⚘Este capítulo es para ti, hermosa⚘
“Según él, la princesa Betania le dio la orden.”
“Según él, la princesa Betania le dio la orden.”
“Según él, la princesa Betania le dio la orden.”
Las palabras se reproducen en mi mente una y otra vez y a pesar de que las he entendido a la perfección, siento que están en otro idioma, que mi padre se equivocó al decirlas porque no puede ser posible que ese hombre haya dicho semejante barbaridad.
Es lo más absurdo que he escuchado en toda mi vida.
¿Qué yo facilité que mi hermana menor se fugara del palacio y luego la induje a casarse con un completo desconocido?
¿Para qué?
¿Qué objetivo tendría para cometer semejante hecho?
¿Qué gano yo con atentar de esa forma contra mi hermana menor?
—¿Qué? —pregunto con la esperanza de que simplemente haya escuchado mal.
El rictus de mi padre es serio, pero eso no me molesta, siempre que trata asuntos importantes es así, pero lo que me duele, lo que me sorprende es ver la decepción en su mirada.
—Gordon te acusa de haber planeado todo lo que sucedió con Ximena.
—Eso lo he escuchado claramente, padre, lo que quiero saber es, ¿realmente están considerándolo? ¿Realmente piensan que yo lo hice?
—Es una acusación muy seria, Betania. No podemos olvidar que de la única forma que Ximena pudo haber salido del palacio es teniendo ayuda desde adentro…
—¿Y por eso soy culpable? —le interrumpo porque esto suena absurdo—. ¿Me está diciendo que prefiere confiar más en un guardia que en su propia hija? Me conoce, padre, sabe quién soy y cómo soy. Sabe que sería incapaz de cometer semejante hecho.
—Y no estoy diciendo que lo hayas hecho. —Pero tampoco lo estás negando—. Sin embargo, no podemos ignorarlo, es nuestro deber investigarlo todo.
Resoplo.
¿En serio?
¿De verdad lo están considerando?
Unas ganas horribles de llorar me invaden, mientras la garganta se me cierra por la decepción y el enojo, pero me obligo a tragar fuerte y pestañear varias veces para que desaparezcan. No pienso derrumbarme aquí, soy inocente y pretendo demostrarlo.
—Perfecto… Solo una pregunta: ¿qué gano yo con hacer que Ximena contraiga matrimonio con un total desconocido?
—Él declara que su intención era sacar a la princesa Ximena de la lucha por la corona.
Me río, en serio, lo hago con tantas ganas, que por unos segundos todo me miran como si me hubiese vuelto loca.
—¿Y a qué obtuso se le ocurre pensar que si quiero sacar a mi hermana de la lucha por la corona, se lo contaré a un simple e insignificante guardia de seguridad que podría delatarme tan fácil? O sea, una cosa es ordenarle que permita que Ximena se fugue del palacio, otra muy distinta es decirle que la quiero lejos de la corona. ¡Es absurdo! —grito esto último pues por más que quiero mantener la calma, no puedo, me siento indignada, ultrajada, humillada.
—Por favor, Betania, tranquilízate. Solo estamos hablando —interviene mi madre.
—¿Qué me tranquilice? ¿Hablando? ¡Me están acusando, mamá! —Pongo mis manos en la cintura y respiro profundo intentando controlar mi respiración errática y los latidos acelerados de mi corazón—. Ximena tiene diecinueve años, yo voy a cumplir los treinta en dos días; tengo mucha más experiencia que ella; llevo un camino impecable intentando ayudar a mi pueblo; gozo del prestigio y el respeto de las masas. Las personas me quieren y ahora es que Ximena iba a comenzar a labrar su camino para ser digna de la corona.
>>Ximena es la menor de mis adversarias; sin ánimos de ofender, cariño. —Me volteo hacia mi hermana por primera vez y me rompe el corazón ver su mirada perdida y las lágrimas bañando su rostro.
Por el amor de Dios, yo he cuidado a esa niña como si fuera mi hija más que mi hermana. Nunca, jamás, le haría algo como esto.
—Mi único adversario, la única que podría quitarme esa corona es Mónica. Si quisiera hacer algo para garantizar mi lugar, se lo haría a ella, no a Ximena. Ustedes saben que tengo razón, es lo más lógico.
Al ver que mis padres no dicen nada, ve volteo hacia mi hermanita y camino hacia ella. Su mirada sigue perdida en algún punto de la habitación mientras con una mano se sujeta fuertemente del brazo de Elián, como si fuera un soporte, un pilara para no caer y la otra la tiene fuertemente apretada a su costado.
—Ximena. —No me responde, es como si estuviera lejos, muy lejos de aquí—. Xime, cariño, mírame. —Mi voz se quiebra porque no soportaría que mi hermana crea las palabras de ese hombre cuando siempre he hecho hasta lo imposible para protegerla, a ella, a Reni y a Anita.
Nunca he querido que vivan la vida que me ha tocado a mí, nunca he estado de acuerdo con los matrimonios concertados cuando ni siquiera tenemos uso de razón y he abogado en varias ocasiones ante mis padres para que los rompan, para que les permitan al menos, escoger la persona con la que compartirán el resto de su vida, porque sé mejor que nadie lo que es vivir con alguien a quien no amas, pero nunca, lo haría de esa forma.