🌹Capítulo dedicado a Kiara Alanís🌹
La próxima vez que decida salir en mi día libre, que alguien me recuerde que la bebida y yo estamos peleados a muerte, por favor.
Mi cabeza duele como el demonio, los latigazos en mi sien amenazan con volverme loco y si a eso le sumamos el hecho de que no recuerdo absolutamente nada de lo que sucedió anoche, siento que voy a morir.
¿Pero qué tenía esa cerveza?
Acostado en el sofá de la sala de mi casa pues no tenía fuerzas para subir las escaleras, espero paciente a que mi mejor amigo llegue con su hermana y mi hija. Lizeth hizo de niñera anoche de mi pequeña de seis años, Pao, resulta que todos los que me rodean piensan que debo divertirme un poco más pues desde que nació mi hija, he dejado mi vida social a un lado. ¿Pero qué culpa tengo yo? Prueben criar solo a una bebé desde los diecinueve años. No hay tiempo para nada más.
Escucho la puerta abrirse y segundos después un peso cae sobre mí dejándome sin aire y aumentando mi dolor de cabeza.
—¡Papá! —chilla mi pequeña para luego darme besos en los cachetes y en el cuello. Sonrío.
—Hola, princesa. —Le devuelvo los besos y tal y como llegó, sale corriendo rumbo a la cocina.
—Oye, macho, estás hecho un asco —comenta Seth, mi mejor amigo, parado al lado del sofá.
—Tú no estás mucho mejor. —Le devuelvo y es verdad.
Tiene los ojos rojos y unas bolsas oscuras debajo que le dan un aspecto siniestro. Su pelo negro largo, normalmente sujeto con una pequeña coleta cerca de su cuello, está despeinado y luce agotado.
—Ustedes dos tienen pinta de haber ido y regresado del infierno anoche —comenta Lizeth a su lado—. Solo espero que no hayan dejado a las víctimas de sus encantos embarazadas.
—¡Por el amor de Dios, Liz, no bromees con eso!
La castaña se ríe y luego le da un beso en el cachete a su hermano.
—Debo irme, Max, me está esperando afuera y… Elián, Pao se portó como un angelito, no te preocupes. Cada vez que quieras salir a divertirte un poco, si no estoy trabajando, yo la cuido por ti.
—Gracias, Liz, pero no creo repetirlo en un buen tiempo.
—Tú sabrás. —Con un gesto de su mano, se despide de nosotros. Espero escuchar el sonido de la puerta para preguntarle a mi amigo.
—Dime que recuerdas qué demonios hicimos anoche.
—Yo tenía la esperanza de que me lo dijeras tú. Necesito agua. —Sin esperar respuesta de mi parte, se dirige a la cocina y, haciendo un esfuerzo sobre humano, me levanto y lo sigo.
Cuando entro, Pao está bebiéndose un vaso de leche.
—Mocosa, desayunaste ahora mismo —le reprende Seth y ella le saca la lengua. Esa niña es un barril sin fondo.
Deja el recipiente en la encimera, me da un beso en el estómago y corre para la sala. No tardamos en escuchar el sonido del televisor. Seth sirve dos vasos de agua y me tiende uno que no demoro en beber dos segundos.
—¿Dónde despertaste? —le pregunto tomando asiento frente a la isla.
—En una de las habitaciones del hotel de la discoteca, estaba solo. ¿Tú?
—Igual, solo que desperté al lado de una chica de dieciocho años, gritona como el demonio y desnudos.
—Al parecer tú lo pasaste mejor que yo.
—Seth, cuando desperté pensé que era menor de edad. ¿Sabes el susto que me di? Nunca había perdido el control de la bebida de esa forma.
—Ni yo, macho, ni yo.
—¿Papá? —llama Pao desde la puerta.
—¿Sí, cariño? —Intento sonreír para contrarrestar los efectos del rostro del demonio que debo tener y no asustarla.
—¿Me conseguiste una mamá?
¿Qué? Miro a Seth confundido y él se encoje de hombros como respuesta. ¿Qué quiere decir?
—No, cariño, ¿por qué lo piensas?
—Porque me dijiste que cuando encontraras a la mujer correcta y te casaras con ella, se convertiría en mi madre y la señora del televisor está diciendo que te casaste anoche. Eso significa que tengo mamá, ¿no?
—¿Qué? —chillo sin entender bien lo que dice y antes de que pueda reaccionar, Seth sale corriendo de la cocina. Yo le sigo y el movimiento brusco al ponerme de pie, me marea.
A duras penas llego a la sala y en el televisor se muestra una foto mía, de una calidad excelente, con la chica con la que desperté, encima de un auto, con las mejillas juntas y sonriendo.
La noticia se ha filtrado revolucionando a todo New Mant. Una de las princesas de nuestro país, la cuarta si tenemos en cuenta su edad, ha contraído matrimonio la noche anterior en la Notaría Especial de Nordella en el Dream Park con el joven Elián Díaz Carvajal.
Un muchacho común y corriente, de clase baja y trabajador en la discoteca Infinite Night del parque.
Aún no sabemos cómo se conocieron ni mucho menos qué los llevó a tomar semejante decisión, teniendo en cuenta que la princesa, de la que ahora conocemos su nombre, Ximena Andrea, estaba comprometida con el príncipe de Malinche: Skyle Daviinson Cotal.