Las Cinco Lunas [saga moons #1]

Capítulo veintidós

   Las plantas y flores clamaban su atención, y aunque estaba segura de que su madre ya las había atendido antes de que ella llegará, su ansiedad la orilló a colocarles el estiércol. Los guantes ya estaban sucios, las matas ya no necesitaban más cosas de la cuenta, y viendo que le quedaba hacer la tarea como única opción, se quitó lo que tenía en ambas y se dirigió a la casa para lavarse. Berenice permanecía en la cocina, y no quitando la concentración de la salsa que mezclaba, habló con cuidado y determinación hacía la chica que nerviosa:

—¿Cómo te fue hoy?

—Bien, mamá. Creo que por fin estoy aprendiendo a trabajar en clase: no es por menospreciar mi persona, pero siento una diferencia ahora.

—Eso es bueno. Entonces, ¿por qué bañaste a las plantas de fiemo?

 Un suspiro de frustración salió de los labios de Chelsea: no quería decírselo, no quería contarle que un chico casi la mataba y que un instinto amenazador le decía que su hermana, Lara, estaba en grave peligro.

—Tú y yo sabemos que esa mezcla añade nutrientes importantes al suelo y mejora su calidad. Así que decidí probarlo hoy— narró la pelinegra secándose los dedos.

—Sé que todas las ideas son válidas, pero en cuanto a jardinería se refiere, nunca das un paso sin mí.

—Lo sé, pero deseaba aventurarme sola, así que veamos cómo termina. Tengo que ir a hacer la tarea, madre: llámame si necesitas algo.

    Subió los escasos peldaños de uno en uno, y cerrando la puerta con delicadeza, dejó caer su espalda contra la madera en cuanto estuvo sola en el silencio de su cuarto. Respiró de forma agitada, y yendo a Instagram con movimientos temblorosos, le escribió a Peter una sola línea, y aunque estaba casi segura de que no recibiría contestación ese día, anhelo con todas sus fuerzas que le respondiera pronto:

   Necesito contarles algo importante. Por favor: estamos marcados por el mismo evento del pasado.

 

 

 

   Ver a su amiga en tal estado los hizo retroceder, y no impidiendo que el cuerpo de Lara se elevará, unos rayos verdes fueron disparados hacia todas las direcciones permitidas. Mérida camino rápido, y lanzando un par de semillas al cielo, procedió a extender sus manos y logró que unas raíces crecieran en el aire en menos de dos segundos. Las manipuló, y sonriendo con satisfacción al ver que estas atrapaban a la extraterrestre, intentó bajarla desde donde estaba, aunque sin mucho éxito. Un cuerpo prominente se colocó a su espalda, y observando de reojo a Thomas concentrarse, este le sostuvo las manos y la atrajó hacía sí al tiempo que caminaba hacia atrás. Estaba funcionando, y aunque en un principio ella se sintió débil por no poder finalizarlo sola, le agradeció internamente por haber tomado la iniciativa.

   Sin embargo, ni a Alex ni a Joen les estaba yendo bien. El soldado morado aún seguía bajo un hechizo peligroso, y atacando a su compañero en sus puntos sensibles, terminó por tirarlo al suelo al mismo tiempo que golpeaba ese rostro conocido con sus puños. Sangre azul lo estaba salpicando, y pese que el rubio tenía una regeneración instantánea, el que lo hirieran a cada cinco segundos lo debilitaba. Julia, que en su momento se había quedado paralizada, corrió estupefacta hacia donde estaban los dos y, con la fuerza de su poder, empujo a Joen y lo estampo contra la corteza del árbol de otro patio. Ella se tapó la boca con las manos, y arrodillándose junto a Alex, preguntó:

—¿Estás bien?

—Sorprendentemente, si— contestó el chico esperando a que sus heridas desaparecieran.

—Lo que estoy viendo es…

—Regeneración de células. Es instantánea, y me gustaría seguir hablando, pero Joen nos necesita.

—No puedo entrar a su mente. Son otros patrones y…

—Una humana me está diciendo que sabe controlar la mente de quien quiera: estoy frito— se lamentó el alien con las palmas en sus ojos.

—¡Ponte serio!

—¡Eso intento! No me gusta esta parte de mí, pero no puedo evitar hacer bromas sin sentido cuando estoy nervioso. Como sea, creo que está siendo manipulado.

—¿Lo crees?

    Un rayo ultravioleta le rozó el cabello, y siendo protegida por el cuerpo de Alex, ambos terminaron muy cerca y con sus narices tocándose.

—Estás invadiendo mi espacio— aclaró Julia con el encima suyo.

—Tu espacio huele bien.

—¿No usas perfume?

—Me ofendes— señaló él haciéndose a un lado—. Este es el plan: yo lo distraigo y tú lo duermes.

—¿Qué?

—Haces juegos mentales, ¿no? Esto será pan comido.

—Esos juegos los he hecho con humanos, no con una especie como la tuya.

—Bueno, siempre hay una primera vez, gatita.

  El apodo retumbó en sus oídos durante unos momentos, y viendo la lucha cuerpo a cuerpo que estaban teniendo esos dos chicos, se levantó y se abalanzó hacia la espalda del hipnotizado. Este se tambaleó hacia atrás, y aprovechando ese momento de distracción, la castaña colocó una mano en su cuello y lo indujo a un estado de somnolencia a través de sus ondas cerebrales. Del otro lado del patio, donde la pelirroja ya estaba logrando que todo lo verde volviera a su lugar, se encontraba una Lara de ojos verdes, cansada y algo confundida por lo que había pasado.




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