Las Crónicas de los Lobos Fantasmales

Capitulo I: Lobo Perdido (Parte I) (Arco Argumental I)

Nota del Autor: Saludos queridos lectores, les traigo una nueva historia algo extensa la cual sera dividida en varios arcos argumentales y sera una historia extensa, solo agradezco desde ya a los lectores que sigan esta historia y espero que la disfruten.

                                                                                                                                

Prologo: En el continente del Este se encuentra el "Gran Bosque Sombrío" ubicando en los inclementes territorios de Norte del mismo continente y sus indolentes montañas, donde los habitantes conocidos como Los Lobos Fantasmales por sus extraños poderes sobre generar una niebla tan espesa que incluso la punta de la nariz resultaba imposible de ver y utilizando mascaras emulando los rostros de los lobos e incluso criándolos para ayudarlos en sus cacerías como sus luchas en contra de sus enemigos, emplazándose en torno a clanes de alrededor 50 a 80 miembros liderados por sus correspondientes patriarcas y jefes de las aldeas.

El clan de los Garras Gélidas se había instalado desde hace más de diez generaciones, en el punto más peligroso del norte en las inmediaciones de los reinos que habitan en las cercanías del "Gran Bosque Sombrío" y protegidos por la montaña "Aullido" con el solo interés de enfrentar el inclemente invierno y las posibles amenazas que rondan por el territorio del norte para probar sus habilidades en combate y demostrar porque eran el clan más fuertes entre los Lobos Fantasmales.

                                                                                                                           

(Aldea de los Garras Gélidos, mediados de otoño).

Las lluvias otoñales solían ser de lo más común pero en ocasiones una que otra nevada ocasional anunciaban la inminente llegada del inclemente invierno en los territorios del norte. Poniendo un pie fuera de su hogar, sus mejillas se sonrojaron levemente y el aire que exhala por su respiración era visible en todo momento, cargando su hacha al hombro continuando su camino para obtener algo de caza en territorios más favorables.

-¡VIENTO BLANCO!- grito y emitiendo un silbo. –¿Dónde se metió?...- buscando por los alrededores de su choza.

Luego de emitir un segundo y hasta tercer silbo, finalmente la figura de un enorme lobo color blanco como la nieve corrió en su dirección lanzando algunos ladridos en señal de respuesta a los continuos llamados de su dueña.

-¡Buen chico!- acariciando al can por debajo de la barbilla. –Debemos ir de cacería antes del invierno…pronto vendrá y tendremos que arreglarnos por nosotros mismos…ya sabes como siempre.

Torvi consideraba por los miembros de su propio clan de los Garras Gélidas como una paria, luego que su padre fuera ejecutado tras cometer ciertos crimines en contra de sus propios camaradas del clan, de estatura promedio no tan menuda, su cabello era de color miel rojizo levemente oscuro peinado, en una larga trenza llevando en la frente un pañuelo forrado con piel que cubría en parte las orejas, de piel blanca, ojos grises azulados y en su lado derecho del rostro resaltaban dos cicatrices que atravesaban su rostro. Vestida con pantalones grises, una camisa blanca por debajo, luego una túnica que le llegaba hasta la cintura, un abrigo desgatado con capucha, un par de botas forrada con piel de marta y en la cintura portaba un cinturón con hebilla de hierro contando con un cuchillo de cacería en su funda, una cuerda y un pequeño bolso en la parte posterior de la cintura.

-Iré hacia las tierras bajas, casi nadie de la aldea suele aventurarse hacia ese lugar…prefieren cazar por los alrededores…yo iré por una mejor presa…- se dijo y apurando el paso seguida de Viento Blanco. Aprovechando que el sol había salido hace tan solo unos pocos minutos, la oportunidad de iniciar el viaje pero la imponente figura de un hombre la llamo en ese instante.

-¡TORVI!- dijo el patriarca. -¿Dónde te diriges?- pregunto.

-¡Maldición!- se dijo y mordiéndose el labio inferior. –Buenos días, patriarca- contesto y girándose.

El imponente hombre la miro de pie a cabeza por unos segundos, teniéndole una cantimplora fabricada de piel de venado y dijo:

-Debo suponer que viajas a las tierras bajas…




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