Las aventuras de Selene: volumen I

Capitulo Doce: el bosque oscuro

La falta de aliento me estaba matando poco a poco. Buscaba la forma de lograr recuperarme, pero al intentarlo la opresión en mi pecho solo empeoraba. Pensé en levantarme con la ayuda de mis codos pero era imposible. Al abrir mis ojos logré visualizar las extensas ramas del roble y mucho más arriba encontré a un ave observando mi caída al abismo. Sus alas oscuras con unos ojos tenebrosos me hicieron jadear. Mis manos temblaban y no sabía si se debía al frío o al temor que sentía en todo mi cuerpo. La oscuridad de la noche me alarmó por completo.

No sabía cuánto tiempo había pasado, ni que me estaba sucediendo. Pero me sentía fatal.

Una sensación horrible me invadió. Que me heló por completo. Un cosquilleo nació de la profundidad de mi estómago, y sin poder evitarlo comencé a vomitar. La sensación del líquido subir por mi garganta me quemaba desde adentro. Como si me estuviera pudriendo.

— ¡Maldita sea! — aúlla de dolor al comenzar a levantarme. Sentía como cada parte de mi cuerpo era apuñalada por pequeñas navajas, pero en especial mi cabeza — ¿Que mierda me está pasando?

Ante una punzada sumamente aguda caí al piso de rodillas para tomar mi cabeza entre mis manos. El inmenso dolor no lo evitó. No evito que me diera cuenta. Sentía como unos malditos ojos me observaban desde lo lejos. No sabia donde se encontraba pero podía imaginarme su sonrisa ante mi desgracia. Con la fuerza que tenía me arrastre, usaba mis codos para empezar a alejarme hasta que al salir de la cercanía del árbol mi dolor fue disminuyendo. Pero finalmente se apaciguó cuando salí de la sombra de los árboles y solo estaba bajo el cielo nocturno.

— Esto debe ser muy divertido para ti, ¿no? — balbuce aun con pedazos de vómito por la mitad de mi cara — Ver como me retuerzo en el maldito lodo debe ser muy satisfactorio para ti — no sabia para quien iban dirigidas esas palabras pero no podía evitar aullar —. Verme destruida, sola y teniendo que sentir miedo. ¿Pues sabes que? ¡No siento miedo! Siempre he estado sola en mis propias batallas y esta no será diferente.

A mi ritmo logré ponerme de pie, y con lentitud daba vueltas sobre mi misma mirando... no, buscando en todas las direcciones posibles alguna pista sobre su paradero. Pero no lograba encontrar aquella presencia asquerosa. Queria, mas que querer, necesitaba encontrarla. ¿Dónde se hallaba? Porque, maldita sea, podía sentirla. Estaba aquí, observando desde las sombras cada movimiento que realizaba. No eran imaginaciones mías. Había alguien aquí además de mi simple presencia.

— ¡Quemare el puto bosque entero! Hoja por hoja, rama por rama y voy a encontrarte, tarde o temprano — rugí como una posesa y en una voz tenebrosa susurre — Ese es mi mejor poder después de todo.

De repente sentí un escalofrío por mi espalda, ya no sentía una sola presencia observándome. Claro que no. Había cientos, y podía sentirlas. No sabía de que criaturas se trataba, pero definitivamente no eran humanas. Desde las sombras me miraban como si fuera un animal de circo haciendo un show. Mi respiración comenzó a incrementarse hasta el punto en que solo eran jadeos ruidosos mezclados con lágrimas de puro terror.

— Esto no puede ser cierto — negué llevando mi mano hasta mi boca.

No pude moverme ni un centímetro hasta que lo sentí. Lo que me hizo abrir fuertemente los ojos y cerró mi garganta prohibiendo la posibilidad de gritar, pero dejándome con la boca abierta.

— ¿Qué te pasa Selene, ya no te sientes tan poderosa? — cuestionó una voz masculina detrás de mi oreja, pero sabía mi bien que detrás de mí no había nadie — Esto pasa cuando le jodes la vida a la gente.

Fue como un baldazo de agua fría.

Huye. Ahora. Antes de que sea tarde.

— Mierda — arruine mi nariz con temor e hice lo que debí haber hecho. Comencé a correr con todas mis fuerzas sin medir qué tan rápido iba o hacia donde. No me importaba. Solo quería largarme de allí antes de que él me atrapara.

Mis pasos eran torpes debido al miedo. No debió ser sorpresa cuando caí en un pozo llenándome de lodo, aunque no me importo en lo absoluto. Solo hice lo que una voz de supervivencia me gritaba hacer; "corre y no pares". Justo cuando iba a empezar a correr volví a sentir su presencia, pero ya no estaban estáticas las sombras. Ahora se movían, y venían directo por mi cabeza. Pude percibir justo cuando una estaba a punto de alcanzarme pero antes de que eso pasara una luz iluminó mi camino llevándome hasta una carretera. Antes de lograr bajar la velocidad un cuerpo duro me golpeó y me hizo caer justo en medio del paso de los autos.

Al abrir los ojos luego del golpe lo único que podía verse en la noche era el poste de luz oxidado, la carretera y dos cuerpos en el piso.

Uno era yo, y el otro era...

— Lo siento — murmuró Daniel Kelly desde el piso sacando unos audífonos y colocándolos en el cuello —, ¿estás bien? No te vi.

— ¿Qué haces aquí? — pregunté bruscamente casi jadeante buscando poder respirar. Al darme cuenta de cómo había sonado al instante bajé un poco mi tono de voz y añadí — Quiero decir, ¿qué haces en medio del bosque?

— El entrenador me obliga a correr todas las noches a las 11 y media para lograr que mis músculos se acostumbren al frío para evitar desgarros en la competencia, ya que es en invierno — explicó mientras inspeccionaba su hombro derecho con el cual había caído sobre el asfalto.

— Claro, claro — respondí automáticamente sin pensarlo mucho

— Realmente no creí que me encontraría con nadie — apenas pude oír su voz. Poco me importaba lo que Daniel tenía para decirme — Espera, eres Selene, Selene Smith. Vas al mismo curso que Emma, mi novia.

— Si esa soy. La compañera de Emma.

Mi vista estaba fija en el bosque. En la oscuridad.

¿Seguirán allí? ¿Estas criaturas grotescas?

De repente algo sucedió. No podía respirar. Realmente no había forma de hacerlo. Mi pecho estaba comprimido. Llevé al instante mi mano buscando alguna forma de respirar pero no podía hacerlo. Fue entonces que vi un movimiento brusco proveniente de Kelly. Estire mi mano hasta él en busca de su ayuda. Intentaba mantener mis ojos abiertos pero mi cuerpo ya no me pertenecía. Obedecía a un ser mucho más superior, y ese ser no me quería despierta. 




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