Las mentiras de Adrián.

CAPÍTULO 9.

Primera cita, arruinada.

POV. Debrah.

Otra vez.

Ese sentimiento de temor y angustia mezclado con asombro que, a estas alturas, ya debería haber desvanecido.

—¿Todo está listo? —La voz de Nova suena cortante, casi irreconocible. No parece la misma chica radiante y gentil de siempre.

Lamentablemente, es así, y solo nosotros conocemos su verdadero ser.

—Tal como lo pediste. Los muchachos volvieron a clase para evitar problemas —responde Dylan, con entusiasmo—. El único que decidió quedarse fue Scott.

¿Cómo lo logra? ¿Como puede tener tantos cómplices obedeciéndola sin cuestionar? Es algo que jamás voy a comprender.

—Si quieres, no vengas —ofrece mi amiga, y yo infló el pecho.

—¡No! Estoy bien.

Seguimos a Dylan hasta el lugar donde tenían al responsable de esparcir el falso rumor de que se había acostado con ella.

¿Por qué el camino nos lleva al jardín principal?

Es mediodía, casi la hora de salida, y el sol está en la cima, capaz de freír un huevo. La luz me ciega un momento, apenas puedo ver hasta que... me quedo inmóvil al notar un chico amarrado a una silla, semidesnudo.

No.

¡Está completamente desnudo!

—No recuerdo haberme acostado contigo —dice Nova en un tono tan suave que podría pasar por compasión.

Pero sé que no es más que una falsa cortesía.

—Scott, ¿estás seguro de lo que me dijiste?

Su amigo se remanga, y con un solo tirón despega la cinta adhesiva de la boca del chico.

—Di lo mismo que le dijiste a tus amigos.

—¡YO NO DIJE NADA! —sollozó.

—¿Me estás llamando mentiroso?

Abrí la boca de la impresión cuando Nova detuvo justo a tiempo el puño que iba a impactar en la cara del chico.

—La violencia no es necesaria —dice ella, con una sonrisa que me pone la piel de gallina.

Tragué saliva con fuerza al ver la escena; parecían pandilleros, y Nova los lideraba.

—¿Por qué dijiste eso de mí? —preguntó—. ¿Te hice algo malo?

—Es un malentendido, Nova, ¡LO JURO!

—¿Sabes la pena que me hiciste pasar en todo Belmont? Si no fuera por ellos, ¿quién sabe qué más habrías inventado? —Soltó un suspiro—. Justo ahora me interesa alguien, y me da vergüenza que piense que soy una cualquiera.

—Perdón, Nova, ¡te juro que lo siento! — sonaba atemorizado.

—¿Pero por qué lo hiciste?

—¡ME-ME CALIENTAS, NOVA! —Nova se apartó, impresionada.

Dylan y Scott intercambiaron una mirada que hasta yo comprendí.

¡Qué vergüenza!

—Me pareces sexy, y solo quise impresionar a mis amigos diciendo que pasó algo entre nosotros. Perdón.

Nova apenas reacciona, como si esto fuera solo una formalidad para ella.

—Te perdonaré si desmientes lo que dijiste, por favor.

—¡Sí! Haré lo que me pidas.

La sonrisa de Nova resurge, afilada y dulce.

—Gracias.

—¡Ey! ¿Me... me vas a dejar aquí? ¡NOVA!

Nova siguió su camino, ignorando las súplicas del chico. con una mano en mi cintura me guio de vuelta a Belmont, mientras le avisaba a Megan por teléfono que ya habíamos terminado.

¿Cómo es capaz de hacer eso sin sentir culpa?

Es decir, Nova solo defendió su dignidad; ese chico arrastró su nombre por el suelo, pero yo no sería tan cruel como para vengarme de esa forma.

Dejándolo totalmente expuesto, bajo el ardiente sol, para que todo Belmont se ría.

—Tomatito —mi padre entra a mi habitación—. ¿Por qué hay un tipo esperándote afuera?

—¡Oh! Sí, ya estoy lista.

—¿Por qué estás maquillada?

Me río y le doy un beso en la mejilla.

—Me invitaron a salir. Volveré temprano.

—¿Y con permiso de quién vas a salir? —impone su autoridad, cruzando sus musculosos brazos.

—Con el de mamá.

—Ah... ok. Cuídate.

Ya se sabe quién lleva los pantalones en mi casa. Papá podrá ser grande e imponente, pero mi madre es quien tiene la última palabra.

Aliso mi cabello antes de abrir la puerta y sonreír con la flor que Tomás me regala.

—¡Gracias, es preciosa!

—Es una gerbera; me recordó mucho a ti.

Tan tierno... me provoca besarlo.

Pero no.

Como me dijeron Nova y Megan, tengo que hacerlo esperar.

Es mi primera cita y no quiero arruinarlo.

—Pinté mi casco de naranja para que combinara contigo.

Olvídenlo. Creo que al final de esta cita habrá un beso, sí o sí.

Tomas efectivamente no está en mi clase, pero espero que después de esta cita nos hagamos más cercanos. Es casi de mi tamaño, rubio y con unos ojos tan azules que me recuerdan a los de Nova.

Sin voltear, estoy segura de que papá me está vigilando desde la ventana, y al momento de acercarnos a la moto de Tomas, percibo el auto que a toda velocidad se cruza en nuestro camino, llevándose la moto por el medio.

—¿¡Estás bien?! —abrazo con fuerza a Tomas que ha quedado en shock frente a su moto destrozada.

Mi padre ya no está en la ventana, y me fijo en el chico que baja del auto sin el menor remordimiento.

Abandono a Tomas para correr lo más rápido que puedo y derribar a Nayet de una patada que lo deja con la cara en el pavimento.

—¿¡TE PICA EL MALDITO CULO?!

—¡CASI NOS MATAS! —le grito.

—Ah ¿que no fue un sueño? —replica.

Gruño, tirando de su pelo con la intención de estampar su cara nuevamente contra el suelo, pero Nayet, siendo más fuerte, me da un giro y me aprieta el cuello.

Pataleo para poder liberarme, y si no es por Tomas que lo empuja, casi me reencuentro con mi perrito.

—¿Na-Nayet?! —la sorpresa en su cara es aún mayor al ver que quién le arruinó la moto, es el mismo príncipe de Belmont.

—¿Era tuya esa...?

No lo dejo terminar.

Lo tacleo con todas mis fuerzas, ambos chocando contra la cerca del vecino que se viene abajo. Aprovecho la situación para devolverle el apretón en el cuello.

—¡Debrah! —escucho la voz de la madre de Nayet salir de su casa, y veo a mi papi corriendo hacia m para apartarme del imbécil.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.