Fútbol, una de las especialidades de Mina desde siempre. Ella era tan hábil en deportes que sobrepasaba por mucho al resto de sus compañeras, es por ese motivo que el profesor Robert le dejaba practicar con los chicos de su clase; y en alguna ocasión había llegado a jugar con los de cursos superiores, aunque a ellos no les agradaba mucho que una niña menor los igualara o, en algunos casos, superara. Aunque sus negativas solo aumentaban su autoestima.
Con movimientos rápidos y precisos Mina esquivó a todo el equipo contrario,tenía habilidad intuición y la terquedad suficiente como para no rendirse en ningún momento. Con fuerza pateó contra el arco y marcó el que era ya su quinto gol consecutivo, aunque mucho del crédito se lo llevaba el arquero contrario: un completo novato que apenas y había tocado la pelota en todo el partido.
—Bien hecho señorita White, te mueves mucho mejor que antes —exclamó el maestro Robert.
Para Mina no era sorpresa su mejoría, después de todo, ya era considerablemente más buena que el promedio, y sumado al ejercicio constante que había estado haciendo practicando baile con Jon, sus pies se habían vuelto más precisos y rápidos, dándole un mejor control de la pelota.
—Gracias —comentó orgullosa.
—Por otro lado… —dijo observando al arquero del equipo contrario —Parece que el chico nuevo no tiene mucho talento como arquero.
La vista de ambos se dirigió al joven Jon, que había quedado tirado en el suelo al tratar de atajar el disparo de Mina, no estuvo ni cerca de lograrlo, pero eso no quitaba el hecho de que todavía lo seguía intentando como si fuera la primera vez. Eso a Mina le alegraba.
—Creo que puede hacerlo mejor, solo le falta motivación y práctica —aseguró ella viéndolo levantarse del suelo como si nada hubiera pasado.
—Si tú lo dices… —comentó antes de tocar su silbato y anunciar al resto de la clase —¡Cinco minutos de descanso!
—Casi la atrapo esta vez —aseguró optimista a los chicos de su equipo.
—¿Casi?, no estuviste ni cerca, chico nuevo —dijo Lucas completamente enojado, pues iban perdiendo por mucho —ve a buscar la pelota.
Jon se alejó de ellos y se dirigió a buscar la pelota que había traspasado por un agujero de la red y se había alejado a varios metros de la cancha. Mina sabía muy bien que Lucas y su grupo podían llegar a ser un fastidio a veces, incluso a la par que Nana cuando se trata de deportes, en especial de fútbol, pues él se volvía una persona gritona y se enojaba con todos los de su equipo hicieran las cosas bien o mal: en resumen, era un fastidioso irritante.
Jon estaba sentado en el césped con la pelota en manos y la vista clavada en los muros de más de dos metros que rodeaban el parque de la escuela. Puede que Jon viniera de la ciudad, pero en su antigua escuela solo tenían un pequeño gimnasio techado para hacer deportes, y comparado con el enorme parque repleto de césped donde se encontraba, no podía sino quedarse admirando el lugar. Aunque eso no lo hacía sentir mejor.
Mina se acercó a él despacio, casi como si no quisiera que él se diera cuenta de que se estaba acercando, ella vio al joven con una expresión muy complicada en su rostro, «¿le habrá afectado las palabras de Lucas?, espero que no, es un idiota.» pensó mientras se acercaba y se quedaba parada a su lado.
—Y… ¿qué te pareció tu primer partido de fútbol? —preguntó. Pero al instante se convenció de que no era la mejor pregunta en ese momento.
—Soy un asco.
—Oye, no eres tan malo. Ser arquero es complicado, sobre todo cuando te enfrentas a mí, es difícil atrapar alguno de mis tiros. Pregúntale a cualquiera.
Por la expresión del chico parecía no estar mejor de ánimos, de hecho, se veía aún más triste que antes, como si todo lo que ella dijera estuviera causando el efecto contrario al que deseaba. «No recordaba que esto de la amistad fuera tan complicado» pensó la joven.
—Si te preocupa la actitud de Lucas, puedo enderezarlo de una patada en…
—No es por Lucas, es por mí —interrumpió él —. No soy especialmente bueno en nada, en deportes doy pena, y luego estás tú, que sobresales en todo lo que haces y…
Jon no pudo seguir hablando por la tristeza que sentía. Mina nunca lo había visto tan triste y deprimido por algo, si bien ella nunca se había sentido menos que los demás, podía ver que Jon sí y no sabía cómo ayudarlo. Sin ninguna otra idea ella se sentó a su lado y trató de pensar algo que la sacara de ese apuro. entonces recordó algo que había visto una vez, una frase.
—El fracaso vence a los perdedores, pero inspira a los ganadores.
Jon miró confundido a Mina, como si no entendiera lo que le había dicho o porque lo había dicho en ese momento. Y de hecho, ni ella misma sabía realmente lo que le había dicho, pero le pareció una frase lo suficientemente confusa e inspiradora para que funcionara en esa situación.
—Eso no lo dijiste tú —sentenció el joven.
—No, lo leí en una revista —confesó sin mostrarse muy apenada —. El punto es que no todos somos buenos en lo mismo, tú tienes tus fortalezas, como yo mis debilidades. Si todo el mundo fuera perfecto… sería muy aburrido ¿verdad?
—Puede ser…
—Claro que sí —exclamó con total seguridad.
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Editado: 13.09.2024