Las rosas doradas

Capítulo 2

“En cada rincón de nuestra sociedad, veo a mujeres brillantes, fuertes y llenas de potencial, relegadas a roles secundarios, sus voces acalladas y sus talentos desaprovechados”

(2 de abril de 1769. Diario de Mary Patel)

Apremiadas por la señorita Frona Harris, las nuevas internas de la escuela Saint Helen, ingresaron al que sería su nuevo salón.

Al entrar, fueron recibidas por una mujer joven de mirada bondadosa y sonrisa acogedora. Su cabello castaño estaba recogido en un moño sencillo, y sus ojos brillaban con amabilidad e inteligencia.

—Señorita Miller —Frona se dirigió a la joven maestra. —Aquí tiene a sus nuevas alumnas.

—Buenas tardes señorita Frona, bienvenidas señoritas —dijo la profesora con voz suave. —Soy la señorita Jane Miller, seré su profesora de Literatura.

—Buenas tardes, señorita Jane —respondieron las cuatro al unísono.

—Por favor, tomen asiento —indicó Jane, señalando cuatro pupitres vacíos en la primera y segunda fila de la columna de la derecha —Hoy, antes de comenzar la lección, me gustaría que nos conociéramos mejor.

Las jóvenes se sentaron, intercambiando miradas de apoyo. A su alrededor, las demás estudiantes las observaban con curiosidad. Mientras la señorita Frona se retiraba.

—Para romper el hielo, vamos a hacer una ronda de presentaciones —continuó diciendo Jane. —Empezaré yo. Soy Jane Miller, y he estado enseñando aquí en Saint Helen durante los últimos ocho años. Amo la literatura porque nos permite conocer la historia de la evolución de los escritos durante años y además nos permite viajar, adentrándonos en historias grandiosas, y estoy muy emocionada de compartir esta pasión con ustedes.

La maestra miró a Maria Pia con una sonrisa alentadora.

—¿Por qué no empezamos contigo? —sugirió.

Maria Pia se levantó con elegancia y se dirigió a la clase.

—Hola a todas, soy Maria Pia Lucchesi. Vengo de Florencia y tengo diecisiete años. Me encanta leer , tocar el piano y estoy muy emocionada de estar aquí y conocer a todas.

Arianna fue la siguiente, levantándose con una sonrisa tímida.

—Hola, soy Arianna Belli, nací en Nápoles y también tengo diecisiete años. Adoro la música y la pintura, y estoy muy feliz de estar en Saint Helen con mi mejor amiga, Maria Pia.

—Bienvenida Arianna.

Celine, más reservada, se levantó con gracia.

—Hola, soy Celine Spure. Tengo dieciséis años y me encanta la lectura y la escritura. Espero aprender mucho aquí y hacer buenas amigas.

Kristen, siempre entusiasta, se levantó rápidamente.

—Hola a todas, soy Kristen Spure, hermana de Celine. Tengo quince años y me encanta explorar y descubrir cosas nuevas. Estoy muy emocionada de estar aquí.

Las demás alumnas murmuraron entre sí, mostrando interés por las nuevas compañeras. Sin embargo, una joven en la parte trasera de la clase las observaba con una expresión de desdén. Su cabello rubio estaba perfectamente peinado, y sus ojos azules eran fríos y calculadores.

Jane notó la tensión y decidió intervenir.

—Laudine, ¿por qué no te presentas también?

La aludida se levantó con una sonrisa forzada.

—Soy Laudine Pierrot. Tengo diecisiete años y he estado en Saint Helena desde hace dos años. Me gusta bordar. Espero que nuestras nuevas compañeras puedan estar a la altura de los estándares de nuestra escuela.

El comentario de Laudine hizo que un murmullo incómodo recorriera la clase.

Maria Pia intercambió una mirada rápida con Arianna y las hermanas Spure, percibiendo la hostilidad velada en las palabras de Laudine.

Jane, siempre diplomática, sonrió y dijo:

—Gracias, Laudine. Estoy segura de que todas aprenderemos mucho las unas de las otras. Ahora, vamos a comenzar con nuestra lección de hoy sobre las historias de Shakespeare.

A medida que la clase avanzaba, Maria Pia no pudo evitar notar las miradas furtivas de Laudine. Sentía que se avecinaban problemas con esa alumna, pero estaba decidida a no dejarse intimidar.

Cuando sonó la campana que marcaba el final de la clase, Jane se acercó a las nuevas estudiantes.

—Si tienen alguna pregunta o necesitan algo, no duden en venir a verme. Estoy aquí para ayudarles en lo que necesiten.

—Gracias, señorita Jane —respondió Celine con una sonrisa genuina. —Apreciamos mucho su amabilidad.

Las cuatro jóvenes salieron del aula, compartiendo impresiones sobre su primera clase.

—Laudine no parece muy amigable —comentó Arianna en voz baja.

—No dejemos que nos afecte —dijo Maria Pia levantando el hombro. —Estamos aquí para aprender y disfrutar de nuestra estancia. Si Laudine tiene algún problema, es asunto suyo.

Kristen asintió.

—Además, tenemos a la profesora Jane de nuestro lado. Ella parece realmente agradable.

—Exactamente —aseveró Celine —Y nos tenemos las unas a las otras.




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