Las rosas doradas

Capítulo 8

"En un mundo donde las sombras de la injusticia y la desigualdad se ciernen sobre nosotras, hacer el bien se convierte en una antorcha que ilumina el camino. No importa cuán pequeños o insignificantes parezcan nuestros actos, cada uno de ellos es una semilla que, con el tiempo, florecerá en un legado de bondad. Que nuestras manos y corazones nunca se cansen de sembrar bondad, pues es en este acto constante donde reside la verdadera fortaleza de una mujer."

(15 de agosto de 1770. Diario de Mary Patel)

La directora se encontraba en su oficina, mirando por la ventana con una expresión pensativa. La reciente visita de la benefactora había dejado a todos en la escuela Saint Helen con una sensación de alivio y orgullo, pero también había generado preguntas sin respuesta. Especialmente después de que la benefactora hubiera solicitado llevar a Maria Pia y sus amigas a tomar el té en su casa al día siguiente.

La puerta de la oficina se abrió suavemente, y la señorita Frona entró, con su habitual postura recta y expresión severa.

—¿Me has llamado? —preguntó en un tono formal.

—Sí, Frona —respondió Edwina, girándose hacia su mano derecha—. Estoy preocupada por la petición de Lady Kellping. ¿Por qué querría invitar a esas cuatro chicas a su casa? Y más aún, ¿por qué llevaría a la señorita Jane con ellas?

Frona asintió, compartiendo la inquietud de la directora.

—Es ciertamente inusual. Esas muchachas apenas llevan unas semanas aquí, y aunque han demostrado ser... llamativas, no entiendo qué podría haber llamado tanto la atención de Lady Kellping.

Edwina frunció el ceño, caminando de un lado a otro de la oficina.

—No me gusta no saber lo que está sucediendo bajo mi propio techo. Si hay algo que estas jóvenes están tramando, debo estar al tanto.

—Deberíamos averiguar más al respecto —sugirió Frona, con una pizca de malicia en su voz—. Quizá la señorita Jane sabe algo.

La directora se detuvo y miró a Frona con una expresión calculadora.

—No. No quiero que Jane se alarme ni que piense que desconfiamos de ella. Lo que haremos es lo siguiente: tú irás con ellas a la casa de Lady Kellping. De esa manera, podrás enterarte de todo lo que se diga.

Frona parpadeó, sorprendida.

—¿Yo? ¿Estás segura?

—Por supuesto —respondió Edwina con firmeza—. No podemos permitir que esas muchachas se tomen libertades o que empiecen a pensar que tienen algún poder o influencia en esta escuela. Necesito saber qué es lo que Lady Kellping quiere de ellas, y tú serás mis ojos y oídos en esa reunión.

Frona asintió lentamente, comprendiendo la importancia de la tarea que se le encomendaba.

—Haré lo que me pides. Me aseguraré de descubrir lo que sea que esté pasando.

—Confío en ti —dijo Edwina, volviendo a mirar por la ventana—. Mantén los ojos bien abiertos y no dejes que te engañen con su aparente inocencia. Quiero un informe detallado de todo lo que se diga y se haga.

Frona inclinó ligeramente la cabeza en señal de asentimiento.

—Así será. No te preocupes, obtendré toda la información que necesitamos.

Edwina tamborileó los dedos sobre su escritorio.

—Antes de que te ocupes de los preparativos para la visita de mañana a Lady Kellping, hay otro asunto que debemos resolver. Kristen Spure —hizo una severa mueca—. Esa joven tuvo la osadía de soltar a su iguana esta mañana, a pesar de que le advertimos claramente que debía mantenerla bajo control.

Frona asintió, su expresión reflejaba total desaprobación.

—Sí. Kristen no ha demostrado tener el respeto necesario por las reglas de esta institución.

—Exactamente —respondió la directora, con los labios apretados—. No podemos permitir que tal indisciplina quede sin castigo. Ve y busca a Kristen. Quiero verla aquí de inmediato. Es hora de que entienda las consecuencias de sus acciones.

—Como desees —acotó Frona, con un leve destello en sus ojos. Sabía que la más pequeña de las Spure había escapado del castigo directo durante la visita de la benefactora, pero ahora, con la directora decidida a imponer la disciplina, las cosas serían diferentes.

Sin más palabras, Frona salió de la oficina, moviéndose con pasos decididos hacia los dormitorios. Cuando llegó al pasillo donde se encontraba la habitación de las nuevas estudiantes, sonrió y golpeó la puerta con firmeza.

Del otro lado, Kristen abrió la puerta, un poco sorprendida al ver a la supervisora allí. —¿Señorita Fiona? ¿Ocurre algo?

Frona la miró con severidad.

—La directora quiere verte en su oficina. Inmediatamente.

El tono de la señorita Frona hizo que Kristen sintiera un nudo en el estómago. Sabía que esto no podía ser bueno.

—¿Por qué? ¿He hecho algo malo? —preguntó, aunque ya sospechaba la respuesta.

—Creo que sabes muy bien de qué se trata —dijo Fiona con un tono que no admitía réplica—. Es sobre tu iguana. A pesar de las advertencias, permitiste que causara un alboroto durante la visita de lady kellping. Ahora, tendrás que enfrentar las consecuencias.




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