Las aventuras de Selene: volumen I

Capitulo Cuatro: Primer dia sin amigos

 

Mi madre como todas las mañanas decidió dejarme a una cuadra antes de la escuela para no tomar la desviación y llegar a tiempo a su trabajo. Al llegar a la escuela el clima de tensión era notorio, por no decir bastante explícito. Todos los que se encontraban presentes en las enormes puertas blancas dejaron de hablar al verme. Al instante oí los murmullos. Como si no fuera imposible oírlos, mi "audición" hizo que tuviera que escuchar los comentarios hirientes que murmuraban sobre mí.

"Se dice que es una bruja que embrujo a Emma"

"Pobre Emma"

"Esta loca"

"Ayer estuve mientras tuvo ese "ataque", pero en realidad dicen que fue un llamado a satanás"

"Enferma"

"Abominación"

Y la lista seguía y seguía. No me importaba realmente lo que ellos dijeran u opinaran de mí. Al menos eso creía, cuando aún tenía amigos leales. El resto del pueblo siempre había pensado que era una rarita así que no interfiere mucho que ahora además de creer que era una rara también hacía brujería. Solo me importaba lo que esas dos tontas almas tenían para decir, y al verlos juntos supe que estos poderes no siempre eran tan malos. Moví los mechones rubios y los coloqué detrás de mi oído derecho para poder oír mejor, mientras me recostaba sobre una pared blanca y bajando la vista hasta mi celular. Actuando como si nada estuviera pasando.

– Deberíamos acercarnos – sugirió Archer. Con un tono arrepentido añadió –. Es nuestra amiga. Mira cómo la están viendo todos, Bonnie. Nos necesita.

– Si quieres ir nada te detiene, Lee. Pero hay una razón por la cual no quieres ir solo, y ambos la sabemos – repuso Bonnie enojada –. Deja de mentirte y admite lo que piensas.

– No es así – negó con movimientos de cabeza que pude captar con el rabillo del ojo.

– Lee, por una vez acepta la verdad. Tienes miedo de Selene, porque dentro de ti sabes qué hay algo que no es normal en ella. Algo que ha estado allí siempre presente y que ambos sabemos desde el fondo de nuestro corazón, pero nunca lo hemos dicho. Porque era nuestra amiga y pensábamos que solo era un presentimiento… pero no es. Se que hay algo… algo extraño en todo esto.

– ¿Era? Justamente tú vas a creer que nuestra Line es una bruja. Eres la persona más escéptica que conozco. ¿Cómo puedes pensar esas tonterías?

Bonnie no dijo nada. Simplemente se quedó callada mientras respiraba pesadamente. Yo por otra parte estaba a punto de echarme a llorar como un bebé por lo que agaché la cabeza. No fue hasta que mi amiga desde pequeña volvió a hablar que sentí como mi corazón se rompió.

– ¿Qué es lo que quieres que te diga, Lee? La cosa es que ya no sé qué es lo "Selene" sea.

— Es nuestra amiga, siempre lo ha sido. La conocemos de toda la vida.

— ¿Estás seguro de ello, Archer? — cuestiono con sombría — ¿Estás seguro de que la Selene que conocemos es realmente ella? Últimamente…

— ¿De qué hablas? No te entiendo

— No importa. Son solo tonterías — con tono arrepentido dijo —. No quiero verla, por lo menos por ahora. Nada te detiene a ti.

Cuando el sonido del timbre retumbó sobre mi cabeza esperé unos segundos a que todos entraran a sus salones y cuando no quedó nadie en el pasillo, me levanté y corrí lo más rápido que pude al baño. Al verme frente al espejo pude observar lo que ya venía creándose en mi mente. Estaba deshecha. Mis ojeras por no poder dormir en toda la noche estaban más presentes que nunca, mis ojos rojos y mis lágrimas causadas por mis "amigos". Como pude me lave la cara con agua y me sequé con el buzo del uniforme. Al terminar me volví a mirar en aquel viejo espejo y comprobé que aún parecía algo deshecha, pero no lo suficiente como para que algún profesor lo notara. Tomé mi mochila la cual se encontraba en el suelo y sonriéndome a mí misma con una sonrisa totalmente falsa, salí. No di ni siquiera un paso antes de que un cuerpo con buena musculatura me golpeara y me provocara una contusión que me dejara tirada en el piso.

– ¿Eres estúpida o realmente te esfuerzas por ser una? – preguntó aquella asquerosa y profunda voz del norte.

Al levantarme vi como sus manos sostenían su cabeza la cual trataba de aliviar con masajes circulares. Ese Dragomir sí que era un bello chico de pies a cabeza. Era una preciosura, pero era una lástima que fuera un idiota espectacular.

– Mira quien habla, idiota — espete ofendida.

– ¿Qué mierda me dijiste?

Levantándose al mismo tiempo que yo me miro con sus hermosos ojos celestes los cuales debo admitir me haría derretir si no fuera tan... Dragomir.

– ¿Sabes? No tengo las ganas de explicártelo, señorito Dragomir – ironise imitando las palabras del profesor Wakefield, algo que lo hizo enloquecer de la rabia. Punto a mi favor — ¿Por qué no vas por ahí a molestar a otra chica?

Con una rapidez que me impresionó me estampo contra la pared blanca. Trate de moverme, pero colocando sus brazos a mis costados me lo imposibilito. Me había ganado con un simple movimiento. Impresionante, pero el juego aún no acababa. Su respiración hizo que mi piel se pusiera de gallina, algo que me hizo odiarme por ser tan débil.

Tan malditamente humana

– ¿Realmente no me tienes miedo? – cuestionó.

Su pregunta me desconcertó. ¿Por qué debería temerle?, me pregunté a mi misma volviendo a ver sus ojos. Lo miré sin la mínima pizca de temor. En todo caso, debería ser al revés. Él tendría que temerme, y tampoco lo hace. Sus labios se encontraban entreabiertos como si fuera a decirme algo. Por un momento pensé...

– ¿Pero qué diantres están haciendo? – cuestionó la profesora Lockwood, en un agudo chillido que provocó que Dragomir se separara rápidamente de mí.

Ninguno sabía qué decir exactamente. Baje mi vista apenada por ser encontrada por mi profesora favorita en brazos de Dragomir, y lo peor de todo era que ella pensaría que pasaba algo entre nosotros dos. ¡Cosa que era imposible! Jamás iba a pasar nada entre ese niño arrogante y yo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.