Las Rosas en mi Jardin

El misterioso de mi Rosa Sombría

El misterio de mi Rosa Sombría

Rosa misteriosa, Alejandra

En la pequeña aldea Silojuzcan, en un rincón olvidado de la ciudad, donde las callejuelas empedradas se entrelazan como los hilos de un antiguo tapiz entre casas de piedra cubiertas de hiedra se ocultaba mi jardín secreto. Un lugar que los lugareños apenas recordaban, envuelto en leyendas y susurros de mis antiguos amores. Dos almas errantes que una vez cruzaron miradas y en ese fugaz encuentro el tiempo se detuvo, dejando en cada flor un inmortal recuerdo.  

Después de un largo viaje por el mundo en busca de nuevas historias de amor, decidí regresar a mi hogar, a mi jardín en Silojuzcan.  Cansado de las aventuras y anhelando la tranquilidad, encontré consuelo en el abrazo silencioso de mi jardín, mi santuario de rosas y margaritas que guarda los recuerdos de mi juventud y de mis amores pasados.

Un día, mientras me perdía en la soledad del lugar, en el rincón más secreto de mi jardín donde las rosas florecían en colores vivos y fragantes, lleno de aromas exóticas y  embriagadoras, surgió un misterio: mis ojos se posaron en una rosa oscura, casi negra, que crecía en este rincón olvidado de mi jardín, una flor de pétalos tan negros como la noche y un aroma que hechizaba el alma. Esta no era como las demás; sus pétalos estaban salpicados de pecas, y su corazón latía con sueños y emociones inexploradas. Era una flor que nunca había visto antes con su presencia tan inusual como cautivadora. Esta rosa parecía vibrar con una energía propia, y no pude evitar sentirme atraído por ella. Cada pétalo parecía contar una historia diferente, cada espinazo protegía secretos que solo el viento conocía y podría divulgar.

Con cada visita a mi jardín sentía que la rosa sombría me revelaba algo nuevo sobre mí mismo. La paz que me transmitía era diferente a todo lo que había experimentado antes. Nuestras miradas se cruzaron en un instante, y en ese fugaz encuentro, el tiempo se detuvo. Pasé horas observándola, maravillándome con su diversa belleza, su pasión por la vida. Nos hicimos amigos, y así comenzamos una historia.

La rosa oscura y yo, compartimos secretos bajo la luz de la luna. Nuestros encuentros se volvieron más frecuentes, más intensos. En nuestras miradas, se desbordaba un deseo que no nos atrevíamos a expresar con palabras. Hasta que un día, sin pensarlo demasiado, le exprese mis sentimientos y lo que venía naciendo dentro de mi desde de aquella mirada profunda esa noche cuando la encontré fugaz en mi jardín. Ella no fue indiferente a mi confesión y acepto sentirse de la misma forma al estar cerca de mí, dijo que su corazón se aceleraba cuando llegaba el momento de vernos y aun que no sabía cómo reaccionar se las arreglaba para no demostrarlo.

Pero su corazón, aunque hermoso, estaba marcado por una relación pasada. Dudas y miedos se entrelazaban en su interior. ¿Podría entregarse de nuevo al amor? ¿Podría confiar en mí?

Sin volver a mencionar la atracción mutua entre los dos, el destino se las arregló para dar inicio a nuestra novela de amor. Aventuras casuales que se convirtieron en encuentros llenos de amor y ternura. La rosa sombría y yo, luchando contra los fantasmas del pasado, construyendo un presente lleno de promesas. En cada página de nuestra historia, los corazones y las rosas se entrelazaban, recordándonos que el amor es un misterio que vale la pena explorar, incluso cuando el pasado amenaza con oscurecerlo todo. Cada atardecer, cuando el sol se despedía pintando el cielo de tonos rojizos y morados, nos encontrábamos en nuestro lugar secreto en  jardín, le conté historias de tierras lejanas y ella con su presencia, llenaba de magia el momento. Juntos veíamos la luna elevarse, y bajo su luz compartimos promesas de amor eterno. Una noche, impulsado por un sentimiento incontenible, rosé con mis labios los suyos que eran como pétalos rosados anhelando ser besados y mordidos con pasión. Fue un beso fugaz, casi robado, pero suficiente para sellar un pacto silencioso de amor y devoción.  Ese beso abrió la puerta a la locura del amor el deseo y la pasión.  Hicimos el amor en diferentes formas, encontrando el clímax más allá del placer y las sensaciones que el contacto de dos cuerpos puedan experimentar, con cada uno de nuestros encuentros sexuales, descubrimos los puntos más excitantes el uno del otro y coincidimos de una manera pervertida explorar los cuerpos más hay del tacto para satisfacer el deseo y las ganas de devorarnos explotando estrecho fugaz del coito. Su cara angelical y su mirada tierna ocultaban su perversa adición por el sexo salvaje y por satisfacer sus más ardientes fantasías guardadas en su cuerpo inexplorado y poco aprovechado por sus amores pasados. El lugar era lo de menos, una calle oscura, una piscina, el rio, el baño de algún lugar público, cualquier espacio era ideal para saciar nuestras ganas de amornos hasta llegar al clímax del flaqueo de las piernas y la dilatación mutua de los cuerpos satisfechos jadeantes, la respiración fuerte, e incesante, el corazón acelerado, sonrisa picarona y el abrazo final donde compartíamos el sudor que atestiguaba el desborde de pasión y lujuria del cual éramos culpables. Cada beso, cada encuentro, agarrada de mano o apretón de glúteos, sumaba otra travesura a nuestra memoria de momentos, aventuras locas y excitantes en este transitar por el amor y afianzaba el deseo mutuo que recorría nuestros cuerpos cada vez que nos veíamos o imaginábamos al otro en la más infinita pasión platónica.

Después de amarnos hasta la locura y vivir las más hermosas aventuras, me beso bajo el helecho de colores grises junto a las margaritas. Soltó mis manos y camino por el estrecho sendero de mi jardín  mientras yo la seguía de cerca. De repente, corrió y corrió, y yo le gritaba desesperadamente: "¡No te vayas!" Pero ella parecía no escucharme. A lo lejos, se veía la silueta de un hombre que la aguardaba. Corrió a sus brazos y se alejó de su mano. Ahogado en Angustias y tristezas, sin poder contener la respiración desperté. Desperté con el corazón hecho un nudo y con la realidad de que todo fue un sueño con poco de la realidad.




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