Las Cinco Lunas [saga moons #1]

Capítulo veintiuno

  El miedo invadía sus huesos, y la duda, su garganta. El chico se defendía con fuerza y determinación, y pese a que ella no sabía nada de lucha, trato de no demostrarlo a través de su altanería y orgullo. Invadió su espacio personal, se apegó a su poder y logró que el joven girara sobre sí mismo incontables veces, y cuando la tenía acorralada de cara al mármol, Chelsea le golpeó el estómago con sus codos, lanzó una patada hacía su pecho y hundió ambos pulgares en sus lagrimales.

   Con pavor, se teletransportó de nuevo, y palpando el suelo del salón vacío, jaló su mochila y salió corriendo de las instalaciones escolares. Todos se habían ido, así lo creía al ver al conserje limpiar los jardines y a los maestros que encendían sus carros para retirarse. Algunos alumnos seguían en las escaleras, y repudiando el olor a tabaco de su nariz, se dirigió a paso rápido hacía el metro. Se remanga la chaqueta de jean que lleva, y jalando su falda, baja de dos en dos los peldaños abarrotados de gente.

  Sacó su tarjeta, pagó su boleto y volvió a guardarla en el tiempo que tuvo que esperar por su andén. Los recuerdos del evento eufórico comenzaron a ponerla ansiosa, y reproduciendo el rostro de Abel al haber hundido los dedos en sus ojos, empezó a mover su talón izquierdo de un lado a otro. Se adentra en el vagón en cuanto esté se estaciona, y sentándose en un lugar que tuviera un poco más de veinte centímetros en ambos lados, colocó su bolso en sus piernas y le escribió a su madre una excusa para no recibir un regaño fuerte.

  Tenía miedo: su padre buscaba a su hermana, y aunque eso le daba una sensación de celos enfermizos, no le deseo a Lara ni a la señora Catherine más tormentos de los que ya habían vivido. Porque si algo tenían en común Berenice y Chelsea con ellas dos, era el pasado oscuro que arrastran todos los días de forma inconsciente.

 

 

 

   Sus manos la lastimaban, y aunque era él el que la estaba hiriendo, en la cabeza de Lara Joen no era un villano. Unos chirridos de neumáticos la alertaron de pies a cabeza, y mirando de reojo unas botas oscuras, una bola de fuego le rozó la nariz y permitió que el guerrero la soltará en menos de un segundo. Thomas, que continuaba creando unas llamas naranjas y versátiles, lanzó una disculpa muda hacía su amigo y comenzó a atacar con su poder, obteniendo así que el soldado lanzará rayos ultravioleta.

 La blanquecina fue puesta en pie gracias a Alex, y dirigiéndose al único árbol del jardín, la protegió con su cuerpo todo lo que pudo.

—¡¿Por qué quiere matarme?!

—¡Me gustaría saberlo! Escúchame, Lara: Joen fue el encargado de cumplir con esta misión, ni siquiera estábamos incluidos, y considerando su comportamiento, creo que está siendo manipulado.

—¡¿Qué misión?!, ¿De qué hablas?— preguntó ella con la angustia en el estómago.

—Pensé que ya te lo había dicho.

—¡Todos ustedes están locos!

—Eso es un no.

  Una lumbre en el aire lo hizo apartarse, y jalando a la joven también, ambos cayeron en el césped y observaron impactados al niño que miraba boquiabierto desde el otro lado de la pequeña cerca. La alien, sacudiéndose la tierra de la ropa, miró por todas partes para comprobar que nadie más estuviera viendo, y teniendo la certeza de que ni Joen ni Thomas le prestaban atención, sacó el teléfono de su bolsillo y llamó a Julia. Después de unos tonos, en los cuales la alien no hizo más que lamentarse por todo lo que ocurría, su amiga pudo responder:

Hola a ti, chica por alguna razón me llama un lunes sin tener…

—¡Necesito tu ayuda!

—¡Wow!, ¿Eso que oigo es pirotecnia!

—Si te refieres a Thomas lanzando fuego por todo mi jardín, sí.

—¿Qué rayos está pasando?

—Es Joen… ni siquiera ha pasado un mes y ya quiere matarme. No entiendo nada, no sé qué hacer… no sé cómo utilizar mi habilidad sin herir a alguien— sollozó Lara con la mano en la boca.

—Cálmate: recuerda que empeora si te dejas llevar por las emociones.

—No sé si eso ayude, Jul.

—Lo hará, ya qué si no te controlas a ti misma, tu poder se convertirá en una cadena insostenible— afirmó la adolescente haciendo algo de ruido—. ¿Dónde están?

—En mi casa: no sé qué haré si mi madre ve todo este desastre— indicó la extraterrestre al ver las plantas destruidas.

—Quédate donde estás. Le avisaré a Mérida para poder regenerar a las plantas, y quizás a Peter, veo que sabe controlar los poderes de esos tres. ¿Tienes a alguien por ahí o…?

—Alex está conmigo.

—Vaya, ahora estoy sintiendo pavor de lo que pueda sucederte.

—¡Estoy escuchando!— vociferó el rubio al celular.

—Estaremos contigo en unos minutos.

—Por favor— murmuró Lara al oír el vació de la llamada.

  El combatiente de la Luna Azul sacó una diminuta botella de agua de su bolsillo, y dejándola caer entre sus manos, generó que gotas claras flotarán a la hora de multiplicarse. Salió de su escondite, y haciendo un extraño movimiento con sus manos, transformó el líquido en pedazos de hielo punzantes que fueron enviados hacía el violento de Joen. Este, analizando la amenaza con su vista escaneadora, logró esquivarlos a tiempo.




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