En el año 1898 Madame Curie descubrió dos elementos, el polonio y el radio, con el tiempo hubo un creciente interés hacía este último, al punto que para el año 1920 ya se había creado una industria creciente, desde pasta de dientes, agua mineral, cremas, remedios para la impotencia, etc., a todo se le echaba un poco de ese elemento radiactivo en su composición, esto fue debido a que se descubrió que disminuyó el tamaño de algunos tumores, por eso se creyó que era bueno para la salud.
Una de la más importantes industrias que se creó era la de pintar relojes y parte de los paneles para el ejército, para que brillarán en la oscuridad, lo que le daba la posibilidad de misiones nocturnas sin luces que pudieran delatarlos, para este trabajo se seleccionaban mujeres jóvenes, desde los 15 años, por sus pequeñas manos que ayudaban a que lo delicado de su labor fuera perfecta. Estos puestos eran ambicionados por todas las jovencitas que querían independizarse de sus familias, y con sentimientos patrióticos, ya que sentían que estaban aportando su pequeño grano de arena para ayudar a quienes estaban en la guerra.
Una de las más grandes compañías de este tipo fue la US Radium Corporation, que fue instalada en Nueva Jersey, empezaron con pocas empleadas, unos meses después como su producción era comprada casi desde antes que salía de la empresa, llegaron a tener 4.000 mujeres, quienes, por el sueldo que se ofrecía, tres veces el normal para cualquier tipo de fábrica de ese tiempo, llevaban a sus hermanas, y familiares cuando había algún cupo disponible.
Al entrar se les indicaba en la inducción, que como los lugares a pintar eran muy pequeños (Algunas de las esferas medían con mucho 3, 5 centímetros) para que les quedara mejor el trabajo, y no perdieran tanto material, pasarán los pinceles entre sus labios, así las cerdas del pincel quedaban perfectas para hacer trazos de milímetros. A las pocas que preguntaron si eso era peligroso, les decían que no, recordándoles que incluso se vendía agua con radio.
Cuando las trabajadoras se dieron cuenta que la ropa que usaban y su cuerpo brillaban en la oscuridad con el mismo color verdoso de la pintura de los relojes, debido al polvillo de radio que circulaba por todo el taller donde trabajaban, empezaron a ponerse sus mejores vestidos para el trabajo, así cuando los usaban en fiestas brillaban, por eso se les apodó Las Chicas Fantasmas.
A ninguna de ellas les pareció extraño que solo los hombres llevaban delantales de plomo en los laboratorios y manejaran el radio con pinzas de punta de marfil, suponían que era por protocolo que se vestían así.
Las "afortunadas trabajadoras" sentían que todo era magnífico con ese trabajo, se crearon varias empresas más, que al igual que ésta tuvieron un muy buen desarrollo. Pero varios años después, empezaron los problemas de salud para las trabajadoras.
En el año 1920, Amelia Maggia de 24 años, fue al dentista por el dolor que le causaba una muela, al extraérsela, la herida no sanó, al contrario, empezó a sufrir de dolores constantes en sus dientes, muchos de los que perdió, y se le produjeron úlceras en las encías, con el tiempo la infección se le extendió por la garganta. Una vez que un médico la estaba examinando, se dio cuenta que la mandíbula de la joven se hizo pedazos solo al tomarla un poco fuerte.
Cuando se empezó a comentar que podría ser por el producto que usaban en su trabajo, la empresa prefirió guardar silencio. En 1922 la Srta. Maggia murió totalmente deformada por la infección en su garganta. Entonces el rumor se hizo más fuerte que era por el radio que usaba para pintar los relojes, la empresa, aprovechando que el certificado de defunción indicaba como causa del fallecimiento sífilis, contraatacó indicando que había sido por causa de la alocada vida sexual de la muchacha, y no de la empresa, y esa fue su defensa cada vez que alguna otra trabajadora enfermaba y moría.
Algunos años después Grace Flyer de 23 años, cajera de un banco, comenzó con la perdida de dientes y muelas, además de grandes dolores en su mandíbula, al quitarle los dientes las heridas se ulceraban inmediatamente. Ella, a los 18 años, en 1917, había trabajado por algunos años en la US Radium Corporation. Debido a que ningún doctor podría ayudarla, y al haber escuchado de la muerte de la Srta. Maggia, Grace contactó con la empresa para que le advirtieran a sus trabajadoras del peligro al que se estaban exponiendo, ya que ella asociaba sus males al material que usaba para pintar los relojes y cosas varias, pero no recibió respuesta.
La empresa estaba tranquila ya que los estudios, casualmente financiados por ellos, indicaban que una pequeña cantidad de radio era beneficiosa para la salud de las personas. En 1924 debido a la muerte del primer hombre del taller, US Radium Corporation encargó a un experto independiente que investigará la relación que se rumoreaba que había entre la profesión de pintora de esferas y las muertes de las mujeres, como el informe indicó "que si había relación entre el radio y las enfermedades que se presentaron en los trabajadores del taller", el presidente de la empresa se enojó, y siguió con su política de estudios falsos, y a los varones los protegieron más en su labor. Públicamente dijeron que las mujeres querían que la empresa pagara por sus enfermedades, lo que no correspondía porque no tenían nada que ver con ellos. Como la situación de los rumores seguía, US Radium Corporation mandó dos médicos a revisar a la Srta. Flyer, que indicaron que estaba "con buena salud".
Entonces la Srta. Flyer empezó a tratar de conseguir a algunas de sus antiguas compañeras se le unieran para poder demandar a la empresa, muchas tenían miedo que las estigmatizarán como a su compañera, Amalia Maggia, de tener una vida libertina, además la gran mayoría ya estaban en la parte final de su enfermedad, y apenas podían moverse o siquiera hablar.