LII. INTERROGATORIO

Decido abocarme al otro número dos, el de Andanzas, prometido a JUANO sin tenerlo, al igual que ELCOVE con su falsa subasta, parecido posiblemente a SERTUFILIUS con la carnada del revistero de Caram, quizá todo coleccionista sea un impostor en definitiva.

No me puedo poner a divagar, cuanto antes solucione el problema, mejor. Hay que empezar por los lugares que ofrezcan más chances de encontrar la revista. ¿Cuánto tiempo pasó de la correspondencia de SOADORA con ALLIPAC? Meses... Es posible que el ejemplar que tenía guardado en su caja fuerte esté vendido. Aunque al menos en Mercado Libre no lo vi publicado, claro que ya no visito con regularidad el sitio. ¿Voy directamente o llamo antes por teléfono? Tendría que llamarlo, porque si el tipo sigue teniendo el ejemplar en la casa, me va a hacer volver otro día. ¿Me había dado el teléfono cuando me lo topé en la galería de Rivadavia, en el local 88, buscando a Ramiro, el de La Gran Historieta? Sonia lo tenía en un mail, pero no sé cómo comunicarme con ella, salvo pasando por el conventillo de San Telmo y vaya uno a saber si está. Podría preguntarle a Palito… pero no. Me pongo a revisar en los cientos de tarjetas y papeluchos que guardo con teléfonos, en vez de volcarlos a la agenda. Si encuentro la tarjeta de ALLIPAC o una anotación con su teléfono, lo llamo. Si no, voy personalmente.

No la encuentro.

Muy temprano al día siguiente, mientras manejo despacio por la autopista debido a la persistente lluvia, con quinientos pesos en el bolsillo para comprar la dos –espero encontrar a ALLIPAC, que no la haya vendido, que la tenga en el local y, si se puede, sacársela por menos-, pienso de qué forma presentarme. El tipo no se va a acordar de mí, hace años que pasé por ahí, y como en ese momento me mandó a mirar el material por internet no volví nunca más. Si me dio el teléfono, debo haberlo tirado o perdido. Podría hacerle mención a la charla que tuvimos entonces, cuando le comenté que lo encontré de casualidad, buscando por la galería a Ramiro. Claro que a muchos les debe haber pasado eso, según me contó el mismo Ramiro, no es un detalle válido como para que el tipo me individualice. Además, no sé si es conveniente dar tantas explicaciones, podría despertar sospechas. Lo mejor será decirle de una:

-Hace mucho tiempo anduve por acá, y ahora justo tuve que volver, y de paso le pregunto: ¿Tiene la número dos de Andanzas?

-Pasá, sentáte- me invita ALLIPAC, y no bien lo hago cierra con llave la puerta de la diminuta oficina, donde sólo hay un escritorio con un teléfono y una computadora, conectada a Mercado Libre.

La mirada de aguilucho de ALLIPAC se clava en mí. Después de una pausa, dispara:

-¿Por qué te interesa ése número en particular?

-Me falta...

-¿Es el único que te falta?

-No... Me faltan varios...

-¿Y por qué buscás sólo ése?

-Mi estrategia –invento- es completar primero los más bajos...

-¿Tenés el uno?

-Sí.

-¿Y el tres, el cuatro, el cinco, los que siguen...?

-No todos...

-Entonces, ¿por qué preguntás por el dos solamente?

-Ya le digo, quiero completar la serie desde los más bajos...

-¿Y por qué compraste los que siguen, antes de tener el dos?

-No lo encontré hasta ahora...

-¿Y de dónde sacaste que yo lo puedo tener?

-Ya le dije, pasé, pregunté...

-También dijiste que habías andado hace mucho tiempo por este local... ¿Volviste? Yo no me acuerdo de vos...

-No, no volví nunca...

-¿Cuánto hace de eso?

-No sé, unos años...

-¿Cuántos?

-No recuerdo exactamente.

-Yo, al principio, no trabajaba las del Indio.

-Sí, pero vio cómo es esto... Siempre puede caer alguno a vender y...

-¿Comprás en Mercado Libre? -me interrumpe.

Mi cerebro calcula qué me conviene contestar.

-No... he visto algunas cosas, pero...

-Ahí aparecieron las diez primeras hace un tiempo. Las vendía un tal ELCOVE. ¿Te enteraste?

-No, no... Qué lástima...- finjo.

-¿Y de un original, que ofertaba una tal SOADORA?