Las Cinco Lunas [saga moons #1]

Capítulo diecinueve

   No faltaba mucho para que el primer día de la semana en la escuela tuviera un fin, y pese a que Lara disfrutaba aprender, a veces se sentía abrumada y un poco nerviosa cuando la ponían a prueba. Con agua y con jabón se limpió las manos, y repasando todo lo que había visto en esa clase de Literatura, se las secó y observó su reflejo. No le gustaba usar lentes de contacto cada vez que salía de casa, no le agradaba la idea de que su paz mental se viera interrumpida por un chico que afirmaba cosas locas y aborrecía el hecho de ser muy indecisa en esos momentos frágiles. Por esta razón había decidido caminar más de la cuenta e ir al baño de la segunda planta.

   Tomó aire, lo soltó y cuando se disponía a salir de los cubículos, un dolor sorpresivo en su nuca la hizo jadear. Se adentra de nuevo al espacio oscuro, y gimiendo por el dolor que empieza a crecer en su cuello, va hacia uno de los lavamanos y observa, angustiada, que sus lentes ya no están. Procede a buscarlos con desesperación, y aunque sus venas empiezan a iluminar otra vez, no les presta atención y sigue dando vueltas hasta dar con su disfraz. Los levanta del suelo, y no previniendo lo que sucedería después, gritó cuando su cuerpo logró elevarse unos metros.

   Pataleo en el aire, y siendo víctima de una fuerza sobrehumana, se dobló y unos escalofríos recorrieron su cuerpo al escuchar la misma voz que les había gritado a Joen y a sus amigos.

—Tranquila.

—Déjame en paz, por favor— sollozó ella.

—No quiero hacerte daño.

—No sé quién eres, solo déjame tranquila.

—¿Joen aún no te lo ha dicho? Vaya, pensé que era inteligente.

—¿Qué quieres de mí?

—Conocerte, Lara.

—Yo no quiero, y estoy agradecida de que Joen no me haya llevado junto a ti.

    Escupió estas últimas palabras con desagrado y fuerza, y haciendo enojar a Samuel, la chica consiguió que él la arrojara al suelo y que el impacto le quitara el oxígeno de sus pulmones. Lloró en silencio, y experimentando mucho dolor en su espalda, se quedó por breves minutos en medio de esa confusión y pavor que ahora no se podía quitar.

 

 

 

   Una comezón interminable hizo que apretara sus manos, y viendo a sus amigos de forma suplicante, salió corriendo con el sudor recorriéndole la espalda. Joen, que hasta entonces no había experimentado la maldad de Samuel, estaba jadeando y caminando de forma lenta debido a la manipulación que estaba recibiendo de su chip, qué sin querer, había sido activado por una mano ajena.

   Con su poder logró ubicar un cuarto lleno de productos de limpieza, y sorprendiéndose internamente por encontrar uno igual en cada rincón de esa escuela, se encerró en él y comenzó a masajearse las sienes. Nadie podía entrar a su mente, y si eso pasaba, él estaba dispuesto a luchar con todas sus fuerzas para que eso no volviera a suceder.

—Ríndete.

—A los guerreros nos enseñan a resistir, Conquistador— protestó el chico cerrando los ojos.

—Heredaste eso de tu madre: ella siempre estuvo dispuesta a pelear.

—¿Qué sabe de ella?

—A veces, las personas dicen ser alguien, pero al final resultan ser muy diferentes a lo que dijeron.

—Usted no sabe nada de ella.

—Te equivocas. Sé más de lo que crees, y si algún día me atrevo a decir esto, tú ya no la verás como hasta ahora.

—Sal de mi mente.

—¿Por qué habría de hacerlo? Eres inteligente, y estoy seguro de que sabías que la boca del lobo iba a ser peligrosa.

—¿Vas a matarme?, ¿Me asesinaras como a todos ellos?, ¿Cómo a mi madre?

—Creo que mantenerte vivo y usarte es una buena opción.

—Déjame en paz. Sé cómo son tus juegos, y no estoy dispuesto a meterme ahí.

—Ya lo hiciste.

   Un grito desgarrador salió de la garganta de Joen, y al tiempo que se retorcía en el suelo, unos pequeños palillos de metal se insertaban en su nuca. Sangre purpura bajo por su cuello, rayos ultravioletas salieron volando, y defendiéndose aún más de la amenaza que representaba el padre de Lara, se concentró en imaginarse una barrera de hierro indestructible.

—No es bueno resistirse a lo que eres.

—No soy alguien que se deje manipular, Conquistador.

—¡¿Por qué no hiciste lo que te pedí?!, ¡¿por qué no la trajiste aquí el mismo día?!

—¡No le robaré todo lo que tiene y conoce en un segundo! Sus intenciones no son buenas, eso quedó más que claro desde aquel día, porque si hubiese querido conocerla, ya lo hubiera hecho hace años.

   Un silencio tenso transita en el ambiente, y mientras la vista del guerrero se nublaba, la voz del villano se hizo paso entre la neblina del cansancio:

Quiero creer que protegerás a tu padre a costa de lo que sea.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.