Las Canciones Que Somos (próximamente en Amazon)

2. Todo por la curiosidad

Por Ema Charles.

Actualmente.

La vida misma es vacía. La lectura suele ser mi escape para ese vacío. Lo único que me ayuda a sobrevivir a una existencia con tan poco sentido.

Pero ¿Qué pasa en ese instante en el que quieres que la ficción y la realidad sean un solo mundo? A caso cambias la historia de tu vida. O la vida cambia tu historia, déjame darte la respuesta.

(...)

—¡Oye Charles! ¡Ya deja de soñar despierta! —. Con el gritó que mi mejor amiga Lara me acaba de dar, creo que ya me volvió a la realidad.

Eso debe ser porque ahora solo escucho por un oído, en vez de ninguno.

—Seria lindo—. Dije para mí misma al imaginar la historia que leía en mi nueva aplicación de lectura.

Desde que conocí los libros, vivir una de las historias atrapadas en tinta y papel se ha convertido en mi sueño. Bueno, el mío y el de todos los lectores que existen.

A veces siento que mi vida diaria no tiene ni a mitad del sentido que debería. Me he perdido tratando de encontrar una historia que quizá ni exista.

Siento que necesito un poco de sentido, de riesgo, de novedad inclusive.

—¡Señorita Charles!—. Habló la maestra de arte a la que hace rato ignoraba. —Tome sus cosas y muestre lo que sea que ve en su teléfono al director.

Me lleva la .....

Busque a Lara para que me brindara ayuda, pero la rubia me dedico una mirada de "te jodiste" bastante grosera. Maldita, ojalá se le caiga el cabello, o le salgan canas.

—Perdone señorita Bett no se repetirá—. Si mi mamá se entera de esto, estaré castigaba y sin libros todo el resto de año escolar.

Lo que equivale a una jodida pesadilla.

Que si podemos hay que evitar a toda costa.

—No esperé que lo repita.

—Pero señorita Bett...

Me ignoro por completo. Me levanté a regañadientes y tomé mi mochila negra medio descolorida. Podía sentir sobre mi hombro cada una de las miradas de todo el curso, después de todo era la primera vez que me mandaban a la oficina del director, y, además, por semejante estupidez.

No podía creerlo... Hay muchos tontos que, si necesitan corrección, así que ¿Por qué soy yo la que tiene que abandonar el aula de clases? Y aún peor, ir a la oficina del director.

¡La señorita Bett es una vieja menopáusica! Que además necesita con hombre con igual de urgencia que yo libros en físico.

Cálmate Ema, calma.

Tú no eres así, mírame.

Ay, soy una completa imbécil.

(...)

Los pasillos eran poco recurridos, era obvio, ya que estábamos a mitad de clases. Diablos ¿Dónde estará mi chico alto y guapo que me diga que huyamos del país? ya entiendo porque estoy tan sola.

Y desesperada. Es porque pienso mucha estupidez.

En mi aburrimiento aproveche a ir tocando los casilleros del lado izquierdo del pasillo, sin necesidad de toparme con algún tonto despistado retirando sus cuadernos.

¿Por qué mi vida no podía ser como en las historias? Y no hablo de los clichés estúpidos, hablo de las historias bonitas y predecibles. No de las que te dejan a las 3 de la mañana llorando hasta deshidratarte.

A estas alturas de la vida parece ser imposible. Por más historias que lea, o mundos que cree en mi mente, ninguno está cerca de ser parecido a mi vida diaria. Tampoco hay posibilidades de que de la nada aparezca alguien que cumpla con unos de esos papeles.

Las historias en los libros son solo eso, historias.

(...)

¿Por qué la oficina del director está tan lejos? No tengo idea, además a esta hora nadie deambula por la escuela, me sentía realmente estúpida por ser castigada en el mes de los exámenes parciales. Se supone que en septiembre todos estamos a punto de volvernos locos, o demasiado tranquilos. No siendo castigados por leer en clase de arte.

Además ¿Qué se supone que aprenda de la clase de la maestra Bett? El cómo la dejaron plantada en su última cita, o aún mejor, lo que su ex novio le hizo. Diablos, realmente necesito un maestro de arte, que si enseñe arte.

Estúpida Ema. Deja de meterte en problemas.

Ya quisiera poder hacer eso querida conciencia.

Es que no te esfuerzas.

Tuche.

Un ruido que provenía de uno de las aulas a no más de unos metros de la oficina del director me hizo detenerme y regresar unos pasos.

Alguien cantaba.

Vaya aún vive el talento es esta pobre secundaria.

Tas unos minutos de silencio y logrando concentrarme, el sonido que capte era hermoso. Aquella era una voz angelical, suave, profunda, pero escandalosa en el sentido de que te atrapaba. Una como las de los músicos de rock que solo había escuchado por mi móvil.

Hace poco escuche en los rumores de la escuela que había un nuevo programa de radio que en nada había subido a los mejores rankins. Incluso que la cosa iba para grande, y podría convertirse en un programa de radio-escucha internacional.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.