En una humilde habitación se encontraba una muchacha castaña de unos veinte años pasando un paño por los roídos muebles que había en la habitación, la pequeña pieza solo contaba con una cama de una plaza la cual tenía un cubrecama de aspecto viejo , un mueble para guardar la ropa con un espejo empotrado , una mesa y una silla de madera barata. La muchacha miro por la única ventana que tenía el cuarto y vio como amanecía, esa era la hora que a ella le encantaba ya que era la única parte del día en que podía ver el sol sin temor a ser regañada , se miro al espejo y noto unas leves ojeras debajo de sus ojos color chocolate.
-no debo quedarme hasta tarde leyendo-se regaño a si misma mientras se iba amarrando el delantal a la cintura-la señora Holmes me regañara si me ve con ojos como los pandas-. La muchacha se dio un última mirada y bajo las escaleras con paso rápido. En el piso de abajo se encontraba un pequeño restaurante de baja categoría en la que solo pasaban por ahí algunos comensales que no daban buena espina y durante la noche llegan hombres que la chica no cruzaba mirada con ellos ya que sabia que andaban en cosas malas. Pero todos al final iban a ese lugar ya que la dueña del local Margaret Holmes , servía licores y tragos que no se encontraban con facilidad y hacia la vista gorda a muchas de las cosas que sucedían en la noche en su restaurante , además también era conocido por los exquisitos pasteles de que preparaba la chica cuando la señora Holmes se lo permitía.
Cuando la muchacha llego a la cocina ya se encontraba ahí la señora Holmes preparando lo que sería el plato del día, era una mujer madrugadora que no se permitía perder ni un penique. El trabajo duro la había convertido en una mujer que no dejaba pasar nada a nadie, menos a la chica que trabajaba para ella.
-llegas tarde muchacha- le dijo ella al verla nada más entrar a la cocina, Emma se acerco a uno de los muebles y tomo un bol grande y hecho en el unas verduras que necesitaría trocear.
-el primer regaño del día- pensó la chica comenzando a picar unos pimientos. -Lo siento, señora Holmes , es que me costo quedarme dormida anoche-.
-¿tu crees que soy tonta, niña?-le pregunto la mujer poniendo sus manos en las caderas. -Te he dicho mil veces que leer no te sirve de nada-la miro fijamente a los ojos -la gente que lee es porque no sabe pensar por sí sola-. Cuando la mujer se dio la vuelta, Emma rodó los ojos sabiendo que esta no era la primera vez que le decía lo mismo. Margaret solía insultarla o dudar de su capacidad intelectual más de tres veces al día, así que la chica ya sabia a lo que se atenía cuando ambas conversaban de lo que fuera.
-después que que piques eso, necesito que vayas a dejar un encargo a casa de los Petterson-. Emma se mordió el labio para no sonreír, ya que la chica era mejor amiga de la única hija del matrimonio Petterson; el padre de familia trabajaba en una pequeña empresa de transporte de frutas y verduras y solía hacer un pequeño descuento a Margaret con lo que transportaba. Desde el día en que Emma había llegado a trabajar al restaurante de Margaret , la chica había se había hecho muy amiga de Hope Petterson y cuando la mujer le dejaba algunas tardes libres, salían a caminar y criticar como trataba Margaret Holmes a Emma. Hope era una dulce joven que desde pequeña había sido pálida y enfermiza que cuando llego a la adolescencia sus dolencias habían menguado un poco, su cabellera rubia casi blanca y su estatura algo baja la hacían ver como una pequeña hada.
-¿puedo preguntar qué es?-pregunto la chica mientras se lavaba las manos en el fregadero.
-tú solo haces lo que yo te ordeno, niña- Margaret tomo un cucharon de madera que casi hizo tiritar a la joven. - Solo debes obedecer y ahora ve abrir para que la gente comiencen a llegar-. Emma salio de la cocina y se dirigió a la puerta en donde el fuerte viento que soplaba a esa hora de la mañana le arranco unos mechones de cabello del moño que se había hecho temprano, cambio en cartel de "cerrado" a "abierto" y en menos de quince la manada de borrachos que siempre había afuera del lugar entraba para seguir bebiendo como el día anterior o solo para tener refugio del frió un par de horas.
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-te lo digo, Emma-le dijo Hope esa tarde cuando vio a su amiga dejarle una caja pesada a su padre. -Deberías demandar a esa viaja loca por malos tratos-.
-ya te he escuchado decir eso, pero no quiero perder el trabajo que tengo-. La chica miro a su amiga con algo de pena en su mirada. -Además, no estaba tan pesada la caja-. Ella le sonrió a su amiga para tranquilizarla, pero sus hombros y brazos le dolían demasiado.
-has trabajado con esa mujer desde hace miles de años y jamás te a dado un peso por tu trabajo-. Hope se sentó en el sillón de columpio que estaba en el pórtico de su casa. -Estoy cansada que esa mujer se aproveche de ti-.
-no se aprovecha, ella fue la única que se intereso por mi cuando nadie más lo hizo- la chica se sentó al lado de su amiga. -Fui criada en un hogar , Hope, ella me salvo y siento que se le debo-.