Las siete princesas

Cap 10 Elián

🌹Capítulo dedicado a Tatiana Salazar🌹

 

Ver a mi niña llorando en el cuarto de la princesa, me hierve la sangre. En los últimos días he sido testigo en varias ocasiones de cómo Ximena huye de ella. No hay que ser adivino para darse cuenta de que la chica le tiene terror y no voy a decir que en parte no la entiendo, pues con solo casi diecinueve años no está preparada para ser madre y tener una niña que constantemente te pregunta si puede llamarte mamá, no debe ser fácil, pero eso no significa que acepte su comportamiento.

Sabía que esto podía pasar. Algo que el rostro de Ximena cada vez que mi niña, inocentemente le hacía esa pregunta, me decía que en cualquier momento, iba a pararle los pies.

Me siento mal por no haber hablado antes con la princesa explicándole que tuviera un poco de paciencia pues hace rato que me quedó claro que Pao no va entender mis explicaciones. Ella sabe que Arabella es su madre real, que Ximena es solo la chica con la que me casé, pero está tan desesperada por una mamá que no le importa, busca el cariño de la princesa a como dé lugar y eso me duele.

¿Cómo no me di cuenta antes de lo necesitada que estaba mi hija de una figura materna? O sea, a todo niño le hace falta una madre, pero ella en pocas ocasiones ha manifestado su deseo por tener una, de hecho, la última vez que me mencionó algo al respecto fue hace poco más de un año, luego de regresar a la casa de la fiesta de cumpleaños de una amiguita del colegio. Supongo que ver cómo su madre la trataba con tanto cariño, la hizo sentir nostálgica.

Ese día le expliqué que su mamá estaba con papá Dios, tal y como había hecho ya, pero también le mencioné que algún día, cuando me enamorara de una mujer ye ella de mí y nos casáramos, esa persona la querría como si fuera su hija.

No sé si fue un error decirle eso, en aquel momento, ante su mirada triste y ese puchero que hace que se me estruje el corazón, no pude hacer nada más.

Llegamos a la bonita y enorme, debo destacar, habitación que han puesto a disposición de mi pequeña y a la que ella no ha conseguido acostumbrarse aún. De hecho, no ha dormido ni una vez aquí; al segundo día de estar aquí, Lucien me contó que tuvo que interceptar su camino cuando iba a mi habitación porque le daba miedo estar aquí. Él pensó que no sería buena idea interrumpirnos y que por la cara de Ximena durante el día anterior, no se tomaría muy bien la presencia de la niña, así que la llevó a su habitación. Debo decir que hizo más que bien; pero desgraciadamente, ha sido igual todas las noches.

Me adentro en la habitación y la llevo a la cama donde me acurruco junto a ella sin preocuparme por estrujar el carísimo traje que llevo, pero no ha pasado ni un minuto cuando me quito el saco y la corbata pues amenazan con sacarme la respiración.

Abrazo a mi niña y la consuelo por un rato hasta que el llanto cesa y los sollozos dejan de sacudir su cuerpo. Limpio el rastro de lágrimas en sus mejillas y sin perder ese puchero, me dice:

—Ya no quiero estar aquí. Ximena no me quiere.

—¿Ella te dijo eso? —murmuro sintiendo como la rabia crece en mi interior. Juro que si fue tan insensible como para decirle eso a una niña, me importa un comino lo que pase, pero esta farsa se acaba.

Pero para mi sorpresa, Pao niega con la cabeza mientras se restriega sus ojitos.

—Ella dijo que era muy joven y que por eso no podía ser mi mamá. Ella me evita, papi. Creo que me tiene miedo.

Ok, sé que no debo, pero me hace un poco de gracia esa última frase, fundamentalmente por su rostro confundido.

—¿Qué te hace pensar que te tiene miedo, cielo?

—Que cada vez que me ve sus ojos se ponen así. —Levanta sus manos frente a ella como si estuviera sujetando una pelota enorme—. Y después sale corriendo.

—A ver, preciosa, papá va a explicarte algo. Ximena es una chica muy joven; ella, no está preparada para ser mamá, pero no significa que no quiera serlo y sí, tiene miedo, pero no de ti.

—¿De qué entonces?

—No lo sé. Supongo de no saber hacerlo bien, de no poder estar a la altura de lo que tú necesitas —explico aunque en mi interior hay una frase que retumba: es una niña irresponsable e inmadura—. Pero, ¿sabes qué?

Sus ojitos me observan expectante mientras niega con la cabeza.

—Estoy convencido de que terminará enamorándose de ti. Eres una niña preciosa, Pao, por dentro y por fuera. Cuando Ximena te conozca, poco a poco te querrá más y más, es imposible no hacerlo.

—¿Tu crees?

No puedo decir que estoy convencido, pero Pao es una ternura, un amor de niña y no lo digo porque sea mi hija; es imposible no caer rendido a sus pies.

—Sí, pero te pediría que no le llames mamá. Eso la pone nerviosa y no sabe cómo reaccionar. Dale un poco de tiempo, sé tú misma con ella, sé cariñosa, amable, graciosa y verás cómo poco a poco ella te dejará entrar en su vida.

—¿Y cómo le digo entonces?

—Prueba con Ximena, o Xime. He escuchado que sus hermanas le llaman así.

—Xime… me gusta.

Sonrío al ver que ya no continúa con la idea de irnos de aquí, porque en honor a la verdad, eso sería bastante difícil de conseguir sin ganarnos la ira del rey y yo quiero que mi niña tenga un futuro brillante, como ella se merece.



#614 en Novela romántica

En el texto hay: humor, amor, princesas

Editado: 27.10.2024

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