Las puertas del Inferis

•PRÓLOGO•

⚜️

Tres meses antes...

LEA

Mi abuela está preocupada, muy preocupada.

Vi la incertidumbre en su mirada todo el día y eso está volviéndome loca, porque no hay nada en este mundo que a ella le preocupe.

No me malinterpreten, no es del estilo de anciana recelosa, egoísta y cruel, Alanís es todo lo contrario. Una mujer que siempre está sonriendo, dispuesta a dar amor a todo lo desechado -eso me incluye-, con un corazón y una mente gigantesca, que siempre tiene la repuesta a todo. Lo cual aumenta mi malestar, porque no la veo bien.

Si hay algún problema que Alanís no sepa arreglarlo, lamentablemente, no tiene solución.

Me acerco lentamente a su despacho intentando ver con quien está hablando, observando entre medio de la pila de libros que hay en su pequeño espacio. No suelo venir frecuentemente aquí por dos simples razones, Alanís odia que toque sus libros de historia, y su "espacio sagrado" como le suele decir ella, está del otro lado de la casa en un pasillo inhabitado.

Por un pequeño agujero noto una melena rubia y supongo que se trata de alguno de sus aprendices. Con su edad y su supuesta "condición mental" el único trabajo con el que cuenta es ser tutora de jóvenes enseñándoles Historia, aún que no necesitamos dinero.

Nunca he prestado atención a sus alumnos hasta este momento, porque la presencia del chico de cabellera color oro es incapaz de ser omitida. Lleva una camisa negra con unos pantalones del mismo color y un abrigo totalmente elegante cuelga de su brazo. Aún que no logre ver su rostro porque está de espaldas,  que en este momento tiene una mirada dura por la manera en que sus músculos se tensan. Debe haber repetido demasiadas veces el curso porque definitivamente no se ve como un estudiante de la secundaria, parece ser muy sofisticado y rondar los 20 años.

- ¿Qué debemos hacer Alanís? Quizá informar al consejo sea la mejor opción- Me sobresalto cuando escucho su voz, es muy áspera y gruesa, pero remarca presencia y seguridad, cualquiera que lo escuchase disfrutaría oírlo hablar durante horas, es verdaderamente cautivante.

- No es el momento Mael, todavía no ha sucedido nada demasiadamente grande para que ese par de idiotas lo crea, sabes como son, piensan que nosotros les debemos salvar el trasero en todo y no se dan cuenta lo que están generando-. ¿A sí que su nombre es Mael?

Tengo un vago recuero de la abuela mencionando ese nombre en incontables situaciones que fueron borradas de mi memoria. Pero igualmente, no logro comprender nada de lo que están hablando, esto no parece una clase, definitivamente no es una lección de historia, algo muy serio está pasando.

- Si lo que dices verdad -mi abuela le lanzó una mirada de protesta, -disculpa, si lo que dices sucederá esto nos sobre pasa - Mael frotó su cabellera con sus manos en señal de nerviosismo- no hablamos de una situación menor, hablamos del mismísimo Inferis, el Reino de los infiernos.

Ruego haber escuchado mal, ruego que esto sea una broma, un estúpido sueño o mi propia imaginación, pero las palabras de mi abuela me quitan todas las ilusiones.

-Lo sé Mael, lo sé mejor que nadie. Cuando las puertas del Inferis se abran totalmente, no habrá más que destrucción- hizo una pausa que pareció durar una eternidad -por eso me veo en la obligación de informártelo, porque mi tiempo en este mundo es poco, lo siento, falta cada vez menos para que deje mi vida física y me dirija al otro lado.

-No digas eso Alanís, no podré hacer esto sin tí, nadie podrá hacer esto sin tí, eres de las más poderosas que han pisado esta tierra. – se le estaba cortando la voz, estaba asustado, y yo, totalmente paralizada con lo que acabo de oír.

-La vida terrenal no lo es todo, ya he estado aquí muchos años, esta no es mi pelea, no podré hacerlo esta vez- mi abuela le explicaba a Mael como si fuera un niño pequeño mientras negaba con la cabeza. – Cuando las puertas del Inferís se abran, debes ser muy inteligente joven Mael. Si el Consejo no te apoya, no te estanques, busca a los sabios del bosque de Bambú Chino. Eres muy poderoso, siempre lo supe, estarás bien sin mí.

Pero yo no lo estaré.

Alanís ha sido mi única familia siempre, ella me enseñó todo lo que sé a pesar de ni siquiera llevar su sangre.

Es la primera que me dio amor, adoptándome como su propia nieta, cuando creí que nadie en mi vida me querría y sería la misma niña huérfana desechada siempre.

Borró los colores grises de mi mente y se encargó de llenarla de felicidad y amor tanto como a mi corazón. Es todo lo que tengo y más de lo que alguna vez quise, si me deja, estaré sola nuevamente.

-No es así de fácil abuela, sabes que en el Consejo no soy muy escuchado, conoces cómo son los dioses y las deidades, se creen superiores.

- Pero no lo son joven Mael, nunca lo serán aun que lo intenten. Eres el supremo de tu naturaleza, eres igual o mejores que ellos. Tú serás de los que acaben con este caos, lo siento en mi interior. – le acarició la mejilla- También, necesito pedirte un favor.

-Haría todo lo que este a mi alcance por tí Alanís, eres como mi madre.

Intento asimilar todo lo que están diciendo, cosas incoherentes y ajenas, pero a la vez tan cercanas a mí.

-Y sabes que amo serlo, por eso necesito que protejas a la pequeña Lea, ella todavía no sabe nada de esto y prefiero que siga así hasta que llegue el momento en el que sus habilidades aparezcan. Eres consiente que esa niña significa mi mundo y ahora es elemental en salvar el de todos.- Añadió.

Le quito importancia a sus menciones a mí, porque mi corazón grita, llora y se rompe,  que si está pidiendo eso es porque verdaderamente se irá, verdaderamente me dejará.

En ese momento, Mael gira su rostro hacia un ángulo que desde mi escondite logré verlo. Tiene una mandíbula completamente marcada, unos labios medianos y facciones totalmente hermosas remarcadas por su cabello rubio ondulado, pero lo más cautivarte es su mirada, unos ojos azules penetrantes que tan solo con verlos transmiten grandeza y serenidad. No mentiría si dijera que es de las personas más atractivas que he visto.




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