Las Deudas del Destino

Capítulo 3

Mi cuerpo pesa y a dudas penas puedo abrir mis ojos, al hacer esto un pequeño rayo de luz choca con ellos y me provoca cerrarlos de inmediato. Escucho voces al teléfono y me concentro para tratar de descifrar lo que dicen.

—Tengo a la chica... Sí es justo como la necesita el cliente, delgada, pelo castaño y lo más importante inocente y sumisa— la voz de un chico se escucha al teléfono.

¿Qué ocurre?... ¿Dónde estoy?... ¿Qué me van a hacer?, Estás preguntan ponen en alerta a mi celebró y abro los ojos rápidamente mirando a mi alrededor. Descubro que estoy atada de brazos y piernas sobre una cama y en mi boca tengo una cinta lo que me impide pedir ayuda o gritar.

Estoy en una especie de apartamento, las paredes son blancas , el piso igual, tiene pinta de que su decoración es muy moderna pero mezclando a la perfección los colores negros y sobrios en los muebles y las baldosas de la cocina que se encuentra diagonal a la habitación en la que me encuentro, puedo deducir rápidamente por la manera en que está organizado que un hombre vive aquí.

Escucho pasos que se dirigen a mi habitación, de inmediato cierro los ojos.

—No te molestes en fingir que estás durmiendo— me dice la voz con frialdad— abre tus ojos de una vez—

Los habro con miedo y me encuentro con... ¡¿Christopher?!, Pero ¿porqué?, ¿Porque me trajo aquí?, ¿Porque me secuestro?... ¡¿Porqué?!. Comienzo a pujar tratando de hablar pero la cinta lo impide.

—Se lo que te estas preguntando y la verdad no es tan difícil de adivinar, así que me ahorraré el decirte: "te voy a quitar la cinta pero si gritas o pides auxilio te mato, etc, etc"... Porque te necesito con vida y sería de novatos decir esas cosas— Me mira a los ojos, aunque parecen no sentir nada, notó en ellos algo de preocupación y hasta miedo.

—Mira no tengo nada en contra tuyo... Es más no te odió... Es más no se como mierda saqué fuerzas para hacer esto— se cubre los ojos con la mano en señal de preocupación y por un momento el silencio reina— Solo debes saber que dentro de media hora iremos con el jefe y te venderé y más te vale que te portes bien o tú y sola mente tú correrás las consecuencias de tus actos— habla como si yo fuera la culpable de todo esto. 

De mis ojos salen lágrimas y en mi cabeza solo hay una palabra: "moriré"... No sé qué hacer la preocupación no me deja pensar o tratar de hacer algo para salvar mi vida, es más ni siquiera puedo hacer algo para huir, estoy totalmente sometida a él o ellos... No tengo ni idea.

—Espero que con esto en mente, sigas pensando que es mejor estar en otra vida ya que la tuya era una mierda— sale de la habitación y su ultima mirada es de enojo, ni siquiera se que decir solo lloró y le pido a mi Dios que me proteja aunque creo que sí no fue capaz de hacerlo antes, no me ayudará ahora.

No han pasado ni 15 minutos cuándo Christopher vuelve a la habitación. Me carga y me lleva al comedor en donde hay al parecer huevos revueltos con tocino y jugó de naranja.

Me pone sentada en uno de los asientos aún atada y se sienta en la silla que está al lado mío. Me mira a los ojos serio y sin previo aviso retira de mi boca la cinta lo que provoca que arda al hacerlo.

 Me trago mis lamentos y solo hagachó la mirada triste, lo que él me dijo un rato es verdad, de nada sirve gritar además ni siquiera sé si al hacer alguien me escuchará... Creo que he perdido la esperanza y no es nada raro en mí, siempre me he sometido a mi destino, nunca he sido fuerte... 

—Que obediencia— Dice al ver que no digo nada—Debes estar hambrienta por eso te hice el desayuno— Toma una cuchara en sus manos y poco a poco comienza a alimentarme.

Al terminar de hacer esto, toma el vaso con el jugó y me lo da para que pueda beberlo, luego lo pone de vuelta en su lugar y seca mis labios con una servilleta.

—Gracias...— digo en un susurro.

—No deberías agradecerme, tú debes odiarme— Coloca la servilleta sobre el plato y hagacha su mirada pensativo.

—¿Porqué?— no se me ocurre decir nada más.

—Problemas económicos— su seriedad ya no me asombra.

—Eres consiente de lo que me van a hacer y tú serás el responsable, toda la vida— mis palabras salen sin sentimiento alguno.

—¡LO SÉ, NO ME LO TIENES QUE RECORDAR MALDITA SEA, SÉ LO QUE PASARÁ Y NO ME SIENTO ORGULLOSO DE ELLO, POR ESTA RAZÓN DEBES ODIARME Y SI PUDIERAS BUSCARME Y LUEGO MATARME!— se levanta tira la silla hacia un lado y se va.

Creo que no me queda más que esperar mi destino. Tiempo después Christopher vuelve al parecer se cambió de ropa, tiene una camisa negro y jeans del mismo color al igual que sus botas y su chaqueta de cuero, parece que fuera una rockero o un emo... Seguro y quiere verse como un chico malo para que no lo ataquen.

Se para en frente mío, tiene en sus manos un trozo de cinta y suavemente lo pone en mi boca.

—vamos— solo dice eso y me carga para llevarme de nuevo a su auto negro.

Durante el camino todo es muy melancólico... ¿Será que mis padres me están buscando?... Creo que deben estar tan ocupados con sus amantes que no se dan cuenta si estoy o no.

Cada vez nos alejamos más y más de la ciudad, No volveré a casa fácilmente. Estamos en una zona rural y campestre, solo hay cultivos a mi alrededor y casa con algunos años encima pero eso no evita el hecho que se ven lindas.

Llegamos a una casa con pinta de abandono, todo a su alrededor está seco y muerto. Escucho a Christopher marcar en su celular.

—Ya llegué— una voz masculina se escucha al otro lado del teléfono, dice unas cuantas palabras y cuelga, al parecer mi infierno comenzó.

Christopher me desata de las piernas para que así camine así allá, se baja del auto y abre mi puerta mientras bajo me aprieta el brazo fuerte para evitar que escape y me jala hacia aquella casa.

Toca la puerta y un chico de la misma edad más o menos de Christopher abre.

—Bienvenido Christopher— Dice con una sonrisa — Pensé que no sería capaz de hacerlo y mira nada más—




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