Las Deudas del Destino

Capitulo 7

Me levanto y como de costumbre voy al baño, al salir me doy cuenta que Christopher no está... Me dispongo entonces a hacerme mi desayuno y comenzar los preparativos para el almuerzo.

Las pasan en esta casa tan grande y sin darme cuenta ya son más de las 12 del medio día.

—¿Qué hará Christopher con la deuda que tiene?— esta pregunta me tiene volando la cabeza.

Mientras estás solo puede reflexionar sobre muchas cosas y una de ellas es... Mis padres estarán buscandome, probablemente la pregunta es tonta y no debería hacerla pero después de todo lo que ha pasado es lo mínimo que puedo decir.

La puerta se abre de repente y rápidamente mira hacia ella.

— ¿Me ayudas?— dice esto mientras entra un montón de botellas de suero.

—Claro— me dispongo a entrar todo y veo como Christopher toma en sus brazos a una señora, que supongo es Amanda.

Entra con ella y la lleva a la habitación en el segundo piso la acuesta y le pone el suero.

—¿Ella es?— espero su respuesta.

—Mi madre, si...— dice mientras se sienta en un borde de la cama y la toma de la mano.

—Todo va estar bien, Christopher— me limito a decir y el no responde simplemente calla.

Voy a la cocina y le sirvo un vaso con zumo de limón, debe estar cansado, se le nota en la mirada. Esto es lo único que puedo hacer.

Llevo el vaso con el zumo y lo pongo sobre una mesa que está al lado. Me disponía a salir pero Christopher habla.

—necesito que te encargues de mi madre— me dice como siempre serio.

—Lo haré mi señor— hagachó la mirada y salgo pero Christopher me toma del brazo.

—No te vayas por favor— lo miró confundida y veo que ni siquiera me mira a la cara.

—Chris...— no alcanzo a decir nada porque me abraza y oculta su cara en mi pecho.

Le dejó hacer y me limito a tocar su cabello y a devolverle el abrazo. 

Llevamos así casi dos minutos, y es entonces cuando me carga y me pone en sus piernas pero aún continua sin decir nada solo hay silencio, la verdad lo agradezco tampoco se qué decir en esta situación.

—Recuerdo cuando tenía 10 años— lo escucho atentamente— mi madre tenía muchas deudas y no podía complacer mis gustos, le dije que la odia, que odia la vida que tenía, que todo era su culpa por traerme a este mundo— me abraza más fuerte.

—eras solo un niño, no sabías el peso de tus palabras—le digo tratando de calmarlo.

—Los niños no son tontos son conscientes de todo lo que dice o hacen— la verdad estoy de acuerdo con esto yo siempre fui consciente que mis padres les estorbaba y que la única que me amama era mi abuela Anette.

Sigo acariando su cabello.

—Ella siempre estaba para mí, con su sonrisa y sus mágicas palabras de todo será mejor Christopher... Cuando dijiste eso me recordaste a ella— alza su cabeza y me mira a los ojos con una sonrisa —Eres como ella dulce y débil a la vez—

Lo miró a los ojos, no sé qué decir solo asiento mi cabeza con aprobación. Toma mi mejilla en sus manos y suavemente me da un beso en ella, me sonrojo al instante y mi corazón se acelera, supongo que es porque nunca nadie además de mi abuela ha hecho eso.

Me abraza con más fuerza y suspira con cansancio.

—he Sido demasiado vulnerable contigo— levanta de nuevo su mirada —es peligroso para mí, pero por alguna razón confío en ti... Me asusta— me mira de nuevo.

—¿Porqué?— 

—Porque luego pagaré por todo esto, y tal vez tú seas una de las personas que me juzgue y lo prefiero así, es lo que merezco— me baja de sus piernas y toma el vaso de limonada.

—entonces, porque me dices todo esto— toma su limonada y no contesta nada solo calla como siempre.

—Debo irme... Nos vemos a la misma hora— sale de la habitación y deja el vaso en la mesa.

Escucho como se sierra la puerta y mi mirada llega hacia Amanda. Es muy bonita y puedo jurar que tiene menos de 40 años, su cabello es negro como el de Christopher y su piel es blanca y está muy pálida, sus pestañas son largas y sus cejas son gruesas.

Es muy hermosa... Sin decir más salgo de la habitación y me dirijo a la cocina a preparar algo de postre, quien sabe tal vez a Christopher le saque una sonrisa y tenga un poco más de fe en lo que viene de su vida.

12: 44 PM

Christopher aún no llega, donde estará ya es tarde... Desde que estoy aquí hace una semana el siempre llega puntual es más, debería hoy llegar temprano porque su madre está aquí.

Aunque casi nunca hablamos, siempre lo espero para saludarlo y desearle buenas noches... Es mi secuestrador pero por alguna razón siento cierta empatía por él.

No es amor, es solo que veo que su vida no está tan lejos a ser como la mía, está solo en el mundo y por ayudar a su madre se metió en problemas, primero robando cosas en tiendas, luego vendiendo drogas y por último secuestros y ha llegado a matar.

Aún así puedo casi jurar que es bueno por dentro solo hay que ser amable con él y tal vez cambié... Mi abuela siempre me dices las personas pueden llegar a cambiar con voluntad y estoy dispuesta a ayudarlo para que así lo haga.

La puerta se abre y veo a Christopher literalmente llenado del diablo.

—¡Qué ha pasado Christopher!— corro hacia la puerta y lo sostengo hasta el sofá de la sala, en donde dice cosas sin sentido.

—Esta vida es una mierda... Una puta mierda Scarlet— cierro la puerta y voy al sofá con él.

—has bebido demasiado Christopher, ve a descansar— intento ayudarlo pero me empuja.

—No necesito descansar, debo ir a buscar un turno nocturno para cubrir más gastos ¡MALDITA SEA SOLO DEUDAS Y DEUDAS TENGO!— Está horriblemente estresado.

—Se que no debería meterme pero ¿qué deudas son las que tienes?— me mira enojado.

—Comida, servicios, pagos atrasados del hospital, deudas de mi mamá y deudas de la mafia— se toca la cara con preocupación.

—trata de tranquilizarte, ya verás que todo estará mejor ve a...— me grita histérico.




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