Las aventuras de Selene: volumen I

Capítulo veintitrés: por siempre madre

No era ninguna sorpresa que mi madre estuviera ocupada. Luego de la sexta llamada sin responder casi estuve a punto de aventar el teléfono de la furia hacia el piso. Realmente no quería enojarme pero la indiferencia de ella solía provocar estragos en mi.

No sabía que había pasado con Archer. Nadie quería decirme dónde estaba, ni lo que le deparaba el futuro. Luego de hacerle mi promesa oí como el entrenador estaba llegando a los vestuarios, por lo que decidí esconderme. Supe entonces que Archer estaba en problemas más serios de los que pensaba. La madre de Daniel quería presentar una denuncia ante la policía alegando que Archer había querido matar a su hijo. Estaba bastante jodido. No solo lo expulsarian del colegio sino que podrían enviarlo a un reformatorio. Eso no podía pasar. Por lo que decidí recurrir a mama. La única persona en el mundo con el poder suficiente como para corregir esto, y la última a la cual quería pedirle ayuda.

— Contesta — rogue en voz alta — por favor, contesta por una maldita vez.

Habían pasado cinco zumbidos antes de que la voz de mi madre se escuchara al otro lado de la línea.

— ¿Qué rayos quieres, Selene? — rugió por el teléfono haciendo parar mi corazón al notarla tan enojado — Me llamaste seis veces en los últimos tres minutos. ¿No logras comprender que estoy ocupada?

— Es importante, mamá — informe comenzando a caminar saliendo de las instalaciones del colegio —. Necesito que me escuches, y necesito que lo hagas ahora.

— No puedo creer que seas tan intensa.

Ignore completamente su comentario.

— Necesito un favor — señalé al mismo tiempo que miraba las calles vacías de la ciudad. Temiendo que no me escuchara, volví a repetir —. Es importante.

La oí suspirar con cansancio para luego murmurar algo en voz baja que no logre entender. Después de unos segundos, mi madre por fin me llamó la atención.

— ¿De qué se trata? — pregunto — Dime rápido que debo volver a trabajar.

— Archer se metió en problemas — respondi preocupada por mi amigo.

— ¿Qué le pasó a Archer? — Era la primera vez que en su tono se distinguía otra emoción que no fuera de molestia.

Mi madre sentía miedo. Intentó exitosamente ocultar el hecho de que se sintiera más preocupada por el hijo de su amiga que por su propia hija.

— Golpeó a un chico, y por lo que sospecho están buscando la forma de echarlo del colegio — explique llegando al centro de la ciudad —. Quieren presentar cargos contra él.

— Dios mio, pobre Lidia — se lamentó —. Hablaré con ella, pero no logro entender qué quieres que haga Selene.

— El chico al que golpeo es Daniel... Daniel Kelly — señale sintiendo que sabía exactamente de quién estaba hablando pero solo por el gusto de ponerla nerviosa añadi con sarcasmo —. Es un compañero del colegio. Va a ser un año mayor que yo, y sé que su papá trabaja para nosotros. El señor Kelly.

— Trabaja para mi, Selene — espetó señalando muy bien que los trabajos familiares solo le pertenecían a ella — Aunque no se como exactamente sabes eso.

— Escucha, quiero que Archer se quede en el colegio, y que el padre de Daniel no presente ninguna denuncia contra él. Eso es lo que quiero que hagas.

Por unos segundos no logré oír nada por el otro lado de la línea. Lo que me dio tiempo de darme cuenta de que me estaba dirigiendo a la plaza principal.

— No creo que sea tan grave — dijo restándole importancia al asunto, como siempre lo hacía — Una simple golpiza no hará que Thomas Kelly ponga una denuncia contra un chico. Si es por una tontería que me llamas, no...

— Tal vez... fue algo más que una simple y tonta golpiza. Tal vez Archer haya cometido algo lo suficientemente grave como para que "Thomas" quiera presentar cargos conta el.

— ¿Qué mierda le hizo Archer, Selene?

— Eso no importa ahora. No te llamo por lo que Archer hizo, solo quiero que él siga estando aquí. Es todo lo que quiero. Quiero que resuelvas esto — ordene mirando como una madre paseaba con su hija por los verdes pastos de la plaza y como personas caminaban con total tranquilidad por la zona. Sin preocupaciones ni dolor.

— No — negó sin pensar.

Ante esa respuesta no pude evitar detenerme en seco.

— ¿Qué dijiste?

— No voy a meterme en problemas que no me incumben, y tú tampoco lo harás señorita — advirtió —. Hablaremos de esto cuando llegues a casa. Te quiero cruzando la puerta de casa en veinte minutos, si sabes lo que te conviene.

Mientras decía aquello no podía evitar mirar la fuente que estaba en medio del lugar como signo de belleza y progreso. Era de una mujer con una tiara de la cual colgaban cadenas. En la escritura de la fuente decía: "Libertad, Verdad y Valor". Todo lo que yo no poseía. No se que fue. Tal vez esas palabras, o el hecho de que estaba harta de la situación en la convivia con mi madre, pero juro que las palabras que salieron de mi boca fueron automáticas.

— No vale la pena ni siquiera decirlo pero siempre me dices que soy una inutil, y que no esperas nada de mi porque para lo único que soy buena es para causar líos. Pues, para que te enteres Norha, yo tampoco espero mucho de ti. Se podría decir que hasta lo único que se podría esperar de ti es solo mierda que sale de tu boca.

Pensé que me había colgado pero no. Al ver la pantalla ella seguía ahí.

— Te juro que cuando vuelva a casa esa boca no va a poder seguir hablando — me amenazó, pero a este punto ya no era una amenaza real —. Maldita perra asquerosa desagradecida. ¿Quien…

— Sé que no me quieres — afirmé dejando caer una lagrima por mi mejilla —. No soy tu hija perfecta, no soy popular como Isabell lo era, no tengo el carisma que te gustaba de ella. Lo se mas que bien, pero por lo menos como mi madre, podrías intentar aparentar que no te causo tanto asco todo el tiempo. Sería casi humano si pudieras fingir aunque sea un poco.

— Dios, Selene, estas diciendo estupideces — reprocho con negación— Si crees que intentando hacerme sentir lastima por ti, me harás olvidar la barbaridad que le acabas de decir a tu madre...




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