Las aventuras de Mina White

Capítulo 14: Espionaje y dudas.

Esa mañana de verano, el trío estaba refrescándose en el arroyo. Mina, Jon y Lizzy (que últimamente había empezado a juntarse con ellos más seguido) jugaban en la corriente de agua cristalina. Ubicada en los límites del pueblo, el arroyo San Cristal era el lugar ideal para que los más jóvenes pasaran los días de verano, con una corriente de agua transparente y no muy fuerte desde hacía unos años, era el orgullo de los habitantes de La Colina.

—¡Ah! un pez, atrápalo estudiante transferido.

—Ya te dije que me llames Jon —aclaró tratando de atrapar el pez —argh, se me escapó. Mina va hacia ti.

La joven se encontraba tan distraída con la corriente de agua, que al escuchar la voz de sus amigos perdió el equilibrio y cayó salpicando agua a todos. El pez escapó río abajo moviendo su cola en modo burlón.

—¿Qué sucede Mina? —preguntó Jon

—¿No te sientes bien? —agregó Lizzy

—Estoy bien, solo un poco distraída —mintió ella mientras se ponía de pie.

La joven se acercó hacia donde estaban sus cosas y mirando su reloj dijo.

—Debo irme, los veo mañana.

—¿Ya te vas?

—Sí, tengo cosas que hacer. Nos vemos.

Mina se fue rápidamente del lugar dejando a los dos chicos muy confundidos por su actitud. Elizabeth se giró a Jon, que estaba igual de confundido por la actitud de ella, y le preguntó.

—¿Alguna vez se comportó así?

—No, definitivamente está actuando sospechosa —aseguró Jon acercándose a Lizzy.

—Bueno, parece que tendremos que seguirla para averiguarlo —dijo acercándose a sus cosas.

—¿Seguirla? eso no terminará bien.

—Deja de preocuparte estudiante transferido. Es nuestro deber como amigos de ella.

—No estoy seguro de eso. ¿Y ya puedes dejar de llamarme así?

—En unos meses empezarás tu segundo año en la escuela y ya no podré decirte así. Por lo que debo aprovechar el tiempo mientras pueda.

—De acuerdo. Pero con respecto a Mina…

—No hay discusión. Cámbiate y vamos —ordenó.

Una vez los chicos se cambiaron de ropa, fueron en dirección a la casa de Mina para saber que les estaba ocultando.

Los días en La Colina suelen ser mayormente tranquilos, sobre todo en época de clases. Pero en verano la mayoría de los jóvenes salen a jugar o a reunirse entre amigos, lo que ocasiona que las calles del tranquilo pueblo se vean llenas de vida.

—¿Puedes ver algo? —preguntó Lizzy desde la entrada.

—Nada, no hay nadie en la casa —aseguró Jon acercándose a ella.

—Bueno, ¿qué hacemos ahora?

—¿Qué te parece irnos y dejar que Mina haga sus cosas tranquilamente?

—No, esto es más interesante —dijo la chica arrastrando a Jon lejos del lugar.

—¿A dónde vamos ahora?

—Vamos a seguir buscando.

—¿Buscaremos por todo el pueblo? Nos llevará todo el día…

De pronto Jon fue empujado a unos arbustos cercanos por Elizabeth, quien también se ocultó con él. Tapándole la boca con su mano la chica le indicó que mirara a través de las ramas.

—No puede ser —musitó el muchacho al ver a Mina subir en un auto con otra persona desconocida, era alto de cabello castaño claro y vestía como un auténtico leñador. Ni para Jon ni para Lizzy era alguien común, debía haber algo.

—¿Lo conoces? —preguntó Lizzy, pero Jon negó con la cabeza —. De acuerdo, sigámoslo.

En cuanto ambos chicos se dispusieron a levantarse del suelo, el auto ya se había alejado, y con él la oportunidad de confrontar a Mina y al misterioso extraño.

—Argh, se nos escapó. ¿A dónde pudieron haber ido?

—Creo que sé quién podría saber —dijo Jon mientras miraba seriamente el lugar donde se había ido el auto.

—Bien, vamos a… ¿qué sucede?

—Mina nos matará si se entera que fuimos a verla a “ella” —dijo el muchacho con muchas dudas en su cabeza.

—¿A quién?

Nana White, la hermana mayor y némesis de Mina. Jon estaba al tanto de su complicada relación, y en más de una ocasión su amiga le había dicho que la evitara siempre que pudiera.

Él había visto de primera mano lo cruel y mal intencionada que podía llegar a ser, como con lo que le dijo en su primer encuentro y que terminó ocasionando su separación durante el terremoto de hacía unos meses. Pero también había sido testigo de que, en el fondo, a ella le preocupaba su hermana. Y a esa esperanza se aferraba para que Nana les dijera a donde había ido Mina y con quién.

Ambos chicos llegaron a la casa que creían era la correcta, a menudo Mina le contaba a Jon sobre los amigos de su hermana, entre ellos había una a la cual Nana siempre recurría cuando quería alejarse de su casa.

—No importa que pase, no la veas a los ojos y no le digas nada —le advirtió el joven mientras tocaba el timbre de la casa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.