Las siete princesas

Cap 20 Elián

Creía que nunca iba a presenciar una cena más incómoda que la que hubo mi la primera noche en el palacio. Esa en la que me senté junto a Ximena y al frente el príncipe Skyle; esa en la que el rey se encargó de hacer ciertos comentarios que me hicieron desear que la tierra me tragara. Sin embargo, la de hoy se lleva el premio básicamente porque ningún miembro de la realeza apareció.

Solo asistimos los maridos de las princesas, exceptuando el de Alejandra, los niños, Pao, Lucien y yo y eso fue raro cantidad.

Definitivamente ha pasado algo malo y la visita de Joskani tuvo algo que ver. Intenté averiguar con la señorita Franchioni, pero solo conseguí un: "Cuide de la princesa esta noche, por favor. Ha sido un mal día para ella".

Y yo me quedé más preocupado aun.

Son las diez de la noche, dos horas han pasado desde la cena y ella aun no regresa a la habitación; si no llega en la próxima media hora, saldré a buscarla aunque deba tocar la puerta de ese despacho interrumpiendo lo que sea que esté sucediendo ahí dentro.

Me siento en la cama impaciente, apoyo mis brazos en mis muslos y me quedo como un tonto observando la puerta como si la ley de la atracción pudiera atraerla aquí.

La vibración de mi teléfono contra la madera de la mesita de noche al lado de la cama, llama mi atención avisándome de la entrada de una llamada. Es Seth.

Me debato entre cogerlo o no, pero decido aceptarla para ver si me distraigo.

—¿Se te rompió el reloj? —pregunto a modo de saludo.

A mí no me molesta la hora, en realidad es temprano y este idiota me ha llamado incluso a las tres de la mañana solamente para decirme que se ha despertado porque le dolía la barriga... sí, casi lo mato ese día. Pero desde que vivo en el palacio, las cosas han cambiado un poco.

—Te invito a una cerveza —responde en su lugar. Frunzo el ceño ante el arrastre de las palabras.

—¿Estás borracho?

—Tengo un amigo inteligente —dice en cámara lenta y luego estalla en una carcajada.

Me pongo de pie, borracho es poco.

—¿Qué sucede, Seth? ¿Por qué estás así? —pregunto preocupado, él no se emborracha de esa forma sin motivo ninguno.

Un suspiro profundo se escucha al otro lado de la línea seguido de un silencio prolongado.

—Soy un idiota, Elián y sufro por ello.

—¿De qué mierda hablas, tío?

—Estoy enamorado de una mujer que no me ama y a pesar de que lo sé, no puedo dejar de quererla con todo lo que tengo.

—Seth...

—Duele —me interrumpe y yo cierro los ojos. Soy consciente de lo loco que está por Nany y que desgraciadamente, ella no le hace el caso que a él le gustaría—. Duele mucho, por eso hoy he decidido olvidarla... —Hace una pausa—. Pero no puedo... no puedo arrancarla de mi pecho y la cerveza no me hace olvidar.

—¿Qué pasó ahora?

—Me hizo feliz y me destrozó, eso pasó. Se escabulló en el palacio para verme, me dijo que me extrañaba y cuando supo que yo también había trabajado como stripper, quedamos para vernos en el hotel. Lo preparé todo, incluso ensayé por el tiempo que llevaba sin bailar, pero nunca apareció. De eso hace ya tres horas.
—¿La llamaste?

—Ufff... Tropecientas mil veces, pero lo apagó. Ella no me quiere, Elián, tengo que asumirlo de una vez. Te llamé a ti para no terminar estrellando el teléfono contra el suelo, no tengo dinero para comprar otro.

—Seth...

—Sé que lo he dicho muchas veces —me interrumpe—. Pero esta vez es definitivo. Duele demasiado cuando juega con mi corazón, quiero ser feliz y si ella no quiere nada conmigo, pues debemos ponerle fin a esta relación en la que me siento como un juguete.

—Seth...

—Hoy es la última vez que Joskani me deja plantado, lo prometo.

—Seth...

—A partir de hoy, ella no existe para mí porque...

—¡Joder, Seth, déjame hablar!

Por fin cierra la boca, maldita sea, cuando toma demasiado parece una cotorra. Además, los dos sabemos que lo que está diciendo mañana no lo recordará.

—Algo malo ha pasado. Nany llegó en la tarde como una fiera, entró al despacho de la reina, botó a todos los que estaban reunidos con ella y se encerraron. Poco después se le sumó el rey y el resto de las princesas. Ninguno se presentó a la cena y desde entonces no veo a Ximena, ella tampoco ha aparecido.

—¿Entonces no me dejó plantado?

¿En serio es lo único que le importa de todo lo que le dije?

—¿He dicho alguna vez cuanto te amo, Elián? —Su voz suena emocionada, pero no me da tiempo a contestar su estúpida pregunta—. Voy a colgar, tengo cosas que hacer.

—¡Espera! ¿Qué piensas a hacer ahora?

—Darme un buen baño para que se me quite la borrachera. Si de verdad pasó algo en el palacio, tengo que estar sobrio para cuando ella necesite mi ayuda.

Y sin dejarme alegar nada más, cuelga el teléfono. Seth se desvive por Nany, por más que le he dicho que si no se siente bien en la relación, debería dejarlo pues es el único que siempre sale lastimado, continúa a su lado. He perdido la cuenta de la cantidad de veces que hemos tenido este tipo de conversación, al final termina diciendo que es el amor de su vida.



#614 en Novela romántica

En el texto hay: humor, amor, princesas

Editado: 27.10.2024

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