El tiempo

-El poder del tiempo.-susurró.

-¿El poder del tiempo?

-Sí, mi niña. Así es. El poder más grande de todos, capaz de acabar con lo que conoces. En otro mundo muy diferente al nuestro, nació Aurelia. Ésta muchacha tenía un ego tan grande como nuestra casa, ¡Tan grande como esta playa, hija mía!

-¿Qué hizo Aurelia?

-Se enloqueció por la búsqueda de un poder más grande que el que los hechiceros poseían. Estaba cansada de la constante mediocridad ante el intento de ejercer...lo siento, acabo de recordar que solo tienes siete años. Déjame ponértelo más simple: Aurelia, una joven de cabello oscuro, justo como el tuyo, se sentaba a las orillas del mar todas las tardes. Todos decían que sus ojos eran del color del tiempo, y que su belleza era sin igual. Pero... su maldad contradecía toda clase de belleza externa. Verás, su magia no era nada más ni nada menos que oscura. Ella era feliz sabiendo que su crueldad podría utilizarse con un afán de sus manos. Con pequeños bailes, un vals, si así te gusta. Pero llegó el día en el que, como todo ser humano o mágico, anhelaba más. Mucho más. El deseo de la inmortalidad fluye por los pensamientos de todos en algún momento de nuestras vidas. Sin embargo, el de ella no era solo un pensamiento, era una idea. Y en el preciso instante en el que las olas rompieron, sus mirada se iluminó. Se preguntó: "¿Qué sucedería si la magia blanca se une a la mía? ¿Qué se crearía?" Y así mi niña, es como se creó la magia del tiempo. 

-¿Por una pregunta?

-Por un plan, más bien. La joven no tardó mucho en concretarlo...es decir, realizarlo. Pero, lamentablemente, perdió su vida al hacerlo. Luego de años y años, se sabe que esta clase de magia solo es controlada por pocos. 

-¿Por quiénes?

-Aquellos corazones puros que se volvieron oscuros.

-Me imagino que ésta solo es una historia, ¿Verdad, padre?

Vaciló. Tomó aire y miró.

-Por supuesto, Mayleen.