Las amigas de mi novia

Ocho

Eron no sabía con exactitud qué lo había impulsado a aceptar la invitación de Nysa. Mientras caminaban juntos por los callejones que llevaban hasta la casa de ella, el eco de sus pasos resonaba en su mente, como un tambor que marcaba el ritmo de una decisión que aún no terminaba de comprender. Era un hombre atrapado entre el deseo, la culpa y la confusión, pero había algo en la manera en que esa chica lo había mirado, en la forma calmada en que había hablado, que lo había desarmado por completo.

Era como si hubiera visto dentro de él, más allá de las máscaras que llevaba, más allá de la fachada que intentaba mantener, y hubiera encontrado la verdad que ni él mismo quería aceptar. Ella había sido su tentación, un caos que lo había arrastrado hacia un lugar peligroso, pero Nysa... Nysa era otra cosa. Ella no lo había seducido con la misma intensidad salvaje que Lyra, sino con algo mucho más sutil, casi imperceptible, pero igual de poderoso.

Cuando llegaron a la puerta de la casa de Nysa, Eron sintió que el mundo a su alrededor se estrechaba. Era una casa modesta, mucho menos ostentosa de lo que habría esperado de alguien del círculo de Selene. No había nada llamativo en ella, pero tampoco parecía un lugar acogedor. Era como si reflejara la personalidad sobria, impenetrable y llena de secretos de su dueña.

Ella abrió la puerta y lo invitó a entrar con un gesto suave, pero se quedó en la entrada, dudando por un momento, antes de cruzar el umbral. El aire en la casa era fresco, casi frío, y las sombras parecían moverse al compás del viento que entraba por las ventanas apenas abiertas. Nysa lo guió hacia una sala pequeña, donde una chimenea apagada dominaba el espacio. No había mucho mobiliario, solo lo esencial, como si no necesitara más que lo mínimo para sentirse en paz.

—¿Por qué me invitaste aquí? —murmuró. Sabía que Nysa no hacía nada sin un propósito, y quería entender por qué lo había alejado de Selene en ese momento.

Ella se sentó en una silla junto a la ventana, su mirada tranquila, como si su invitación no tuviera mayor importancia.

—Porque quería que lo vieras por ti mismo —respondió como si lo que iba a revelar fuera un enigma.

—¿Ver qué? —Eron movió las cejas provocando que las líneas en su frente se arrugaran.

—Ver la verdad de lo que está sucediendo. Te has preguntado por qué te sientes tan inquieto alrededor de nosotras, ¿verdad? Por qué no puedes entender lo que ocurre en tu propia mente, ni siquiera con Selene —empezó Nysa, y su tono no era desafiante ni malicioso, sino más bien, revelador.

Eron asintió, sin palabras. Había estado lidiando con esas preguntas desde que había conocido a las amigas de Selene, pero desde la misión con Lyra, las dudas y la confusión se habían convertido en tormento.

—Lyra y Selene son más cercanas de lo que crees —continuó Nysa, con una tranquilidad que lo desconcertaba—. No son solo amigas. A veces, cuando están solas, se besan. Es algo que comparten, un vínculo que va más allá de lo que tú entiendes.

El golpe de la revelación cayó sobre Eron como una tormenta repentina. Selene y Lyra... juntas. De alguna manera, siempre había notado la cercanía entre ellas, pero nunca había imaginado que fuera de esa manera. Su mente intentó procesar la información, pero lo que lo desconcertaba no era tanto la idea de que ellas se hubieran besado, sino el hecho de que su prometida nunca le hubiera mencionado algo así. Había estado en la oscuridad todo el tiempo.

—Selene nunca te dijo nada, ¿verdad? —preguntó Nysa mientras observaba, esperando que las piezas se colocaran en su mente.

—No. Nunca me mencionó nada —admitió Eron, moviendo la cabeza de arriba abajo, con gesto en los labios todavía tratando de asimilar lo que acababa de escuchar.

—No es que te lo ocultara porque no confía en ti. Es porque hay cosas que Selene cree que no entenderías... cosas que ella misma aún está tratando de entender. Y tú, Eron, estás atrapado en el medio —aclaró tratando de ser gentil..

Eron bajó la vista al suelo, entre tanto que el peso de sus propias inseguridades se apoderaba de él. ¿Cómo podría enfrentarse a Selene ahora? ¿Cómo podía pedirle explicaciones sobre algo que él mismo no comprendía? Y peor aún, ¿cómo podía justificarse cuando él mismo había fallado en ser honesto, besando a Lyra en la misión?

—¿Por qué me dices todo esto? —preguntó al fin, alzando la vista hacia Nysa, que lo miraba con una mezcla de compasión y determinación.

—Porque quiero que entiendas que no eres el único que está atrapado en este juego. Todos estamos jugando algo. Selene, Lyra, yo... Y tú también. La diferencia es que tú aún no entiendes las reglas —respondió ella.

Eron sintió que algo en su interior se quebraba. La revelación de Nysa no solo había trastocado su relación con Selene, sino que había dejado al descubierto algo mucho más profundo: su propia inseguridad y su desconocimiento sobre lo que de veras sucedía entre esas mujeres.

—¿Y qué se supone que haga ahora? —preguntó, su voz impregnada de una mezcla de desesperación y confusión.

Nysa se levantó de su silla y caminó hacia él, colocándose a su lado. Puso una mano suave en su hombro, y por primera vez, Eron sintió una calidez diferente en su contacto, como si no fuera solo una manipulación, sino una verdadera conexión.

—Lo que quieras hacer, Eron. Puedes elegir enfrentarte a Selene, o puedes venir a verme más seguido. Descubrir más sobre lo que está ocurriendo. Las respuestas no siempre son fáciles, pero siempre están ahí, si las buscas en el lugar correcto —reveló su intención, con una sonrisa casi inexistente.



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En el texto hay: engaños., trampas y corrupcion, juegos de rol

Editado: 02.10.2024

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