El fin de semana pasó bastante rápido sin mucho que contar. Isabella no volvió a la casa, tampoco me llamó o mamá. De todas formas sabía que estaba en casa de abuela, solo tenía que usar mi poder encontrarla. Por su parte, Archer estaba un tanto ocupado por las pruebas de rugby que iban a ser mañana por lo que no nos vimos mucho durante los dos primeros días de la semana, aún así hablábamos siempre que podíamos hablamos por mensaje. No quiso tocar el tema de Bonnie. En el fondo sabía que estaba intentando decidir qué partido tomar. No podía culparlo. Era bastante consciente de que nos amaba a las dos por igual. Siempre había estado a nuestro lado, y nosotras al de él. Pero simplemente no sé. No se sentía correcto que él no se posicionara a favor de una.
Dragomir y yo cada día nos llevamos un poco mejor, a veces discutimos por temas tontos pero casi siempre lo resolviamos al instante. No había mostrado más indicios de ser un iluminado. Lo notaba muy incómodo cuando tocaba el tema de su padre. Un día al volver a casa pase por el taller donde supuestamente trabajaba, incluso saludé a Harry, para tener una excusa para pasar cerca de allí pero no había nadie además de él. Por lo que al respecto del supuesto príncipe había decidido suspender mi búsqueda de pistas hasta después de tener mi primera cita.
En cuanto a Bonnie, todo era distinto. Creo que Archer tal vez le dijo que yo sabía lo que había dicho sobre mi. Ahora ni siquiera me miraba y siempre que pasaba cerca de mi solo me esquivaba y actuaba como si fuera a golpearla en cualquier momento. Mas bien parecía bastante asustada, como si yo le hubiera hecho algo.
Y finalmente con Sam, habíamos estado hablando y me había mandado varios mensajes. Estaba actuando muy tierno conmigo, y eso me gustaba.
Había una voz dentro de mi cabeza que me decía que estaba mal salir con Sam. Era un buen chico, lindo y que siempre me había tratado bien, pero no sentía nada más por él que una ligera atracción. Jugar con sus sentimientos era lo último que quería, pero también debía admitir que últimamente estaba muy sola, y necesitaba a alguien bueno con quien pasar el rato y conversar. Rezaba para que él no se propasara conmigo. No sabría qué hacer en ese caso.
Habíamos quedado en ir al cine a ver Batman la película protagonizada por Robert Pattinson. No sabía si iba a estar buena pero si era mala por lo menos nos reíamos de ella. Tome el bolso que le había robado a Isabella y deje la casa. Aún no terminó el verano por lo que todavía había buen clima. Tal vez unas cuantas y leves lluvias de vez en cuando. Por eso decidí salir de casa con una chaqueta en mano.
Mi madre ni siquiera preguntó a dónde iba a ir. Siempre que peleamos ella tenía unos días donde era buena conmigo y me dejaba hacer lo que quisiera. Claro, que siempre volvía a decirme cosas hirientes. Era como una rueda. Siempre rodando sin poder detenerse.
Pare en seco al sentir una presencia cercana a mi. Oli levemente el aire y un perfume caro llegó danzando hasta mi. Me di vuelta lentamente y observé el vasto bosque que había a mi alrededor.
– ¿Hola? – pregunté con un poco de miedo.
El alivio no llegó a mi cuando vi de quien se trataba. Más bien me puse más nerviosa.
– ¿Qué estás haciendo tú aquí? – pregunté bruscamente.
– Tenemos que hablar – exclamó Emma saliendo de entre los árboles – Y esta vez tienes que escucharme.
– ¿Has estado escondida aquí en medio del bosque esperando a que venga? – mi expresión mostraba el asombro y el desagrado del momento – Venga ya, estás realmente volviéndote loca.
– No estoy loca – negó moviendo su cabeza mientras se acercaba a mi rápidamente —. Tu sabes mas que nadie que no estoy loca.
— No se de que me hablas.
— Selene, sabes que hay algo raro sucediendo aquí. Sé que debes saberlo. Alguien más tiene que sentir esto.
Con temor empecé a retroceder tratando de alejarme de ella al ver como sus movimientos empezaban a volverse erráticos.
– Emma, estás actuando muy raro y quiero que dejes hacer lo qué sea que estés haciendo. No me interesa que creas que está pasando en este pueblo, o conmigo pero dejame fuera porque no tengo nada que ver.
– De verdad crees que estoy loca – ladro mostrándome una cara que jamás había visto de ella, la desesperación –. Ya te dije que mis padres piensan igual, mis amigos, hasta... Daniel dijo que me estoy volviendo loca. Todos me dijeron que debo buscar ayuda profesional, ¡pero se bien que no lo estoy! – el grito me hizo saltar en mi lugar. Al verme asustada bajó su tono de voz – Se que no estoy loca, Selene Smith. Yo sé lo que eres.
Debí asustarme de su suposición. Debía poner una mala cara pero no podía evitar reírme de la situación. Verla a la perfecta de Emma en un estado tan deteriorado, me hacía cuestionar si esto es lo que le pasaba a los demás cuando descubren la verdad de mis poderes. Hasta su rostro perfecto comenzaba a cambiar. Sus bellos ojos estaban apagados y repletos de ojeras. Su piel ya no brillaba. No irradiaba vida, como siempre lo hacía.
La locura de la verdad
— ¿Y qué soy según tú, Emma? — carcajeé mirándola de arriba a abajo.
— Tienes magia, poderes. Llámase bruja, demonio o lo que sea. Pero eres diferente al resto de los de aquí.
Me quedé callada. Sin saber que decir para quedar bien.
– Eh... deberías conseguir ayuda, Emma — dude dándole la espalda y comenzando a escapar de ella —. Hay una nueva psicóloga en el colegio por lo que escuche. Tal vez ella pueda ayudarte.
Al instante oí sus pasos detrás de mí, persiguiéndome. No podía dejar de reír hasta que sentí sus dedos sobre mi hombro, deteniendo mi paso y cambiando por completo mi estado de ánimo.
– No me des la espalda — ordenó con su típica voz ridícula —. Te estoy diciendo algo importante.
– Sabes, Emma, solía tener consideración por ti porque habías tenido el accidente y todo eso. Ahora solo me estás molestando – responde mirándola de reojo sin parar de caminar —, y odio que me molesten.