—¿Qué es eso de que nos drogaron? —le pregunto a la princesa luego de vestirnos y salir de la habitación detrás de Florencia.
—¿Me preguntas a mí? —pregunta haciéndose la sorprendida y yo resoplo—. ¿Hablas conmigo luego de ignorarme todo el día? ¿Quién es el infantil ahora?
—¿Has escuchado alguna vez eso de que si no puedes con ellos, úneteles? Pues eso hago, no soporto tus comportamientos infantiles y sé que no vas a cambiar, así que me comporto como tal para que veas lo mucho que jode.
A pesar de que ambos murmuramos para que la señorita Franchioni no nos escuche, a la legua se nota que estamos discutiendo.
Y sí, sé que mi comportamiento es infantil, y no, no la ignoro para ponerme a su nivel. Simplemente anoche me dio tanta rabia que no llegara a la habitación que hoy no he querido ni verla para no decirle todo lo que tengo atorado en la garganta.
¿Qué no quería acostarse conmigo? Perfecto, soy un hombre y puedo entender perfectamente eso, pero luego de coquetear conmigo por días, me merecía al menos que me diera una explicación: “Lo siento, Elián, me pareces guapo y todo eso, pero no me quiero acostar contigo. No te deseo”. Estoy convencido de que eso habría sido un duro golpe a mi ego, pero lo prefería mil veces a que me mantuviera esperando por horas en la habitación.
Es que ni siquiera tenía pensado llegar tan lejos con ella. Sí, la deseo, la quería en mi cama otra vez y más importante, en esta ocasión quería recordarlo; pero sé que solo tiene diecinueve años, que ha vivido toda su vida encerrada y que como al igual que yo no recuerda nada, puedo entender incluso que tenga miedo. Así que solo pretendía, ¿cómo es que dicen por ahí? ¿Llegar a la primera base? Bueno, tal vez a la segunda.
—Eso es ridículo —murmura entre dientes.
—¿Ridículo?¿Sabes lo que es ridículo? —pregunto deteniéndome. Cojo su mano y hago que me enfrente.
Ximena frunce los labios y se pone las manos en la cintura.
—Ridículo es que lleves días coqueteándome, comiéndome con los ojos, manoseándome en las noches, pidiéndome un estriptis , besando mi mejilla sin motivo aparente, dándome a entender muy bien que querías que pasara algo entre nosotros.
>>Anoche mismo me dijiste que no empezara nada que no quisiera terminar pues tus sueños iban más allá de un beso. Y no lo sé, Ximena, pero a mí eso me suena a que querías acostarte conmigo y si no era así, bien podías habérmelo dicho a la cara y no actuar como una cría.
—¿Cría? —pregunta incrédula—. Anoche cuando me metiste la lengua hasta la garganta, no creo que pensaras que era una cría. Me querías follar, admítelo, Elián.
—Sí, quería follarte, tengo los suficientes cojones para admitirlo, —Sus ojos se abren sorprendidos, no sé si porque lo admito tan fácil o por lo grosero que estoy siendo—, ¿pero sabes cuál es el problema? Ese maldito vestido de anoche me hizo pensar por un momento que eras una mujer, pero tu comportamiento infantil me dejó bien claro que eres la misma niña que conocí, y créeme, no lo pienso volver a olvidar.
Abre la boca queriendo decir algo, sin embargo no sale ningún sonido. Luce ofendida, pero en este instante me importa una mierda. Me siento frustrado.
—Eres un imbécil. —Me encojo de hombros. Lo que piense de mí, no me interesa.
—Lo que sea.
Flor, unos metros más allá, se aclara la garganta interrumpiendo nuestra discusión en murmullos y la princesa, enojada, retoma el camino.
—¿Me vas a decir qué es eso de que nos drogaron? —Me obligo a volver a la conversación original mientras la sigo, pues lo que me importa ahora.
—Mis padres trabajan en la hipótesis de una conspiración —responde de mala gana—. Es difícil de creer que simplemente con cerveza nos hayamos enajenado tanto como para llegar a casarnos sin medir las consecuencias. A Nany, Reni y a mí, nos hicieron un examen toxicológico al día siguiente. No he querido pensar en eso, así que ni me he molestado en preguntar los resultados, pero si han encontrado al responsable es porque los resultados salieron positivos, ¿no?
—¿Conspiración? —pregunto incrédulo.
—Sí, también piensan que alguien en el palacio nos facilitó la huida pues es técnicamente imposible que con nuestra seguridad, hayamos podido escapar.
Madre mía, esto es bastante grave aunque sin dudas explicaría el estado en el que estábamos como para que ninguno de nosotros pensara que era una mala idea contraer matrimonio.
Antes de que pueda preguntar nada más, llegamos al Salón del Trono y luego de ser anunciados, entramos. El rey y la reina, las tres princesas mayores, Nany y Reni nos están esperando.
—Buenas noches —saludo y tanto la princesa como yo, hacemos una leve reverencia.
El rey intercala su mirada entre su hija y yo mientras frunce el ceño. Supongo que entre nosotros debe haber mucha tensión y se nota a la legua porque hasta las princesas, se remueven incómodas en su lugar.
—Los resultados de los análisis toxicológicos llegaron hace unos días, Ximena —anuncia el rey—. Las tres dieron positivo, sin embargo no se pudo determinar qué tipo de droga era. Basándonos en esos resultados comenzamos a investigar a todos los trabajadores que estuvieron en la discoteca esa noche y nos encontramos con que tres de ellos eran nuevos. Es por eso que necesitamos que vean si reconocen a alguno de los tres como el que les dio la idea de contraer matrimonio.