Una vez más daba comienzo una nueva semana en el ciclo escolar. No había vuelto a ver a Archer en todo el fin de semana. No creo que él quisiera verme de cualquier modo. No había estado conectado, y no había pensado en enviarle mensajes. Suponía que él no quería hablarme. Por lo que desde el viernes no había hablado con nadie. ¿Con quien podría? La persona más cercana a mi en este momento era Dragomir, y ni siquiera estaba segura de caerle bien. Estaba acostumbrada a estar sola, me gustaba estarlo, pero jamás me había sentido de esta forma. Como si todo el mundo me odiara y excluyera. Con justa razón debo agregar. Aun así era una sensación horrible.
Me gustaba ver el lado positivo siempre que algo salía mal en mi vida, pero realmente no había ninguno en este caso. Nada podía hacerme olvidar un simple hecho.
No tenía aliados en ningún sitio.
Las personas que me conocían odiaban mi presencia. Bonnie, Archer, Areu... y mamá.
Solo servía para causar caos y pena. Todos ellos tenían razón sobre mí.
— Eso es lo que deben hacer — ordenó en voz alta la profesora provocando que todos mis compañeros se levantaran de sus bancos y se reunieron en pequeños grupos.
Era el segundo período y teníamos clase de historia. La profesora había ordenado armar grupos de 4 personas para discutir sobre la revolución industrial inglesa y francesa. En base a la discusión debíamos hacer un trabajo el cual había entregar la próxima semana. Observé a Bonnie, que se encontraba a tres bancos de distancia detrás de mí. Para ser honesta se veía demacrada, como si no hubiera podido dormir bien. Ambas nos quedamos sorprendidas al ver nuestras miradas. Yo fui la primera en dejar de verla. No tenía tiempo para esto. Debía buscar un grupo en el cual estar y que no tuvieran ninguna razón para excluirme. Observé a Dragomir, que estaba a mi lado leyendo un libro sin mucha preocupación por encontrar un grupo.
— Ey, — llame su atención — ¿quieres estar en un grupo conmigo?
Levantó sus hombros y asintió. Definitivamente hoy no estaba muy hablador que digamos. Recordé que no habíamos hablado del viernes pasado. De cómo me había ido en busca de Archer, y de cómo lo había dejado con la palabra en la boca. Al llegar no me había tratado con indiferencia o frío, más bien no me había prestado ningún tipo de atención. No importaba de todas formas, ya que yo tampoco tenía ganas de hacerlo. La noche anterior había tenido puras pesadillas y apenas había podido dormir. Un solo pensamiento había venido a mi en toda la noche. El mismo que se creó al ver esos oscuros ojos.
Debí haber dejado a Archer tranquilo.
— Voy a buscar, a dos más para terminar el grupo — explique, aunque él apenas me escuchó antes de caer dormido sobre su libro.
— ¿Qué diablos les pasa a todos hoy? — gruñí al notar como todo el mundo parecía sufrir de mal sueño.
— ¡Quiero los grupos hechos en dos minutos! — dictaminó la profesora.
Observe a Olivia, era una chica del grupo de las "normales". Su grupo no solía sobresalir y a veces le hacía la contra al grupo de Emma, pero casi nunca, ya que siempre les ganaban. Generalmente estaban y hacían todo juntas. Era una lástima que su grupo fuera de tan solo 5 personas.
Me acerqué casi hasta tocarla pero la voz de la profesora me detuvo en seco.
— ¿Podemos ser 5, profesora? — preguntó Amelia, otra chica más de su grupo.
La profesora dudó pero terminó asintiendo.
— Espero que su trabajo sea el mejor de la clase — aclaró con una mirada de advertencia, para luego añadir con halago para sus estudiantes favoritas —. Generalmente no dejó que sean tantos integrantes, pero ustedes son muy trabajadoras.
Volví a mi lugar y volví a rodar los ojos. Solo estábamos Dragomir y yo.
— La chica del fondo con cara de princesa enojada está sola, pregúntale a ella — suspiro en un bostezo Dragomir con los ojos cerrados.
— No quiero — espete sin siquiera dudarlo, no tenía que voltear para saber perfectamente a quién se refería. Había una sola princesa en la escuela —, Emma puede conseguir a otro grupo mucho mejor que el nuestro. Como dijiste ella es una princesa.
— No creo que sea tan princesa si es la única persona que está sola. Solo ve y dile — insistió.
Sabía que tenía razón, últimamente siempre la tenía. Era demasiado persuasivo. Algo que estaba comenzando a gustarme.
— Está bien — accedí de mala gana —. Tu ganas.
Me acerqué hasta el fondo del salón, justo para estar frente a ella y ambas compartimos la misma expresión de molestia.
– ¿Qué quieres? — preguntó Emma mirándome de arriba a abajo.
— Eres la única qué queda y sobra un grupo de tres personas. Así que te conviene estar con nosotros — respondí señalando a Dragomir y a mi.
Emma miró con arrogancia a Dragomir para luego pasar su mirada a su grupo de amigos.
— No, gracias.
Mi molestia aumentó al ver lo descarada que estaba siendo. Sin poder controlarme me adelante más, puse mis manos sobre el banco que nos separaba y me acerqué hasta estar a tan sólo unos centímetros de su rostro.
– Escúchame, Emma, no me importa porque tu grupo de tontos no te quiere en el. Siempre has sido caprichosa, pero nunca hasta este nivel. Solo es un tonto trabajo y ya.
Realmente no pensé que iba a responderme, pero una vez más Emma dejaba a relucir sus garras.
— ¿Por qué no ves por quien me reemplazaron? — alegó tratando de controlar su ira. Seguí su vista y me encontré con una imagen que también me hizo enojar incluso más que la actitud de Emma.
Mire a su grupo y estaban todos, pero en el lugar de Emma estaba sentada Cat y a su lado Bonnie, quien sonreía como una tonta mientras hablaba con el resto. Dejé de mirarla cuando volví a escuchar su voz.
— No es bonito saber que tus amigas prefieren a otra en vez de a ti, ¿no?
Al volver a verla vi como cruzaba sus brazos en su pecho y bajaba su cabeza. No se que fue; si la poca empatía que tenía o la molestia de ver a Emma Hunter en esa escena patética, pero me vi obligada a ayudarla. Suspire con cansancio antes de hacer lo que nunca creería hacer.