Las amigas de mi novia

Cuatro

Después de que Nysa se marchó, el salón quedó aún más silencioso, y Eron se sintió un poco más solo, aunque la conversación que acababa de tener con ella le había dado una perspectiva diferente. Seguía sumido en sus pensamientos, tratando de encajar las piezas del enigma que eran Selene y sus amigas, cuando escuchó unos pasos suaves acercándose desde el otro extremo del salón.

Alzó la mirada y la vio. Ilyana, la tercera y última de las amigas de Selene, apareció en la penumbra. Era la más misteriosa del grupo, y quizás la que menos conocía Eron. A diferencia de Lyra, que exudaba una confianza casi agresiva, o Nysa, cuya presencia era tranquila y perspicaz, Ilyana tenía una energía en su totalidad distinta. Era como un espectro: silenciosa, como si pudiera desaparecer en cualquier momento. Sus movimientos eran elegantes, pero en un sentido casi excediendo los límites de la naturaleza, y su presencia llenaba el espacio de una manera que hacía que todo lo demás pareciera desvanecerse.

Su cabello era plateado, una rareza en esas tierras, y sus ojos eran de un azul profundo, como el de un lago inexplorado. Vestía con una túnica ligera, de un tono azul oscuro, que ondeaba tras ella mientras se movía. La túnica parecía mimetizarse con la oscuridad de la noche, lo que le daba una apariencia casi fantasmal. Eron no sabía qué esperar de ella, ni cómo debería comportarse en su presencia, pero lo que sí sabía era que Ilyana, aunque reservada, tenía una reputación que la precedía.

Se detuvo a pocos pasos de él, mirándolo con esa expresión inescrutable que la hacía tan difícil de leer. Durante un breve momento, el joven se sintió como si estuviera en un sueño, uno donde el tiempo se detiene y cada palabra cuenta más de lo que parece. Selene y Lyra seguían al otro lado del salón, ocupadas en su conversación privada, sin prestarles atención.

“Ilyana,” murmuró, casi por instinto, al tiempo que se ponía en pie, sintiendo que no era apropiado permanecer sentado frente a ella. Había algo en su porte que exigía respeto, aunque nunca lo hubiera pedido.

“Eron,” respondió ella, su voz suave pero clara, como el tintineo de una campana lejana. Sus ojos se clavaron en los de él, y sintió una extraña conexión en esa mirada, una sensación de que, aunque apenas se conocían, ella lo veía tal y como era, sin velos ni pretensiones.

Eron tragó saliva, sintiendo que debía decir algo, pero no estaba seguro de qué. Sin más opciones, optó por la franqueza. “No hemos tenido muchas oportunidades de hablar antes. Selene me ha hablado mucho de ti... pero debo admitir que aún no sé mucho sobre ti.”

Ilyana sonrió apenas, un gesto casi imperceptible que hizo que su expresión pareciera aún más misteriosa. “Selene y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Ella y sus otras amigas... somos como las piezas de un mismo tablero. Cada una tiene su lugar y su propósito.” expresó.

Eron indicó desagrado casi sin hacerlo ante esa descripción. Tablero. Propósito. Otra vez, esas palabras llenas de significados ocultos, como si todos a su alrededor hablaran en acertijos que él debía resolver.

“¿Y cuál es tu lugar?” preguntó, con cautela, intentando entender más.

Ilyana dio un pequeño paso hacia él, sus movimientos tan fluidos que casi parecían parte del ambiente. “Yo observo, Nysa te mencionó que observa, pero yo veo más allá de lo que otros ven. No me mezclo en los juegos de poder de Lyra o en los enredos emocionales de Selene. Yo me aseguro de que todo siga su curso. Y... creo que eres una pieza importante en todo esto.” aseveró, su voz suave pero clara.

Eron sintió un nudo formarse en su estómago. ¿Una pieza importante? La manera en que lo decía hacía que sonara menos como un halago y más como una advertencia. “No sé si entiendo lo que quieres decir,” admitió, tratando de mantener la calma.

Ilyana inclinó la cabeza, como si estuviera evaluando sus palabras antes de responder. “No tienes que entenderlo todo ahora, Eron. Pero deberías saber que nada de lo que sucede entre Selene y tú es casual. Tú representas algo más grande, algo que incluso ella puede no comprender del todo.”

Las palabras de Ilyana eran crípticas, pero había algo en su tono que hizo que él se diera cuenta de que ella no estaba mintiendo ni tratando de manipularlo, simple y sin más decir le estaba diciéndo lo que creía que él debía saber.

“¿Y qué se supone que debo hacer con esa información?” preguntó más por la necesidad de tener una dirección clara que por una verdadera expectativa de respuesta. Se sentía atrapado en una red cada vez más intrincada, una donde todos parecían saber más que él.

Ilyana se quedó en silencio por unos momentos, su mirada aún fija en él. Luego, a modo pausado, sacudió la cabeza. “Eso es algo que tendrás que descubrir por ti mismo. Nadie puede decirte cuál es tu camino, eso lo decides tú. Pero te doy un consejo. No dejes que el amor que sientes por tu prometida nuble tu juicio. Porque este juego... puede volverse peligroso si no sabes cómo moverte en él.”

Se le pusieron los pelos de punta al escuchar esas palabras. ¿Peligroso? Había imaginado que las relaciones de poder entre su novia y sus amigas eran complejas, pero la palabra "peligroso" nunca había cruzado por su mente. Ahora, más que nunca, se sentía como un peón en un tablero cuyos jugadores estaban mucho más adelantados que él.

“¿Por qué me dices esto? ¿Por qué advertirme?” preguntó, para finalizar.



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En el texto hay: engaños., trampas y corrupcion, juegos de rol

Editado: 02.10.2024

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