Cartas a Wonderland II

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Capítulo 2

Querido Gato Cheshire:

¿Cómo estás mi querido bigotes? De verdad espero que todo te esté llendo bien. Hace mucho que no me vienes a ver, tanto, que ya no recuerdo cuando fue la última vez que hiciste un lío en mi cabeza con tanto acertijo, siempre has sabido como confundirme, pero también sabes como hacerme sonreír. 

Tu sonrisa. Extraño tu sonrisa, tu amplia fila de dientes que aparecen y desaparecen en el firmamento. Aquí nadie sonríe así, todo es falso, nada es real... Y luego hablan de Wonderland... 

¿Te cuento un secreto? 

Por las noches de luna creciente siempre te recuerdo, rememoro nuestras aventuras y también esos extraños poemas que mi mente infantil creaba para ti. Recuerdo uno en especial:

"¡Gatito!, ¡gatito! ¿Dónde estás? 

¿Gatito?, ¿gatito? ¡No te ocultes más!

Gatito, gatito... Te voy a encontrar.

Corro por el bosque sin cesar,

atravesando todo Wonderland. 

El país de las maravillas está al revés, 

me hago grande y pequeña otra vez. 

Lo busco y no lo encuentro, 

lo escucho, pero no lo veo. 

¡Gatito!, ¡gatito! ¿Dónde estás? 

¿Gatito?, ¿gatito? ¡No te ocultes más!

Gatito, gatito... Te voy a encontrar.

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Mis gritos inundan Wonderland, 

Cheshire, Cheshire, ¿dónde estará? 

Escucho su risa, 

pero no veo su sonrisa. 

¡Gatito!, ¡gatito! ¿Dónde estás? 

¿Gatito?, ¿gatito? ¡No te ocultes más!

Gatito, gatito... Te voy a encontrar.

Ese felino tramposo, seguro se hizo invisible,

él siempre quiere ganar el juego del escondite.

Menos mal que no se lavó las patitas antes de jugar, 

pues sin sus huellas nunca lo hubiese podido encontrar. 

¡Gatito!, ¡gatito! ¿Dónde estás? 

¿Gatito?, ¿gatito? ¡No te ocultes más!

Gatito, gatito... ¡Te encontré! 

¡Juguemos otra vez!"

Quizás no lo recuerdes, el tiempo corre para todos, el padre tiempo no perdona a nadie, ni siquiera a tu eterna sonrisa, esa que es tan conocida, esa que siempre me dabas en las buenas y en las malas. 

¿Sabes? Un recuerdo olvidado regresó anoche a mí, pero en forma de pesadilla. Al principio pensé que solo era eso, una pesadilla, pero con el paso de los segundos... Me di cuenta de que era real. Demasiado real, un recuerdo. 

El recuerdo de aquella trágica noche...

El incendio...

La muerte de mi familia. 

Sí, por alguna razón mi mente lo había borrado temporalmente, quizás solo lo bloqueó para dejarme ser feliz después de años de tristeza e incertidumbre. Nadie sabe muy bien que fue lo que pasó aquella noche de diciembre, pero yo sé que no fue un accidente como todos dicen. Sé que el incendio fue provocado, sé que asesinaron a mis padres y a mi hermana, sé que por culpa de alguien murieron de la peor forma posible... Eso me torturaba a tal grado que no podía seguir en este mundo, necesitaba a mi país de las maravillas, necesitaba a mis amigos más que nunca... Necesitaba tu sonrisa, esa sonrisa que me animaba a salir a delante, a no rendirme, a no perderme en la oscuridad y en el dolor que reinaba en mi corazón. 

Ches... Mi querido Chesy, no sé qué habría hecho sin ti, quizás aún seguiría en Bethlehem*, donde me encerraron al creer que estaba loca, al parecer, según los doctores, Wonderland ya no era un juego imaginario, según ellos, se había convertido en una psicosis con alucinaciones muy peligrosas. Cheshire... Sin ti, sin tu apoyo y tus lecciones para sonreír nunca habría salido de ahí, aunque tuve que fingir que  tú y mi hermoso mundo loco habíais desaparecido...

¡Oh, mi querido gatito!, cuando anoche recordé aquella escena, los bellos de mis brazos se erizaron, un escalofrío recorrió mi cuerpo, y un grito de pánico acompañó la oscuridad de mi blanca habitación. Odio el blanco. Ches, cuando me sentí así... 

¿Sabes que fue lo que hice? 

Dirigí mi vista hacia la ventana y sonreí.