Al llegar al colegio, Archer me detuvo con desesperación. Estaba más que animado por el día. Hoy era el tan ansiado día en el que se probarían los chicos nuevos para entrar al equipo rugby, y debía admitir que estaba algo intrigada por cómo se desatarian los acontecimientos. Sin decir mucho, me invito a verlo entrenar después de clases. No era muy divertido observar desde lo lejos como chicos de catorce años se golpeaban al ritmo que pasaban una pelota ovalada, y en circunstancias normales no hubiera ido, pero hoy era diferente. En especial desde que había escuchado hablar a Dragomir con Daniel sobre cómo intentaría entrar al equipo. Si tan solo corría un poco sería capaz de entrar al equipo. Era un chico bastante alto y fornido para nuestra edad. Negué al pensar en esa extraña idea.
Nuestro equipo era bastante patético comprado a otras escuelas en pueblos cercanos. Por lo general no llegábamos ni siquiera a los cuartos de final pero eso cambió cuando Daniel llegó al colegio. De la noche a la mañana comenzamos a ganar partido y ahora nuestra división era la favorita a ganar la final por segunda vez. Cuando llegue al campo me quede cerca de la cancha principal donde aún estaban corriendo dando vueltas para entrar en calor. Cerca de mí estaba el entrenador Russo quien no dejaba de gritar a los chicos por cada error cometido.
Iba a sentarme en las gradas cercanas pero una figura pequeña caminando cerca de mí me detuvo. Me maldije por no haberme dado cuenta antes del porqué Archer estaba tan desesperado por mi presencia en el entrenamiento. Porque había sido tan vago para dar explicaciones. Dos horas seguidas sin hacer nada más que tener su maldita presencia cerca de mi. El corazón de Archer era más que dulce pero era bastante obvio que en su mente no podía entrar la idea de que yo no quería perdonar a nadie. Ni mucho menos convivir.
— ¿Viniste a ver a Archer? — pregunto en un tono autónomo al mismo tiempo que se colocaba a mi lado.
— Pues sino no estaría aquí, ¿verdad? — respondí con asco.
Ni siquiera tuve que verla para saber qué había hecho una mueca ante mis palabras. Supongo que ella tampoco quería hablarme. Debió de haber sido Lee, estaba más que segura. No entendía porque quería que nos disculpamos, pero definitivamente no iba a conseguir su tonto plan.
De hecho si sabia. Quería que todo volviera a ser como era antes. El problema era que eso ya no era posible.
— Siempre tan elocuente, Selene — murmuró sarcástica con una falsa sonrisa que odie —. Realmente siempre eres la misma.
— ¿Tienes algo que decirme, maldita enana? — suspire mirando fijamente a Archer pasando la pelota a su compañero para que luego esté fuera tacleado espectacularmente por Daniel, quien no dejaba de impresionarme con sus movimientos. Sin poder evitarlo sonreí con orgullo por él — Sino es así solo deberías disfrutar del entrenamiento.
— ¡Al próximo que vea hacer un pase adelantado hará 25 lagartijas al terminar el entrenamiento! — grito el entrenador en un tono de advertencia.
— Quedate tranquila que si tuviera algo que decirte no dudaría en hacerlo... — señalo como si de verdad hubiera algo que quería decirme pero no podía — pero no tengo nada para decirte.
No pude evitar voltear y verla fijamente por primera vez. Por lo menos desde que había decidido que no era digna de su amistad. Ahí estaban esos rizos hermosos y esas pecas que me sabía de memoria. Era mi mejor amiga, y ahora ni siquiera podíamos hablarnos como si solo nos conocieramos en el colegio. Al ver sus ojos noté que el verde esmeralda que poseía naturalmente estaba algo extraño. Casi como si fueran algo celestes. Cuando ella noto que no dejaba de mirar sus ojos dejó de mirarme, intentando ocultar su vista.
— Creía que luego de años de ser amigas, por lo menos recordarías que se cuando me mientes. Por qué lo haces pésimo, de todas formas — recordé dejando de verla para poner atención a los chicos.
Al no responderme pensé que se iría de mi lado, pero no lo hizo. Solo se quedó.
— Pues cree lo que quieras — oí que murmuró en voz baja.
Unos minutos más tarde el entrenamiento comenzó a mejorar. Los chicos comenzaron a soltarse y a dar todo lo que tenían. Como era de esperarse Archer y Daniel encabezaban por mucho el partido, siendo cada uno el dirigente de sus respectivos equipos. Y como predije Dragomir no decepcionó para nada. Aunque daba algunos pasos chuecos y perdió un par de pases, la verdad que para ser su primera vez era bastante bueno jugando, sin duda iban a aceptarlo. Me extraño sentirme tan feliz por él, casi como si fuera natural.
— Es lindo y muy atlético — señaló Bonnie —. Aunque tu ya sabes eso.
— No se de que hablas.
— Puede que cualquiera te crea esa mirada de molestia constante al verlo, pero por lo menos yo no. Eres demasiado obvia, al igual que siempre, sobre tu enamoramiento.
— Habla claro, Bonnie. Odio cuando hablas así.
— Esperaría que luego de años de ser amigas, recordarás que yo también sé cuándo me mientes. Hablo del chico nuevo, Velkan "como se llame" — aclaró señalando en medio de un Rack —. Imagine que elegirías a alguien distinto la próxima vez que te enamoraras, pero supongo que los gustos no cambian. Los patrones siguen y siguen sin parar.
— Dragomir ni siquiera me cae bien — bufe con molestia —. Mucho menos podría gustarme. Estás loca.
— Si tu lo dices — rió con sarcasmo —. Se leerte mejor que nadie. Es un don, supongo.
— Para que lo sepas ayer salí con Sam, él me invitó — sonreí con maldad al ver su rostro amargarse con sorpresa.
— ¿Tú y… Sam? — cuestiono sin poder creerlo, pero luego de pensarlo unos segundos no pudo evitar reír dejándome confundida — Me alegro por ti, Selene. Sam sería un estupendo novio. Aunque no creo que duren mucho. No eres su tipo, aunque quién sabe tal vez si.
— ¿Por qué?
— Te conozco a ti también, y Sam no es tu tipo.
— Claro, segun tu, mi tipo es el tonto de Dragomir.