🌹Capítulo dedicado a Lectoraestrella🌹
—Necesito ayuda —pido a penas entro a la biblioteca.
Reni, Nany y Anaileth me observan divertidas desde el sofá. ¿Qué hace Ana aquí?
Esta mañana le envié un mensaje a Nany, avisándole de que necesitaba verla urgentemente y por eso acordamos encontrarnos con Reni aquí, sin embargo, la menor de las princesas, no estaba en mis planes.
Supongo que mi ceño fruncido y mirada confundida es suficiente para que Anaileth, con una sonrisa, responda a mi pregunta no formulada.
—Cuando supe que habían acordado verse aquí, no pude resistirme pues supongo que esta reunión improvisada tratará sobre el espléndido y magnífico beso que mi sexy cuñado te dio anoche y lo siento, Xime, pero eso no me lo pierdo por nada del mundo. —Resoplo.
—Tiene que ser una princesa —comenta Nany—, son unas chismosas pervertidas.
—¡Oye, eso no es cierto! —protesto y a mi mente viene lo mucho que parece gustarle a Elián llamarme pervertida, pero no es fácil no serlo con semejante hombre durmiendo a mi lado.
—Déjense de tonterías. Ximena, toma asiento —ordena Reni y alzo mis cejas sorprendida, aun así, tomo asiento a su lado—. ¿Se te mojaron las bragas con ese beso? —pregunta a penas me acomodo—. Tenías cara de que se te habían mojado las bragas.
Nany y Anaileth rompen en carcajadas ante el inexistente filtro de mi hermana mientras mis majillas se encienden. Debo parecer un tomate.
—No te me hagas la remilgada —me regaña Nany—. Necesitamos saber cada detalle de absolutamente todo lo que sentiste y lo que sucedió luego de la fiesta pues Elián parecía que quería comerte.
Suelto un suspiro resignado. Sabía a lo que me enfrentaría cuando las cité aquí.
—Para su información, sí, se me mojaron las bragas. —Las tres chillan emocionadas haciendo que tenga que cubrirme los oídos para que no exploten—. Fue dulce, delicioso, caliente, ardiente. Tiene una lengua magistral y se sintió exactamente igual o mejor que cuando nos conocimos en la discoteca. Me derretí en sus brazos.
—Nah, eso último no se notó ni nada —comenta Nany sarcástica haciéndome un guiño—. Menuda suerte, muñeca, con papacito así, yo también me derretiría.
—¿Pero de qué hablas, mujer? Si Seth está tan bueno como él.
—Sí, en eso tienes razón.
—Dios, habría dado todo lo que tengo por ver esa escena —comenta Reni con un suspiro—. Estoy convencía de que se veía mucho mejor que en la televisión.
—Apoyo totalmente. —Esta vez es Anaileth quien suspira.
Yo sonrío con comprensión, al ser menores no pudieron asistir a la fiesta. Sus rostros son un secreto para el resto del mundo.
—¿Qué pasó después de la fiesta? —pregunta Nany.
—Nada. —Me encojo de hombros.
—¿Nada? —chillan las tres.
—No te creo —agrega Nany—. Elián parecía que te quería devorar completa.
—Pues lamento desilusionarlas, pero no pasó nada. Me asusté y no llegué a dormir a la habitación.
Los tres pares de ojos me observan entre sorprendidos y enojados con la boca abierta de par en par.
—¿Y dónde demonios dormiste? —pregunta Reni.
—Con Pao. —Me encojo de hombros y si hasta ahora estaban sorprendidas, ahora estoy segura de que piensan que me han salido tres cabezas. De hecho, yo aún no me creo que me haya refugiado en la habitación de su hija.
—Dime que estás bromeando, por favor. —Nany se pone de pie mientras me observa con las manos en sus caderas y yo niego con la cabeza—. ¿Pero estás tonta? Semejante espécimen masculino, tu esposo déjame decir, te devora la boca dejándome a hasta a mí con ganas y con su mirada promete hacerte gritar en la noche y no precisamente de dolor y ¿tú huyes? ¡Yo no te he enseñado eso, Ximena!
Una risita baja se escapa de Anaileth y nuestra sobrina la asesina con la mirada.
—¡Exacto! Su mirada me decía que quería cumplir mi petición de esa mañana de hacerme un puñetero estriptis para luego follarme hasta el cansancio y me asusté.
—Espera, ¿qué? —pregunta Reni—. Creo que no escuché bien… ¿Le pediste un estriptis?
—Estaba dormida —bramo.
—Pues no es tan tonta como dices, Nany —comenta Anaileth y ante mi mirada fulminante levanta las manos en son de paz.
—¡Es tonta al cuadrado! No solo perdió la oportunidad de acostarse con él, sino también de ver el estriptis. Dios tan bondadosos que eres con quien no se lo merece y tan cruel con las almas buenas —comenta eso último para sí haciéndonos reír a las tres.
—¿De qué tenías miedo? —pregunta Reni.
—Pues de acostarme con él, soy vir…
—Ah, no, cariño, ese tren ya partió. Elián te robó la virginidad así que no me vengas con excusas baratas.
—Nany, no recuerdo que sucedió en ese hotel. No recuerdo cómo fue, ni si me gustó o si me dolió, si llegué al orgasmo, si él lo logró. No recuerdo absolutamente nada, así que en lo que a mí respecta, soy virgen.