Las Rosas en mi Jardin

Un suceso con mi Rosa Multicolor En El bar de la 53

Los Frutos de Mi Jardín: Segunda Floración

Sinopsis: En el entrelazado de la vida y el amor, una rosa multicolor es el símbolo de un amor que trasciende jardines y barreras. Un jardinero que ha dejado ir a su amada flor, se encuentra en un dilema emocional, debatiendo entre el deseo de reanudar su cercanía y la razón que le dicta respetar su nueva vida. La historia se despliega en el Bar de la 53, un lugar de encuentros y recuerdos, donde el pasado y el presente se fusionan en una noche de revelaciones y pasiones reavivadas. A medida que la noche avanza, el destino interviene, llevando la narrativa a un punto de inflexión que desafía el amor y la lealtad.

Su rosa Multicolor, aquella que una vez floreció en su jardín, ahora adornaba otro paisaje. Le dijo que necesitaba nuevos horizontes para crecer, para ser ella misma. Y aunque cada pétalo que se alejaba era un suspiro que se perdía en el viento, la dejo ir, porque amar también es liberar, los días pasaban y, a veces, la veía. Estaba allí, al otro lado del camino, cuidada por manos ajenas. Su nuevo jardinero, celoso guardián de su belleza, había trazado una línea invisible que el no podía cruzar. Sus encuentros eran ahora juegos de miradas y sonrisas cómplices, un lenguaje secreto que solo ellos entendían. 

Encontrarla acompañada para el era un dilema constante. ¿Debía acercarse y arriesgarse a un abrazo prohibido? ¿O simplemente sonreír desde la distancia, manteniendo la compostura por respeto a su nueva vida? Cada gesto se convertía en un enigma, cada paso en un baile incierto. Y ahí estaba, debatiéndose entre el deseo y la razón. ¿Debía renunciar a ella, aceptar que ahora pertenece a otro jardín? ¿O mantener la esperanza de que un día regresará a él, a ese suelo que la vio nacer y crecer, donde aún la espera como la rosa especial que siempre fue para él?

La noche atestiguo lo que paso en el Bar de la 53.

En una noche de recuerdos y melodías nostálgicas, el guardián de las rosas  buscaba consuelo en la soledad de un bar. Bebería una copa de ron acompañado de canciones románticas que perturbaran su masoquista corazón al traer los recuerdos hermosos y amargos vividos en el pasado con sus adorables rosas. En especial aquella multicolor que había hecho parte de su vida de diferentes formas y colores. Pero el universo, con sus hilos invisibles, tejió una sorpresa; ella, su rosas multicolor, la mujer que había marcado su vida, emergió de las sombras del pasado con una invitación que era una promesa y una amenaza a la vez. Con el corazón dividido entre la esperanza y el temor, acepto el riesgo.

Después de años de silencios y miradas esquivas, sus caminos se cruzaron de nuevo en el bar de la esquina 53. Ella, radiante como siempre, estaba rodeada de risas y anécdotas universitarias. Él, con el corazón en un puño, se acercó tembloroso, impulsado por un amor que nunca se apagó. La noche envuelta en el murmullo de conversaciones ajenas y el tintineo de copas brindando por futuros inciertos. En el bar de la esquina, donde las almas solitarias buscaban consuelo donde cada sombra cuenta una historia, y los amantes furtivos se ocultaban en las sombras. Ellos se reencontraron, sus miras bastaron para coincidir y se sentaron el aquel nicho de madera de muchos años junto a la entrada principal, su saludo fraternal en un abrazo que dio inicio a una conversación que los llevo a recordar lo fabuloso que fueron juntos y a cuestionarse porqué le destino caprichoso se empeñana en mantenerlos lejos el uno del otro. Con cada palabra, cada recuerdo compartido, la química que una vez los unió volvió a encenderse. Se olvidaron del mundo, de las reglas, de los 'deberías'. Solo existían ellos y la conexión perfecta que los envolvía en un aura mágica, se entregaron a un beso robado a la vista de todos, pero ocultos en su mundo, sus labios se encontraron con la urgencia del deseo contenido, desafiando la lealtad prometida a otros. Eran dos almas en llamas, consumiéndose en la cercanía uno del otro del otro. La pasión los envolvía, y en cada beso, cada caricia, reafirmaba el amor que nunca pudieron sepultar. El bar se convirtió en su refugio, su santuario de amor en medio de las luces y la música de fondo que lo amenizaba y lo hacía parecer el refugio perfecto para sumarle una aventura mas a su historia de amor prohibido.

Pero el destino, caprichoso y cruel, tenía otros planes. En el momento más inesperado, en el clímax de su encuentro, la puerta se abrió y con ella entró la realidad en forma de un amante traicionado. Con la mirada llena de preguntas y un corazón herido, presenció el amor que nunca pudo borrar. Las palabras sobraban, los gestos lo decían todo, la sorpresa y el dolor se pintaron en cada rostro, y el silencio se hizo dueño del lugar. La confrontación fue inevitable, las palabras, cuchillos que cortaban el aire. La situación se desbordó, las emociones estallaron como un cristal frágil. Lo que siguió fue un torbellino de decisiones precipitadas que terminaron su relación actual y los alejó aún más. Ella, con lágrimas surcando su rostro, lo miró con un amor que trascendía palabras. En un susurro quebrado, le pidió que se fuera, que desapareciera de su vida, porque el destino parecía empeñado en mantenerlos separados. Y así, entre sollozos y miradas que lo decían todo, él se alejó. El amor prohibido se convirtió en un recuerdo doloroso, una cicatriz que marcara sus historias para siempre.  

Epílogo: Los Caminos Separados

El bar de los secretos guardó otro más,  la esquina quedó en silencio, testigo de un amor que aunque verdadero no pudo ser. El dolor de lo que pudo haber sido y nunca será los acompañara siempre, un recuerdo amargo de la noche en que el destino les dijo adiós. Ellos, marcados por la tragedia, siguieron caminos separados, llevando consigo la dulzura de lo que una vez compartieron y la amargura de un final que ninguno deseó.




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