtrara en su

Selene sonrió, un gesto delicado pero calculado, como si supiera algo que él aún no había descubierto. "Mis amigas. Sabes que son importantes para mí, ¿verdad? Son como hermanas. Y tú... tú tendrás que entendernos a todas si deseas comprenderme a mí."

Eron sintió que el aire en la habitación se volvía más denso. Las amigas de Selene siempre habían sido una presencia distante pero intrigante. No las conocía en profundidad, y hasta ahora no le había parecido importante hacerlo. Para él, Selene era su mundo, su razón de ser, y todo lo demás era accesorio. Pero ahora, con esa insinuación, parecía que las amigas eran más que una simple compañía. Eran una parte integral del enigma que rodeaba a su prometida.

"Eron, no te preocupes. Tendrás tiempo para conocerlas. Y ellas también a ti." continuó ella, deslizando sus dedos por su brazo hasta tomar su mano.

Sus palabras eran capaces de tratar el estrés, pero el joven caballero no podía ignorar el sonido producido por las paredes como una advertencia que resonaba en ellas. Miró a Selene deteniéndose, tratando de descifrar sus intenciones. ¿Por qué ahora, justo antes de la ceremonia, mencionaba a sus amigas de una manera tan extraña?

Selene lo observaba con atención, pero su rostro no revelaba nada. Eron deseaba preguntarle más, pero el momento no parecía el adecuado. Algo en la forma en que lo miraba lo hizo dudar, como si cualquier pregunta pudiera romper el delicado equilibrio entre ellos.

La puerta del salón se abrió de repente, interrumpiendo el silencio que se había formado entre ambos. Un criado apareció, haciendo una reverencia profunda.

"Mi señor, mi lady. La ceremonia está lista para comenzar." enunció con voz temblorosa. "

Eron asintió moviendo despacio la cabeza a las palabras del criado, tomó la mano de Selene mientras ella lo conducía hacia la puerta. El aire frío del pasillo los envolvió, y mientras caminaban juntos hacia su destino, Eron no pudo dejar de sentir que algo había cambiado entre ellos. Algo que él aún no comprendía del todo, pero que pronto lo haría.



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En el texto hay: engaños., trampas y corrupcion, juegos de rol

Editado: 02.10.2024

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