Joder con el rey.
Menuda feria ha formado.
¿Cómo se le ocurre anunciar algo como eso sin consultarlo con sus hijas y peor aún, renegando más todavía a Joskani?
Observo a Nany salir del Salón de Fiestas hecha una furia luego de haberle dado un beso extra caliente a Seth que provocó un cortocircuito en su cerebro porque justo ahora, tiene una cara de tonto que da risa. Ximena sale tras ella y como ya no pinto nada en este lugar, las sigo.
—Nany, Nany, detente —le pide Ximena cuando llegamos al salón principal, pero ella no escucha—. ¡Joskani!
La aludida detiene la marcha y se gira hacia nosotros. Con manos temblorosas se revuelve el cabello.
—¿Cómo se te ocurre hacer eso?
—No lo sé, estaba enojada y simplemente se me ocurrió. Santa mierda, Ximena, la he liado en grande.
—Sí, pero en mi opinión, se lo merecían. Lo único que me preocupa es que esta situación empeore la salud de papá.
—Pues a mí no —dice Nany, sin embargo, no creo que sea así—. No me preocupa nada de lo que le pase al igual que a él no le preocupan mis sentimientos. Me abandonaron hace veinte años, Ximena y hoy lo volvieron a hacer. No pienso preocuparme por personas para las que no significo nada.
»No tienes idea de lo que se siente saber que tus padres prefirieron una corona, por encima de su propia hija. Me siento traicionada, usada, me siento menos que un insecto. No me quieren, Ximena y no tienes idea de lo mucho que duele eso.
Seth, aturdido como pocas veces lo he visto, entra en la sala, pero se queda atrás esperando a que su chica termine de decir todo lo que tiene en su interior.
—Sabía que no me reconocerían, ¿sabes? Sabía que no lo harían; pero no tienes idea de la decepción tan grande y el dolor que me produjo ver, no solo que me volvieran a catalogar frente al mundo como su nieta, sino que también hayan tenido el coraje de decir en mi cara que no tenemos vínculo de sangre.
»¿Crees que me interesa ser la reina? —Ximena niega con la cabeza—. Pues ellos sí. Ellos piensan que por incluirme en esa absurda lucha que no debería existir, estaré feliz, pero no, están muy equivocados. No quiero esa vida para mí, quiero ser feliz y voy a luchar por ello hasta la última de las consecuencias.
»¿Tienes idea de lo difícil que ha sido para mí mi relación con Seth? —Miro a mi amigo quien frunce el ceño—. ¿Crees que ha sido fácil alejarme de la única persona que me ha tratado como si yo fuera el centro de su universo? ¿Crees que ha sido fácil escucharlo decir dormido que me quiere y yo no poder decírselo a él? —Abro los ojos sorprendidos ante esas palabras. Miro a mi amigo y él parece estar en shock—. Porque, Ximena, yo lo quiero, estoy irremediablemente enamorada de él y he luchado contra ese sentimiento durante tanto tiempo que ya estoy cansada.
»He ido en contra de mi felicidad solo para proteger esa imagen perfecta que deben tener todos los miembros de la familia real, pero ya estoy cansada de todo eso. Quiero ser feliz, merezco ser feliz y esa felicidad está junto a ese chico que me enoja y me hace reír a partes iguales. ¿No crees que merezco ser feliz?
Ximena asiente con la cabeza sin ser capaz de decir nada, mientras las lágrimas corren por sus mejillas.
—Yo no sé qué piense ella —dice Seth saliendo de su aturdimiento y Nany se voltea hacia él con los ojos abiertos de par en par—. Pero yo sí creo que mereces ser feliz y prometo que te haré la mujer más feliz de este mundo.
Y sin decir nada más, camina hacia ella, la coge de la mano y la saca casi corriendo de la sala. Ambos se merecen ser felices y creo que lo conseguirán.
Ximena pasa sus manos por su rostro y luego mira al techo como si reuniera paciencia.
—¿Estás bien? —pregunto acercándome a ella.
—¿En qué momento nuestras vidas se torcieron de esta forma? Estoy hecha un lío, Elián, mi cabeza va a explotar.
—Venga, regresemos a la habitación y olvidémonos de esa fiesta. —Cruzo mi brazo derecho sobre sus hombros y la atraigo a mi cuerpo
.
—Sí, creo que será lo mejor.
Puede que nosotros estemos de acuerdo en terminar la noche aquí, pero al parecer la vida no está muy conforme con nuestra decisión pues antes de que logremos salir de la sala, el príncipe hace acto de presencia.
—Ximena, ¿estás bien? —Los hombros de la princesa se tensan bajo mi brazo ante el sonido de su voz. El principito llega a nosotros y con esas atribuciones que se toma sin que nadie se lo permita, le coloca un mechón de pelo a Ximena tras su oreja.
Resoplo y me obligo a contar hasta veinte para no perder la paciencia. Este chico lleva el día entero tocándome las narices, la única razón por la que no he dicho o hecho nada es porque no quiero empeorar las cosas en el palacio pues ya están bastante tensas, pero juro que ya me tiene cansado.
—Estoy bien, Skyle, no te preocupes.
—¿Segura? No pareces muy bien.
—Lo estará una vez regresemos a nuestra habitación, no se preocupe, alteza, yo cuidaré de mi esposa.
Skyle me observa con los labios apretados en una fina línea, pero no dice nada, en su lugar, vuelve a centrar su atención en la princesa.