Las amigas de mi novia

Siete

El regreso de la misión había sido un silencio abrumador y asfixiante. Mientras el paisaje pasaba a su alrededor, Eron no podía dejar de pensar en lo que había sucedido. La imagen de los labios de Lyra aún estaba fresca en su mente, el calor de su boca, el momento en que el control se había escapado de sus manos. Había sido rápido, un segundo de tentación al que no había podido resistirse. Y ahora, de vuelta en el camino hacia la ciudad, el peso de lo ocurrido lo aplastaba.

Cada paso de su caballo le parecía un martillo en su conciencia. ¿Cómo había permitido que algo así sucediera? A lo largo de la misión, había sentido esa conexión extraña, como un imán que lo acercaba más y más a Lyra, pero hasta ese momento, siempre había creído que podía mantener la distancia. Después de todo, tenía a Selene, a quien amaba, y la lealtad hacia ella había sido siempre su ancla. Pero el beso con Lyra había sacudido los cimientos de todo lo que pensaba que era.

Miraba hacia adelante, tratando de no girar la cabeza hacia ella, que cabalgaba a su lado en silencio. Ella no había dicho nada después del beso. No había rastro de remordimiento en su expresión. Su actitud era tan tranquila como siempre, como si nada de lo sucedido hubiera significado algo. Ese mismo desinterés lo atormentaba. ¿Para ella solo había sido un juego más? ¿Una prueba para medir su control sobre él? La duda se instalaba en su mente como un veneno lento y letal.

Los días que siguieron a la misión fueron una tortura interna para Eron. Selene lo esperaba, como siempre lo había hecho, con su sonrisa cálida y su actitud comprensiva, pero ahora había un abismo entre ellos, un secreto que lo carcomía. Cada vez que la miraba a los ojos, sentía la culpa arrastrándose bajo su piel. El beso con Lyra había sido un acto que traicionaba todo lo que él pensaba que era, y lo peor era que no podía sacarlo de su cabeza. Se encontraba pensando en ella más de lo que debería, y cada vez que recordaba el momento, un remolino de emociones lo invadía: deseo, culpa y confusión.

El conflicto en su interior lo consumía. Intentaba convencerse de que había sido un error, algo que no volvería a suceder, pero la duda persistía. ¿En realidad podía controlar lo que sentía por Lyra? ¿O era solo cuestión de tiempo antes de que volviera a caer? Sabía que debía ser honesto con Selene, pero al mismo tiempo, temía lo que esa verdad podría desatar. Selene no era el tipo de persona que perdonaría así por así una traición, y mucho menos con una de sus amigas más cercanas.

Una tarde, cuando a pesar de lo que podría pasar decidió que iría a ver a Selene para enfrentar lo que había sucedido, algo lo detuvo. Estaba a punto de salir de su casa cuando escuchó un golpeteo suave en la puerta. Al abrirla, se encontró cara a cara con Nysa. Su expresión serena contrastaba con la tormenta que rugía en su interior.

—Eron Necesito hablar contigo —saludó con esa voz calmada que siempre parecía llevar una carga de sabiduría oculta.

Eron titubeó. Ver a Nysa en ese momento solo añadía más caos a su ya desordenada mente. Ella representaba otra faceta del grupo de amigas de su chica, una que siempre lo había intrigado. Ella no era como Lyra, no buscaba el caos ni la provocación, pero había algo en ella que lo atraía de una manera más sutil, más peligrosa de lo que él quería admitir.

—Claro, Nysa. ¿De qué se trata? —respondió, con una voz que intentaba sonar casual, aunque por dentro estaba lleno de dudas.

Ella entró sin esperar una invitación formal y cerró la puerta tras de sí, como si supiera que lo que iba a decir no era algo que pudiera discutirse en público. Caminó a pasos pausados por la sala, observando el espacio antes de girarse hacia él.

—He estado pensando en ti desde que regresaste de la misión No puedo evitar sentir que algo cambió en ti —expresó, con la calma que la caracterizaba, pero con un brillo en los ojos que no pasó desapercibido para él.

Eron tragó saliva. Nysa era perspicaz, siempre lo había sido, y en ese momento sintió que ella podía leerlo como un libro abierto. Quiso negarlo, pero las palabras se le atascaron en la garganta.

—No sé de qué hablas —intentó mentir, pero su tono de voz no tenía la convicción que necesitaba.

Nysa se acercó un paso más, sus ojos fijos en los de Eron, como si intentara escudriñar cada rincón de su alma.

—Sabes que no miento. Algo ocurrió en esa misión, algo entre tú y Lyra. Lo veo por como me miras —susurró, su voz baja, como si compartieran un secreto.

Eron sintió una emoción fuerte y agresiva recorrer su cuerpo. ¿Cómo podía saberlo? No habían mencionado lo sucedido, ni siquiera en la intimidad de sus propios pensamientos había dicho esas palabras en voz alta. Pero ahí estaba ella, desvelando su secreto con una certeza escalofriante.

—No... no fue nada. Fue un error —dijo, sin saber cómo continuar.

Nysa sonrió, pero no era un movimiento de labios burlón. Era el gesto de alguien que entendía mucho más de lo que dejaba ver.

—Los errores a veces nos enseñan más que cualquier otra cosa, Eron. Pero también nos abren puertas que, una vez abiertas, es difícil cerrar —Hizo una pausa, dejando que sus palabras se asentaran en la mente de su receptor.

Eron se quedó en silencio, incapaz de apartar la mirada de ella. Esa hembra siempre había sido así, una presencia calmada pero inquietante. Y ahora, en medio de su tormenta interna, sentía que su sola presencia lo arrastraba más y más hacia un abismo.



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En el texto hay: engaños., trampas y corrupcion, juegos de rol

Editado: 02.10.2024

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